La manipulación de masas es un fenómeno que el poder político ha utilizado a lo largo de la historia. Nuestros tiempos no iban a ser una excepción, y la televisión, unida al fenómeno de las redes sociales y las masas de acoso, han conformado un tridente mortífero contra la verdad.
Mientras el ojo de la población estaba inmerso en la pandemia del Covid-19, hemos asistido al mayor espectáculo de manipulación de masas del último siglo en nuestro país, donde se ha privado al ciudadano de una información que podría haber evitado el desastre.
Jano García
Cómo la desinformación convirtió a España en el paraíso del coronavirus
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Titivillus 18.01.2021
Título original: La gran manipulación
Jano García, 2020
Editor digital: Titivillus
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A mi abuela, que vivió la Guerra Civil, la dura postguerra, la gran depresión del año 2008 y ahora esta terrible pandemia que amenaza con llevársela por delante. A pesar de todo, ha sido la que menos se ha quejado de la situación.
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A mis lectores y oyentes.
A mis seres queridos.
A Juan Ricardo, un tipo valiente y comprometido con su país.
A Fernando, que siempre ha estado ahí.
A Estanislao, que ha soportado durante todo este confinamiento mis insistentes preguntas.
We were silenced by the night but you and I, we’re going to rise again…
Desde que la política comenzó a ser descrita, hay un componente que siempre la ha acompañado, la demagogia. Son muchos los autores que la han descrito de diferentes formas, pero el primero en utilizar dicho término fue Aristóteles. El filósofo griego aseguraba que la demagogia se centraba en la manipulación de los pobres para así ganarse su favor y, de esa forma, asegurarse el poder a través del sentimentalismo, promesas inviables, el miedo o la falsa esperanza. Desde que Heródoto de Halicarnaso (considerado por algunos como el primer historiador) comenzó a escribir los pasajes de las Guerras Médicas entre griegos y persas, son multitud los ejemplos que nos demuestran que siempre ha estado presente la demagogia y la manipulación de masas por parte de los gobernantes para ganarse el favor de la mayoría del pueblo.
Tenemos miles de ejemplos a lo largo de la historia, podríamos hablar de emperadores romanos como Tiberio, Calígula, Claudio o Nerón. Calígula representó a la perfección en qué consistía la demagogia que anteriormente había acuñado Aristóteles. En sus primeros meses de mandato se encargó de llenar de pan, dinero y buenos espectáculos a la plebe (los pobres que definía Aristóteles). Sin embargo, todo empezó a torcerse cuando apenas un año más tarde se había gastado el tesoro heredado por Tiberio (2700 millones de sestercios) provocando un enorme déficit en las arcas públicas. Decidió recurrir a nuevos y altos impuestos de los que no se salvaría nadie. Impuso una tasa a los alimentos, a las cortesanas e incluso a los que se casaban, llegando al extremo de pedir dinero personalmente por las calles de Roma. Todos aquellos que se negaban a realizar una contribución eran castigados con la muerte. Las políticas económicas destinadas a ganarse el favor de la masa y que habían llenado las barrigas del populacho se habían convertido en hambre, ruina y crisis económica. Para tapar su negligencia, ordenó el asesinato de cualquier persona que alguna vez le había contradicho. Cuando falleció su gran amor, Drusila, ordenó un luto general en el que los ciudadanos tenían prohibido bañarse, mantener relaciones sexuales, comer en familia o incluso sonreír por la calle.
Por supuesto, recurrió a buscar un culpable tercero a su nefasta gestión: la aristocracia.
Calígula ordenó asesinar a los aristócratas que no entregaban todo su dinero. Disfrutaba haciendo la vida imposible a la aristocracia. Uno de sus pasatiempos favoritos era regalar entradas a la plebe para el «circus maximus». Entradas que sabía que estaban ocupadas por los aristócratas para así presenciar cómo se peleaban entre ellos y regocijarse de su lucha. Su poder absoluto le llevó incluso a autoproclamarse Dios, vistiéndose como Alepo, Mercurio o Hércules y exigiendo a cualquier persona que se dirigiera a él como «divino emperador». Ordenó traer una escultura de Júpiter Olímpico para cortarle la cabeza y sustituirla por una suya. Nombró cónsul a su caballo favorito y el pueblo debía mostrarle respeto máximo. Pero el hambre y el derroche económico de su populismo fue su propia tumba. Fue asesinado al salir de un espectáculo entre gladiadores y su cuerpo quedó abandonado en la calle hasta que los perros se lo comieron. El Senado de Roma borraría posteriormente su nombre de la lista de emperadores, pero no así la Historia.
Sin duda, uno de los mecanismos más utilizados para la manipulación de masas es buscar un culpable que no represente un porcentaje elevado de la población: aristócratas, ricos, empresarios, millonarios, razas minoritarias, ideologías con escaso seguimiento, minorías religiosas, etc. Calígula no inventó nada y su estrategia de manipulación se ha replicado durante siglos, como hizo Hitler, que supo utilizar también este mecanismo culpando a los judíos de todos los males de Alemania, a pesar de que solamente representaban el 1 por ciento de la población de la época. Posteriormente abordaremos el espectacular ejercicio de manipulación de masas dirigido por el perverso genio Joseph Goebbels.
Prosiguiendo con los emperadores romanos, el fin de Calígula no les libró del populismo. Claudio y sobre todo Nerón, replicaron el comportamiento de su antecesor y condujeron a Roma a fuertes crisis sociales y económicas. Todos ellos acabarían pagando por sus desmanes, pero pronto, apareció un nuevo pilar que ayudó a asegurar el poder de estos emperadores: los speculatores.
Tras la muerte de Nerón, Servio Sulpicio Galba, se encargó de que los speculatores, que no eran más que una sección del ejército romano que efectuaban las labores de exploración del territorio montados a caballo, se convirtieran en sus guardaespaldas, y también, en espías. De esta forma, Galba pretendía controlar la disidencia dentro de sus propias filas para evitar tener un final terrible. El emperador, poco a poco, fue dotándoles de mayores poderes dentro del Estado para así poder controlar las posibles revueltas o conspiraciones contra su persona. De nada le sirvió. Acabó siendo asesinado como sus antecesores.
Los siguientes emperadores trataron por todos los medios de mejorar los mecanismos del espionaje y de blindar su poder a través de la coacción y los chivatazos, la persecución de los opositores y su posterior encarcelamiento y asesinato. No pasó mucho tiempo hasta que un nuevo cuerpo apareció para controlar la opinión pública: los frumentarii. No obstante, el emperador Domiciano optó por suprimir el cuerpo debido a su salvaje comportamiento y corrupción. Pero el vacío dejado no tardaría en ser ocupado por un nuevo cuerpo fundado con la intención de crear una policía secreta de forma oficial. Los agentes in rebus, también conocidos con el nombre de curiosi, asumieron el papel de la vigilancia del correcto funcionamiento administrativo y judicial. Ese era, en la teoría, su deber. En la práctica sus tareas consistían en el espionaje, la persecución de los críticos, detener las conspiraciones contra el Emperador y controlar la opinión pública.
No tiene sentido enumerar todos los ejemplos que la Historia nos ofrece. Desde los inicios, el Estado siempre ha otorgado un papel fundamental a este tipo de prácticas para hostigar a la disidencia política. Los siglos pasaron y los gobiernos fueron adaptándose a las nuevas condiciones y los nuevos contextos que surgían gracias a las mejoras tecnológicas que presentaban nuevos métodos más eficaces para lograr el propósito de la manipulación de masas y el control de la opinión pública. Debemos hacer hincapié en cuatro factores que fueron determinantes a lo largo del tiempo y marcaron un antes y un después en la manipulación de masas: la imprenta moderna, la radio, la televisión y, más recientemente, las redes sociales.
La imprenta moderna, inventada por Johannes Gutenberg en el siglo XV, supuso un cambio revolucionario que a día de hoy sigue teniendo un gran impacto. Se ponía fin a los manuscritos tal y como se conocían y se permitía la impresión de libros, folletos, panfletos y revistas a una velocidad muchísimo mayor. Pero como siempre ocurre, el ser humano (capaz de lo mejor y de lo peor) decidió utilizar este cambio revolucionario de diversas formas. Por un lado, Gutenberg permitió que la población pudiera aumentar su nivel de alfabetización y tener acceso a mayor información. Sin embargo, otros vieron una oportunidad de oro para hacer llegar a la población un mensaje directo de forma más eficaz. Son muchos los ejemplos de cómo se utilizaron los panfletos en sus inicios, especialmente en el ámbito religioso, pero con el paso de los siglos la política comenzó a adueñarse del uso de la misma. A ello debemos sumarle la aparición de periódicos con fines políticos y el gran cambio que supuso la Revolución Industrial. Aunque al lector le resulte extraño, la mayoría de los debates políticos, económicos y sociales que vivimos actualmente (y que hemos vivido en los últimos doscientos años) son derivados de ese gran cambio que supuso en el mundo la Revolución Industrial.
Hasta la llegada de la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII, las economías europeas estaban basadas en la agricultura y la artesanía. No existía un gran número de comercialización de productos, más bien, todo se centraba en el autoconsumo. Las naciones estaban reguladas, en su mayoría, por monarquías absolutistas y un grupo reducido de privilegiados conocidos como la aristocracia. Esta nueva tecnología iba a permitir que los artesanos pudieran especializarse y las fábricas comenzaran a incrementar su producción, por lo que requerían de mano de obra. La demanda de obreros en la industria, un sector que hasta entonces no era el principal en la isla del norte de Europa, se colocó a la cabeza de la producción del país y cientos de miles de personas comenzaron a abandonar el campo en busca de mejorar su vida en la ciudad. Al mismo tiempo se dio un cambio en la forma de comerciar y la demanda de productos fabricados en serie aumentó considerablemente. La agricultura, que había sido el motor fundamental del abastecimiento de la población, pasó a un segundo plano, y la industria ocupó su lugar. Este nuevo orden económico iba a traer beneficios para la población, pero no iba a estar exento de inconvenientes. Los desajustes producidos durante la Revolución Industrial dividieron a los intelectuales de la época, que tuvieron que posicionarse ante estos cambios.
Por un lado, los defensores de esta praxis, que aseguraban que la Revolución Industrial suponía un innegable progreso para la sociedad y la economía. Ciertamente, la Revolución Industrial permitió una mejora en las condiciones sanitarias de la población, el descubrimiento de nuevas vacunas contra las enfermedades más letales de la época, que la esperanza de vida aumentara y se redujera considerablemente la mortalidad infantil. De esta forma, se triplicó la población. En el ámbito económico, la facilidad de movimiento y el transporte de mercancías gracias a la locomotora a vapor, hizo que los salarios y la producción aumentaran. A todo ello, debemos sumarle que la Revolución Industrial iba a llevarse por delante los regímenes despóticos que habían gobernado Europa, otorgando a la burguesía incipiente un poder que hasta entonces solo estaba reservado para la aristocracia, el clero y la corte del rey. No es casual que fuese en el Reino Unido donde se produjo este fenómeno, ya que gozaba de una monarquía parlamentaria, y no en países como España o Francia que continuaban sumidas en las monarquías absolutistas.
Pero, por otro lado, surgió una nueva corriente de autores contrarios a esta nueva forma de producir: los denominados socialistas. Si bien es cierto que el socialismo no tiene un padre fundador como sí lo tienen otro tipo de ideologías, autores como Robert Owen, Simonde de Sismondi, Claude Henri de Rouvroy, Charles Fourier y Pierre Joseph Proudhon, consideraban que la clase obrera era la que estaba pagando los costes de la Revolución Industrial y solo la burguesía era la beneficiada del cambio económico y social. Una crítica llena de verdad, debido a que la clase obrera habitaba en la miseria. Decenas de miles de personas que huían del mundo rural y acudían a las ciudades para aumentar sus ingresos atraídos por el auge de las industrias, vivían hacinados en pequeños pisos en los que contraían todo tipo de enfermedades. Además, las horas de trabajo eran interminables y los salarios eran muy bajos en comparación con los beneficios que obtenía la burguesía dirigente de las empresas. Agrupados en suburbios cercanos a las fábricas, la división aristocracia-pueblo había sido sustituida por burguesía-proletariado.
Hemos de tener muy presente que la Revolución Industrial sacudió los cimientos económicos y sociales conocidos hasta entonces. Supuso un cambio radical en todos los ámbitos creando un nuevo modelo de vida que generó una gran división social. Figuras como Byron, Coleridge, Shelley o Dickens apoyaron las teorías socialistas para paliar la enorme desigualdad generada y alentaron la puesta en práctica de una política social más justa. Hasta el propio papa, León XIII, se sumó a las voces que clamaban mayor justicia social. Durante sus veinticinco años de mandato, dedicó ocho de sus encíclicas a este asunto.
Del mismo modo, hemos de tener en consideración que no todos los autores anteriormente citados coincidían en las políticas que debían aplicarse para revertir la situación. El fenómeno de la Revolución Industrial duro más de ciento cincuenta años y fueron distintas épocas dentro de ella, las que hicieron que unos apostaran por diferentes políticas. No podemos englobar a todos los autores bajo un conglomerado de ideas homogéneas, pero sí podemos decir que todos los autores socialistas coincidían en tres aspectos:
Ante el cambio, la impresión de panfletos y la creación de periódicos fue el mecanismo utilizado por los socialistas para tratar de derribar el nuevo orden económico y, de esa forma, conseguir adeptos a su causa. Los socialistas comprendieron que era fundamental inundar las calles, las fábricas, las estaciones de tren, teatros, estadios y todo tipo de lugares de gran afluencia para vencer la batalla ideológica a través de la manipulación con mensajes claros, cortos y directos.
Hubo un hombre que comprendió el poder que tenían en la masa estos mensajes: Vladimir Ilyich Ulyanov. Popularmente conocido como Lenin, se dispuso a tambalear el régimen zarista con la difusión de panfletos entre la población. La propaganda y la agitación social fueron los pilares en los cuales los bolcheviques cimentaron su estrategia. En 1912, los bolcheviques crearon el famoso periódico Pravda (cuya traducción al español es «La Verdad»). Ciertamente, Lenin era un tipo brillante que supo recurrir a las emociones de los más golpeados por la crisis que atravesaba Rusia para así generar el caos en el ámbito social, económico e informativo. El mejor resumen del concepto de propaganda por parte de Lenin lo encontramos en su libro ¿Qué hacer? Él mismo definió la propaganda de la siguiente forma:
El propagandista comunica muchas ideas a una sola o a varias personas, mientras que el agitador comunica una sola idea o un pequeño número de ideas, pero, en cambio, a toda una multitud.[1]
Lenin era consciente de que poco o nada servía la propaganda si esta no estaba acompañada de la agitación social necesaria para crear tensiones entre la población que permitieran romper el orden instaurado. La clave era apelar a las emociones para que aquellos que se encontraban en una situación económica adversa, pudieran identificar rápidamente al causante de sus problemas y, de esa forma, aliviar su sentimiento de culpa y lanzarse ávidamente a culpar a un tercero de sus desdichas. Además, añádase la incorporación del uso de la violencia para reprimir a aquellos que se mostraban reacios a asumir la propaganda. Adviértase la necesidad de la utilización de esta nueva y destructiva forma de instaurar una idea entre la masa social para convencerles por lo civil o por lo criminal. No es casual que una de las primeras medidas de Lenin fuera la instauración de «La Checa», nombre formado por las iniciales rusas que en español significa «Comisión para combatir la Contrarrevolución y el sabotaje». Nombró a Dzerzhinski líder de la misma y ordenó la ejecución de miles de inocentes para impresionar a las masas. La verdad era lo que el régimen y sus medios de información (especialmente panfletos y periódicos) dictaminaban. No existía la posibilidad de contrarrestar la información oficial y todo aquel que la cuestionara era expulsado de la sociedad.
Pero al oeste iba a surgir el mayor genio de la propaganda política de la historia: Joseph Goebbels. Brillante a la par que malvado y perverso, aquel niño solitario y oscuro que pasaba sus horas encerrado en su pequeña habitación leyendo libros de religión e incluso comenzó a estudiar teología en la universidad, iba a cambiar para siempre la forma de manipular a las masas. Joseph Goebbels empezó a interesarse por la política cuando su fracaso profesional en la banca le hizo encontrar una salida a sus problemas en el mensaje del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, al que acabaría afiliándose en 1924. El lector ávido habrá podido comprender que Goebbels, como tantos otros, fue una víctima más del mecanismo de la manipulación de masas que apelaba a la búsqueda de culpables terceros para aliviar el sentimiento de autoculpa y centrar todo su odio en el capitalismo, la banca y, especialmente, en los judíos. Inmerso en un mar de fanatismo y euforia descontrolada ante el éxito, pronto se puso a trabajar de forma enfermiza para hacer llegar el mensaje del partido a la población alemana. Su inteligencia, que tan buenos resultados le había otorgado en su etapa estudiantil, ahora se centraban en cambiar la propaganda.
Al comienzo, tal y como reconoció el propio Goebbels, los marxistas fueron sus mentores a la hora de emitir la información. Recurrió a los panfletos, periódicos, folletos y la pega de carteles por las ciudades alemanas. Sin embargo, pronto comprendió que el modelo seguido por Lenin era lento y no conseguía el impacto esperado. Había que acelerar la transmisión del mensaje y puso en práctica nuevos conceptos. No renunció a los panfletos ni a la agitación utilizada por los bolcheviques como parte de su plan, pero no bastaba con crear problemas en las fábricas por parte de los obreros (el papel del sindicato nazi NSBO fue crucial para captar adeptos a la causa). Comenzó a organizar mítines espectaculares, llevaba a los partidarios del partido de ciudad en ciudad para llenar los teatros donde se realizaban y siempre se preparaba una entrada triunfal para Adolf Hitler. Incluso, uno de los grandes cambios fue montar a Hitler en avión. Comprendan que a principios del siglo XX, viajar en avión era algo inaudito y proyectaba la imagen de un hombre valiente que arriesgaba la vida por Alemania.
Tan solo cuatro años después de estar al frente de la labor propagandística, consiguió que el partido nazi obtuviera 107 diputados en septiembre de 1930 (cifra muy superior a los 12 diputados que obtuvieron en las elecciones de mayo de 1928), convirtiéndose en la segunda fuerza más votada, a solo seis puntos del SPD socialdemócrata. En julio de 1932, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán se convirtió en la principal fuerza política de Alemania, con el 37 por ciento de los votos y 230 diputados, sacando más de 16 puntos al SPD socialdemócrata. En noviembre de 1932, los nazis volvieron a ganar con algo menos de apoyo, pero aún con una importante ventaja. Fue después de esta segunda victoria electoral cuando Hitler lograría ser nombrado canciller y subyugó a la población alemana. En marzo de 1933, los nazis ya usaron la maquinaria del poder estatal para sus fines partidistas y, aun así, se quedaron a un puñado de diputados de la mayoría absoluta. En noviembre de ese mismo año se volvieron a celebrar elecciones, pero esta vez el único partido autorizado era el partido de Hitler, lo que le permitió, por fin, obtener su ansiada mayoría absoluta.
A pesar de lo que tantas veces se ha repetido, la población alemana no era un pueblo inculto y analfabeto. Era, junto con Francia y Reino Unido, el país más avanzado de Europa y su nivel cultural era superior al de España, Italia, Portugal y otros países. Una vez en el poder, Goebbels encontró en la propaganda informativa un nuevo aliado: la radio. En 1933, Joseph Goebbels contactó con Otto Griessing (ingeniero electrónico) para encomendarle la misión de diseñar una radio que fuera económica para producirla en masa. Una vez diseñada la Volksempfänger (la voz del pueblo), Goebbels ordenó a una serie de empresas su producción para posteriormente repartirlas entre la población y que, de esa forma, todos los alemanes tuvieran una radio en su casa. El negocio era deficitario económicamente hablando, ya que el Estado pagaba dinero a fondo perdido por su fabricación, pero era extraordinariamente rentable para conseguir el objetivo del control de la información que recibía el pueblo alemán en sus hogares.
La radio permitía que los discursos de Adolf Hitler, las noticias previamente seleccionadas y solamente una versión recorriera las casas de los alemanes a una velocidad de vértigo. De esa forma, solo existía una versión (la oficial) y todo aquel que intentaba contradecir la información del régimen recibía como respuesta: «¿No has escuchado en la radio que eso no es cierto?». Incluso cuando Alemania comenzó a perder la guerra en 1943, la información que se transmitía era que las cosas iban bien. Apenas dos años más tarde Alemania estaba invadida y el caos, la muerte y la miseria se adueñaron del país. La mentalidad humana es ridícula a la par que excepcional. Paradójicamente, el hecho de que la radio era un nuevo medio revolucionario y que causaba un gran impacto en los ciudadanos alemanes, les hacía creer a pies juntillas todo aquello que escuchaban a través de aquel extraño objeto rectangular que permitía escuchar la voz de los poderosos en tiempo real, a pesar de estar a cientos de kilómetros de distancia. Goebbels sabía que nadie podía luchar contra el poder de la radio. De nada les sirvió a los opositores combatir la propaganda de los nazis con panfletos y revistas. La desventaja era descomunal y la guerra estaba perdida.
Goebbels se mofaba de sus adversarios consciente de su superioridad en la batalla de la información. Nacieron los «bulos», esa palabra que resulta tan familiar a los ciudadanos actualmente que creen haberlos descubierto ahora. Goebbels fue pionero en la difusión de las fake news, otro término con el que algunos se han familiarizado en los últimos tiempos, pero que llevan siglos en nuestras vidas. La diferencia es que el jefe de la propaganda nazi supo cómo hacer llegar de forma rápida a los ciudadanos las falsedades sobre conspiraciones de judíos capitalistas que trataban de atentar contra el Gran Reich Alemán. Una de sus mayores obras de manipulación la encontramos en el incendio del Reichstag (el Parlamento Alemán). Dentro del espectro socialista, la pugna entre nacionalsocialistas y comunistas era una constante, no solamente en Alemania, sino también en Italia y otros países europeos. Goebbels, junto con la ayuda de Göring, sabían que los socialdemócratas, liberales y conservadores no eran su principal enemigo y que estos serían fáciles de liquidar una vez alcanzado el poder. Así pues, el 27 de febrero de 1933, los nazis ordenaron quemar el Reichstag. En pocas horas, el edificio representativo de la soberanía alemana fue consumido por las llamas ante el asombro y el temor de los ciudadanos berlineses que se agolpaban para ver arder el símbolo de su débil democracia. A las horas, la policía dio con el culpable: el comunista Marinus van der Lubbe. Mientras Göring se encargó de sembrar de pruebas falsas la investigación, Goebbels se ocupó del relato. Los nazis, de esta forma, pudieron vender al pueblo alemán que los comunistas estaban en contra de la democracia y que no respetaban la elección de los ciudadanos. El efecto que tuvo fue aplastante y los comunistas quedaron fuera de juego. A partir de ese momento, fueron considerados traidores a la patria y a la democracia. Van der Lubbe fue condenado a muerte y guillotinado. Con el paso de los años, Angela Merkel le absolvió a título póstumo de todos los cargos que se le imputaron.
La radio permitió a Goebbels aumentar el adoctrinamiento de la población tras nacionalizar las emisoras alemanas y dotarlas de contenido político. No fue hace mucho tiempo, hay que recordar que gracias a su labor de manipulación los alemanes llegaron a ver con buenos ojos las Leyes de Núremberg, aprobadas el 15 de septiembre de 1935. Quiero dejar constancia del poder que tiene la manipulación de masas para que el lector pueda comprender hasta qué punto puede llegar el ser humano. En dichas leyes se incluyeron la «Ley de ciudadanía del Reich» y la «Ley para la protección de la sangre y el honor alemanes» que tenían artículos como:
Artículo 1.º
(1) Quedan prohibidos los matrimonios entre judíos y ciudadanos de sangre alemana o afín. Los matrimonios celebrados en estas condiciones son nulos, aun si hubieren sido celebrados en el extranjero a fin de evitar ser alcanzados por la presente ley.
(2) Únicamente el representante del ministerio público podrá elevar una demanda de nulidad.
Artículo 2.º
Queda prohibido el comercio carnal extramatrimonial entre judíos y ciudadanos de sangre alemana o afín.
Artículo 3.º
Los judíos no podrán emplear en su hogar a ciudadanas de sangre alemana o afín menores de 45 años.
Artículo 4.º
(1) Queda prohibido a los judíos izar la bandera del Reich o la enseña nacional como así también exhibir los colores patrios.
(2) En cambio, quedan autorizados a exhibir los colores judíos. El ejercicio de esta autorización queda sometida a protección estatal.
Artículo 5.º
(1) Quien infrinja la prohibición establecida en el artículo 1.º será castigado con pena de presidio.
(2) Todo hombre que infrinja la prohibición establecida en el artículo 2.º será castigado con pena de prisión o presidio.
(3) Quien infrinja las disposiciones de los artículos 3.º o 4.º será castigado con arresto en cárcel de hasta un año y/o el pago de una multa.
Artículo 6.º
El ministro del Interior sancionará, previo acuerdo del representante del Führer, los reglamentos jurídicos y administrativos necesarios para hacer cumplir y complementar la ley de ciudadanía del Reich.
Artículo 7.º
La ley entrará en vigor el día siguiente a su promulgación; el artículo 3.º sólo entrará en vigor a partir del 1.º de enero de 1936.
Núremberg, 15 de septiembre de 1935, Día de la Libertad. Reunidos:
El Führer y Canciller del Reich - ADOLF HITLER
El ministro del Interior - FRICK
El ministro de Justicia - DR. GÜRTNER
El representante del Führer - R. HESS[2]
Recalco que el pueblo alemán no era en absoluto un pueblo inculto o analfabeto, todo lo contrario. A pesar de ello, no pudo resistir el raudal de información dirigida de forma magistral por Joseph Goebbels. Lo cierto es que ningún pueblo puede resistirla. Pero el genio de la propaganda moderna no se quedó ahí. La aparición de la televisión también fue utilizada para sus fines políticos. Uno de sus habituales mecanismos fue la realización de vídeos acompañados con música de fondo e intercalando imágenes de gente sonriendo para trasmitir al gran público una imagen de progreso y felicidad. También sumo el cine, el teatro y, por supuesto, los mítines políticos transmitidos por televisión para conseguir una combinación de manipulación letal junto a la radio.
El avance tecnológico ha permitido explotar todavía más la propaganda política televisiva, pero fue Goebbels el primero que comenzó a utilizar este medio. Cuando corrían voces de la inminente invasión de los «Aliados», Goebbels lanzó un bulo para mantener la moral alta de los alemanes. Se les dijo que poseían un arma secreta que acabaría con la guerra y que los alemanes no tenían nada que temer, incitándoles a luchar contra las tropas invasoras. El final es ya el conocido por todos.
Sin Joseph Goebbels, los nazis jamás habrían podido conseguir el poder ni realizar, una vez alcanzado, todas y cada una de las fechorías cometidas bajo el régimen nacionalsocialista. Tanto es así, que sus nuevas formas propagandísticas siguen vigentes en la actualidad. En cualquier mitin político (no importa la ideología del partido que lo celebre) es habitual observar como el líder del partido entra por el centro del recinto custodiado por sus colaboradores más estrechos, pero siempre a una distancia prudente para que el líder pueda destacar mientras todo el mundo aplaude su llegada. Los escenarios donde se desempeñan los grandes mítines están a una distancia considerable del público, dejando total protagonismo en la escena al orador para resaltar su poder en las imágenes que más tarde se publican en los medios de comunicación. Todo ello decorado con el logo del partido y un eslogan atractivo.
Antes de perder la guerra, Hitler había elaborado un plan con Joseph Goebbels para aumentar la velocidad y el impacto de la información audiovisual. La idea era instalar pantallas en lugares públicos para que todos aquellos que no tenían una televisión en casa, pudieran recibir la propaganda del régimen. Incluso, se pensó en realizar un programa parecido al conocido actualmente como «Gran Hermano» en el cual una pareja de jóvenes alemanes fueran los protagonistas, para así, poder demostrar cómo debía comportarse un buen alemán.
Sin embargo, los nacionalsocialistas no pudieron hacer uso de la televisión a nivel masivo, ya que su comercialización era muy limitada. Todo cambió a partir de 1950. Desde ese momento, las televisiones comenzaron a sustituir las radios en las casas y todos se lanzaban ansiosos a adquirir ese extraño aparato que emitía a miles de kilómetros de distancia contenido visual. Ante el nuevo cambio, no tardarían los distintos gobiernos del mundo en utilizar la televisión con propósitos políticos. En esta ocasión, no debemos viajar muy lejos para identificar un claro ejemplo de cómo la televisión influyó en la información. El régimen franquista ya había comenzado a utilizar los medios audiovisuales a través de la creación del NO-DO en 1942 y, posteriormente, a finales de los años sesenta, lo convirtió en el principal referente de información de los españoles.
Ningún medio ha tenido un impacto tan significativo como la televisión en la historia de la humanidad. La diferencia entre la televisión y la radio es considerable. La ventaja de la imagen visual sobre la transmisión radiofónica es que lo audible se convierte en una imagen visual con la ayuda de la imaginación del individuo que la recibe, pero no es posible mantener bajo control lo que puede llegar a imaginar el oyente. Con la televisión, la imaginación deja de existir. Lo que ves es la realidad, o al menos así lo capta tu cerebro. La televisión fue ganando fuerza y entrando en todos los hogares de los países desarrollados con el transcurso de los años. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 99,3 por ciento de los hogares en España cuentan con, al menos, una o más televisiones[3]. Barlovento Comunicación (Consultoría Audiovisual y Digital), desglosó en su informe anual el consumo de televisión por edades con los datos de las empresas Kantar y Comscore:
Es decir, el 70,7 por ciento de la población española ve cada día la televisión con un consumo medio de 3 horas y 56 minutos por persona al día. Las redes sociales creen haber desbancado a la televisión, lo cierto es que no es así tal y como demuestran los datos. Además, como veremos más adelante, las redes sociales en muchas ocasiones son un complemento a los programas de televisión y no al revés. Centrémonos en el papel que tiene la televisión en la información. Teniendo en cuenta las cifras tan elevadas de audiencia, es evidente que la televisión es la herramienta óptima para la manipulación de masas. El debate social lo marcan los medios de comunicación. En todos los países sin excepción, los temas de interés, las discusiones políticas, económicas, sociales, culturales, etc., son aquellos que deciden los mass media. La influencia sobre la opinión pública es brutal. El caso de España no es el único, pero sí el más significativo. La inmensa mayoría de los ciudadanos creen que son los políticos los que marcan la agenda. Lo cierto es que son los medios de comunicación más poderosos del país los que determinan los problemas que existen en España. Ejemplos tenemos muchos a lo largo del tiempo, pero recientemente hemos asistido al mayor espectáculo de masas del último siglo. La pandemia que nos asola, y que no sabemos cuándo terminará, no fue considerada como una amenaza para el pueblo español hasta que las televisiones, de pronto, cambiaron su discurso y empezaron a informar de la realidad del Covid-19. ¿Qué papel tuvo la televisión para que España se convirtiera en el país más afectado por la pandemia del Covid-19? La negligencia política es también responsable desde luego, pero imaginen que las televisiones hubiesen comenzado a abordar día tras día en febrero la verdad del nuevo coronavirus. Es innegable que la presión mediática y el efecto generado en la población hubiera obligado al Gobierno a actuar de forma distinta. Nadie es capaz de resistir la presión mediática en un régimen democrático o, mejor dicho, en un régimen en el cual la masa social es la que quita y pone gobiernos. Campañas mediáticas para terminar con presidentes del Gobierno, ministros, políticos, periodistas u otro tipo de personajes públicos, han sido una constante en España en los últimos años.
Sin embargo, hay algo que todavía es más peligroso que las televisiones: la fusión entre el poder político y el poder mediático. Ante esta realidad innegable que sufrimos en España, las televisiones decidieron obedecer el mensaje institucional. Pocos, muy pocos, se atrevieron a alzar la voz ante un peligro inminente.
Desgraciadamente tanto en el mes de febrero como a principios de marzo, los grandes medios de comunicación, con un alcance importante, decidieron tratar el Covid-19 como una gripe común que no tendría mayor importancia. He aquí una transcripción literal producida en RTVE el día 25 de febrero a las 9 horas y 25 minutos entre el director de Los desayunos de TVE y el conocido periodista Lorenzo Milá que cubría la situación de Italia:
XABIER FORTES: Las víctimas mortales, Lorenzo Milá, norte de Italia, presentaban patologías previas. Buenos días.
LORENZO MILÁ: Eso es. Buenos días. Y este es un detalle muy importante porque al final aquí los médicos no se cansan de repetirnos que estamos ante un tipo de gripe. Es un tipo de gripe nueva, es verdad, no tenemos memoria vírica, no tenemos de momento vacuna, pero al final es un tipo de gripe que como la gripe, afecta sobre todo a personas con defensas bajas, con situaciones de salud precaria como las personas mayores, que es lo mismo que ocurre con la gripe común. Y tiene un índice de mortalidad bajísimo, más bajo que la gripe común, en torno al 2 por ciento, por tanto, no podemos hablar de qué sé yo, de virus terroríficos como puede ser el ébola. No, estamos hablando de un tipo de gripe que se curan la mayoría de las personas que se han infectado.
Como estáis diciendo, las cifras a falta de la actualización que se producirá en pocos minutos por el Gobierno, estamos hablando de 229 o 231 contagiados, 7 muertos, todas personas mayores con patologías previas, la mayor parte de los contagiados están aquí en Lombardía, no aquí en Milán, pero sí en la llamada zona roja, esos diez pueblos acordonados en este momento. Hay dos nuevos casos en Florencia y en Palermo, pero no se trata, parece, de focos nuevos, sino personas que vienen de esta zona y que han bajado a Florencia y Palermo y ahí han dado positivo al coronavirus. Como digo, la mayor parte de estos infectados se están recuperando en su casa como si fuera una gripe común, hay menos de la mitad hospitalizados y apenas 25 personas en la UCI. Esta es un poco la fotografía real que los médicos no se cansan de repetir, pero que, chico, parece que se extiende más el alarmismo que los datos, ¿no?
XABIER FORTES: Está muy bien, Lorenzo, lo que decías ayer en la crónica del telediario, que más que muertes por coronavirus había que hablar de muertes con coronavirus, que no es exactamente lo mismo y lo acabas de explicar perfectamente.
Apenas unas horas más tarde, Lorenzo Milá volvía a entrar en directo en el Telediario de RTVE presentado por Ana Blanco a las 15 horas y 18 minutos. Esta es la transcripción literal:
LORENZO MILÁ: La sensación aquí en, sobre todo aquí en la capital en Milán, es de casi total normalidad. Nosotros, que como tú decías hemos estado visitando estos últimos días los pueblos de la zona roja antes de que la cerraran, pues allí por puro sentido común te pones la mascarilla o cuando estás delante de alguien que pueda ofrecer algún riesgo te pones la mascarilla, te lavas más las manos, aunque la mascarilla, dicen los médicos, que protege más bien poco.
Este fragmento del vídeo tuvo un impacto en las redes sociales tremendo. Es difícil cuantificar cuantos millones de españoles consumieron el mensaje lanzado por Lorenzo Milá a través de la televisión pública. En Twitter, el vídeo tuvo más de 7 000 000 de visualizaciones. En la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp, el vídeo corrió como la pólvora entre la población española y no solo eso, sino que fue compartido por multitud de partidos políticos e incluso por ministros. «Pon un Lorenzo Milá en tu vida», rezaba la mayoría de publicaciones que se hacían eco de las palabras del periodista. Apenas dos semanas más tarde, Italia contaba con más de 10 000 infectados y más de 800 víctimas. A día de hoy, la cifra de infectados reconocidos es de 224 760 y 31 763 víctimas.
¿Cómo es posible que el 25 de febrero esta información falsa pudiera ser entregada a los españoles sin que ningún medio con difusión contara la verdad? ¿Cómo puede ser que los españoles creyeran ese mensaje falaz? ¿Cómo puede ser que con todos los datos disponibles se engañara a millones de personas?
Vayamos a la cronología de los hechos y datos que ya se conocían antes de esa fecha.
31 de diciembre 2019: la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (provincia de Hubei, China) informa sobre un grupo de 27 casos de neumonía de etiología desconocida e informa a la oficina de la OMS en Pekín.
1 de enero: China clausura el Mercado Mayorista de Mariscos del Sur de China de Wuhan.
7 de enero 2020: China identifica la enfermedad como Coronaviridae SARS-CoV-2.
10 de enero: China reporta su primera víctima por coronavirus.
11 de enero: Hong Kong comienza a desinfectar trenes y aviones.
— Singapur anuncia que comenzará a realizar controles de temperatura en los aeropuertos.
14 de enero: Tailandia reporta el primer caso de coronavirus fuera de China. La paciente acababa de estar en Wuhan, pero asegura no haber estado en el Mercado Mayorista de Mariscos de China de Wuhan.
15 de enero: la posibilidad de que exista transmisión entre humanos cobra fuerza.
16 de enero: Japón anuncia su primer caso confirmado. El paciente admite haber estado en Wuhan, pero en ningún momento estuvo en el mercado del origen del nuevo coronavirus.
17 de enero: expertos comienzan a dudar de las cifras ofrecidas por el gobierno chino y temen que el número de casos sea mayor del oficial. China reporta su segunda víctima.
— Estados Unidos comienza a realizar chequeos a los pasajeros procedentes de Wuhan.
18 de enero: se filtra a la prensa internacional tres casos sospechosos de coronavirus fuera de Wuhan, en concreto en Shenzhen y Shanghái. Las autoridades chinas se niegan a confirmar esta noticia.
— El Centro MRC para el Análisis Global de Enfermedades Infecciosas del Imperial College de Londres, que asesora a organismos como el gobierno del Reino Unido y la Organización Mundial de la Salud (OMS), anuncia que los casos de infección como mínimo son 1723 y no los 60 que reconoce China en Wuhan.
19 de enero: Corea del Sur reporta su primer caso del nuevo coronavirus. Se trata de un caso importado de una ciudadana china proveniente de Wuhan.
— China afirma que el virus está bajo control.
— El profesor David Hui, afirma que es cuestión de tiempo que haya casos en otras provincias continentales y los expertos en salud pública de Hong Kong piden medidas de prevención intensificadas.
20 de enero: China confirma más de 250 casos y la Comisión Nacional de Salud de China confirma la transmisión entre humanos del nuevo coronavirus (supuesto que ya se daba por sentado en otros países que desconfiaban de la información proporcionada por China).
21 de enero: Estados Unidos confirma su primer caso. El caso se sitúa en Washington. El paciente viajó a Wuhan hace 15 días.
22 de enero: la OMS se reúne de urgencia en Ginebra para analizar el riesgo del coronavirus. Se debate entre declarar el estado de emergencia internacional y finalmente deciden esperar.
— La Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) emite un comunicado en el que afirma que el riesgo de que se produzcan casos en España del nuevo coronavirus es «muy bajo» y aseguran que «dispone de los sistemas de vigilancia epidemiológica adecuados para detectar cualquier caso importado y, en caso de sospecha, activar las medidas de aislamiento necesarias para evitar la transmisión».
Actualmente en nuestro país no existen razones para la alarma. España cuenta con un Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias en contacto con la Organización Mundial de la Salud y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades; Unidades de Alertas de Salud Pública en la mayoría de CCAA y Servicios de Medicina Preventiva en los hospitales encargados de gestionar el riesgo de transmisión.
— Luis Enjuanes, jefe del Laboratorio de Coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB), realiza una entrevista en la que afirma:
La letalidad de este tipo de virus es muy variable y está muy relacionada con la edad. En este sentido, la buena noticia es que el de Wuhan parece menos agresivo, comparado con otras epidemias anteriores, como la del SARS de 2002. En esa ocasión, los menores de quince años superaron el virus sin problemas; pero, entre los 15 y 55 años, murieron el 10 por ciento; y con más de 65, la mortalidad superó el 70 por ciento. Según los datos que manejamos, con este nuevo coronavirus también hay una relación directa entre letalidad y edad.
Además, alerta de que el virus llegará de forma inminente a España:
España es un país con una población china amplia y eso hace posible que llegue aquí. La medida que se podría tomar es el control de los vuelos procedentes de China, a través de una encuesta a los viajeros. Saber si han estado en la ciudad de Wuhan y, en base a eso, hacerles una entrevista y tomarles la temperatura. Es lo que se está haciendo ya en varios aeropuertos de Estados Unidos. Además, estamos en vísperas del Año Nuevo chino, en el que se espera que tres millones de ciudadanos chinos viajen a sus lugares de origen. Es el mayor movimiento de población humana que se da en unas fechas concretas en el mundo, lo que complica mucho la situación, teniendo en cuenta que ya se ha confirmado que se transmite entre personas.
Su alerta cayó en saco roto. Es más, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, afirmó ese mismo día: «Nuestro país cuenta con recursos y con un buen sistema de coordinación con las comunidades autónomas y estamos preparados para actuar ante cualquier eventualidad».
23 de enero: China desaconseja los viajes a Wuhan. Sin embargo, España sigue recibiendo viajeros procedentes del epicentro de la pandemia y no se realiza ningún tipo de control.
— China comienza a aumentar las restricciones en la provincia de Hubei.
Huanggang, situada al este de Wuhan, suspende los servicios de autobuses y trenes e impide a las personas abandonar la ciudad. También se cierran cafeterías, cines, teatros y exposiciones.
Ezhou, justo al sur de Huanggang, cierra sus estaciones de tren.
Xiantao cancela todas las reuniones, suspende el transporte y establece controles de temperatura.
Chibi y Lichuan también suspenden todo tipo de transportes.
Pekín anuncia la cancelación de las celebraciones más importantes de Año Nuevo chino.
— En Londres, el aeropuerto de Heathrow, que es el de mayor tráfico de Europa, abre una zona especial por la que deben pasar todos los pasajeros que lleguen de Wuhan.
Estados Unidos anuncia lo propio en los aeropuertos de Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, Chicago y Atlanta. Se suman a los controles realizados por Nigeria, Japón, India, Bangladesh, Nepal, Singapur, Malasia, Tailandia y Taiwán.
— Corea del Norte cierra sus fronteras a todos los turistas extranjeros.
— En España, el ministerio de Sanidad, no impone controles y afirma que el riesgo es «muy bajo».
El ministerio de Asuntos Exteriores recomienda no viajar a las zonas afectadas de China, pero no lo prohíbe.
— China confirma la primera víctima fuera de «la zona 0».
— China anuncia el bloqueo de movimientos de Wuhan, una ciudad de 11 millones de personas, queda aislada del mundo y se prohíbe a sus ciudadanos entrar y salir. Las cifras reportadas por el gobierno chino en ese momento son 26 víctimas y 887 infectados.
— La India, Vietnam y Singapur reportan sus primeros casos.
24 de enero: China impone la cuarentena a 40 millones de personas en un total de 13 ciudades. Los hospitales comienzan a estar saturados. Se impone el uso de la mascarilla de forma obligatoria y se incita a los ciudadanos a denunciar a aquellos que no la usen.
— Francia confirma los primeros casos en Europa. En total son 3 los infectados, dos de ellos en París y otro en Burdeos.
— El director general de la Organización Mundial de la Salud (Tedros Adhanom Ghebreyesus) defiende las medidas adoptadas por China y afirma que no solo ayudará a controlar el brote en el país asiático, sino que también «minimizará las posibilidades de que este brote se extienda internacionalmente».
— Pablo Iglesias asegura que España está preparada para afrontar el riesgo del coronavirus: «Estamos preparados para la situación que venga».
25 de enero: Australia reporta su primer caso.
— Zhang Chongxi, gerente general de la empresa de carreteras y puentes de Wuhan Construction, anuncia que el gobierno chino le ha ordenado la construcción de un hospital en diez días para atender a los infectados por el nuevo coronavirus.
Se ordena la producción masiva de mascarillas en el país. Los primeros efectos del coronavirus se dejan notar.
— La prestigiosa revista The Lancet publica un estudio en el que advierte del riesgo de las personas asintomáticas. Se descubren los primeros casos de enfermos que no presentaban tos, fiebre ni problemas respiratorios. El estudio alerta de la importancia de rastrear y poner en cuarentena a los infectados tan pronto como sea posible para evitar que los asintomáticos puedan propagar la enfermedad.
— Hong Kong declara el estado de emergencia. Cierra escuelas y limita el uso del transporte público.
— España anuncia un caso sospechoso infectado por el nuevo coronavirus en Granada.
26 de enero: el ministro de Salud de China, Ma Xiaowei, anuncia que el nuevo coronavirus se está fortaleciendo. En la misma rueda de prensa afirma que China está trabajando en el desarrollo de una vacuna.
— China no tiene más remedio que revelar al mundo que el nuevo coronavirus es contagioso incluso antes de presentar síntomas, tal y como afirmaba el estudio de The Lancet. También informa de que el periodo de incubación del virus es de 14 días.
— Comienzan a circular imágenes por las redes sociales de la terrible situación que se vive en Wuhan. Cadáveres apilados en las salas de espera de los hospitales, enfermeros llorando y declarando a cámara que la muerte es lo único que les espera, pacientes agolpándose a las puertas de hospitales colapsados y lanzando billetes para recibir atención sanitaria, personas que se desploman por las calles, etc. China actúa y comienza a detener a los ciudadanos chinos que están informando al mundo del terrible impacto de la enfermedad. El número de médicos que están infectándose comienza a aumentar de forma vertiginosa.
— La provincia china de Cantón ordena el uso obligatorio de mascarillas protectoras a los más de 110 millones de habitantes de la región.
— El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, anuncia que se dirige a Pekín para estudiar la respuesta al nuevo coronavirus originado en Wuhan.
27 de enero: la OMS eleva el nivel de amenaza internacional del coronavirus de «moderado a alto».
— Las bolsas mundiales arrojan números negativos. Todos los valores del Ibex registran pérdidas.
28 de enero: Alemania confirma tres casos de coronavirus en el país.
— Estados Unidos y Australia comienzan a trabajar en una vacuna.
— China informa de que ya son más de 100 víctimas en el país. Los expertos dudan de la veracidad de las cifras chinas a tenor de las imágenes y testimonios ofrecidos por los ciudadanos de Wuhan.
29 de enero: Iberia y British Airways anuncian que suspenden todos sus vuelos con China.
— Se suspende el campeonato del mundo de atletismo en pista cubierta que debía celebrarse en marzo en la ciudad de Nankín (China).
— Ese mismo día, llega a Málaga el equipo de fútbol de Wuhan. Las autoridades españolas afirman que no tienen síntomas (a pesar de que está demostrado que puedes estar infectado y ser asintomático).
— El coronavirus supera los 6000 afectados, más que el SARS de 2002, aunque su mortalidad es menor teniendo en cuenta los datos ofrecidos por China. La facilidad de propagación es ya evidente. Se contabilizan 1459 nuevos casos en apenas 24 horas.
30 de enero: Italia confirma sus dos primeros casos de coronavirus. El primer ministro italiano (Giuseppe Conte) anuncia la suspensión de todos los vuelos desde y hacia China.
— El comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara la emergencia sanitaria internacional por el brote del nuevo coronavirus.
— Se desploman las reservas hoteleras, Starbucks anuncia el cierre de más de la mitad de sus cafeterías en China, Toyota se prepara en Japón para detener la producción y las compañías aéreas más importantes del mundo (excepto KLM y otras compañías menores), anuncian la cancelación de sus viajes a China.
— España continúa sin hacer controles en los aeropuertos y se sigue permitiendo la llegada de viajeros procedentes de China que hacen escala en otros países. Salvador Illa comparece públicamente y responde de esta forma a un periodista que le pregunta acerca de la minimización del riesgo del nuevo coronavirus:
No minimizamos nada, no hay ningún caso en estos momentos en España. Está preparado nuestro sistema para hacer frente a estas situaciones y las seguimos a diario con transparencia informativa.
30 de enero: Canadá confirma sus primeros casos.
— La revista The Lancet publica un nuevo estudio acerca del nuevo coronavirus. En el mismo, afirma que la cifra de contagios que publica el gobierno chino es falsa y que la cifra real podría ser hasta siete veces superior. Como mínimo la cifra sería cercana a las 75 000 personas y no las 9700 que reconoce China. En el mismo estudio, tratan de detectar el Ro (es decir la capacidad de contagio que tiene una persona infectada), situándolo entre el 1,5-3.
— El fotógrafo Héctor Retamal muestra los estragos del nuevo brote de coronavirus. En la instantánea, un ciudadano pasea en bicicleta mientras en segundo plano se observa el cuerpo sin vida de un hombre.
31 de enero: comienzan a sonar voces que advierten de la posibilidad de que el nuevo coronavirus podría haberse escapado del laboratorio ubicado a escasos metros del mercado de Wuhan y que trabaja con patógenos. El profesor titular del departamento de Fisiología, Genética y Microbiología de la Universidad de Alicante (UA), Francis Mojica, alza la voz de alarma en España.
— España confirma el primer caso de coronavirus. El paciente es un turista que se encuentra en La Gomera. Ese mismo día, sale a la palestra un personaje que hasta el momento era desconocido por el gran público: Fernando Simón. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del ministerio de Sanidad, en una breve comparecencia afirma:
Nosotros creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado. Esperemos que no haya transmisión local. Si la hay, será transmisión muy limitada y muy controlada.
Hay indicios de que esta enfermedad sigue sin ser excesivamente transmisible. Sigue habiendo una sola zona, una sola provincia de China con transmisión comunitaria real, en otras zonas hay una transmisión limitada y controlada, y por lo tanto parece, además con el número de casos nuevos que van notificándose día a día, que la epidemia tiene posibilidades de empezar a remitir.
Detengámonos un momento antes de continuar con la cronología de los hechos. En el mes de enero, mientras España no hacía nada para prepararse ante una más que posible pandemia que asolara nuestro país, la información que se tenía acerca de este virus era la siguiente:
Estos datos fueron recogidos posteriormente en un informe que está firmado por el propio Fernando Simón el día 10 de febrero. Informe que ha sido retirado de la página web del ministerio de Sanidad y que, por supuesto, los españoles desconocían.
Recordemos lo que comentó el 30 de enero el prestigioso doctor Cavadas en unas declaraciones en el programa Espejo Público sobre este nuevo coronavirus:
Cuando le han prestado tanta atención, suena que es serio. Por simple evolución biológica, el ser humano tiene que tener en las próximas décadas una pandemia que diezme a la población. Ha ocurrido en todas las especies durante cientos de millones de años y el ser humano no va a ser distinto. Eso va a ocurrir y saben que va a ocurrir. ¿Qué virus va a ser? No se sabe. Se sospecha que tiene que ser un virus que se contagie fácilmente a través del aire. Se sospecha que puede ser una mutación agresiva de virus de gripe que pase de un animal a las personas. Se pensó que podría ser el Ébola, pero luego resultó no ser tan contagioso tal como pensábamos, aunque no es una broma, no es la Virgen María el ébola, y el coronavirus es un virus que se contagia fácilmente, que es muy agresivo y cuando en China, que no es el país más transparente del mundo, y mis dos hijas son chinas, con lo cual me puedo permitir hablar de China. Cuando en China aparentan transparencia desde el minuto uno, a mí me da que pensar, a mí me preocupa.
Yo no soy alarmista porque además sé que va a ocurrir, bueno, pues si cuando ocurra una pandemia, a ser posible que no le toque a nadie que yo quiera y si le toca, la vida es así. Pero si en China, precisamente China, que junto con otros países como digo no es la transparencia, reconocen un número de muertos y contagiados, no hace falta ser muy listos como para saber que diez o cien veces más. Cuando se construye un hospital con ochocientas retroexcavadoras de cien toneladas y se construye un megahospital en tres semanas es que no va en broma. Además, esas imágenes se muestran, es que, en vez de un hospital, están haciendo ocho. No es una broma y cuando han contenido una población, que en China no es mucho, pero es la población de España, son cuarenta y pico millones de personas, y como digo en China cuarenta y pico millones de personas en dos rinconcitos los tienes. Pero contenga usted una población como la de España. Tienen que tener un buen motivo. No digo que vaya a ser la hecatombe o que esta vaya a ser la gran epidemia, pero no parece una broma. No parece que vaya a ser una bromita, un truco para vender mascarillas.
¿Cómo reaccionó la opinión pública ante estas declaraciones? Los medios de comunicación, unidos a las redes sociales de las que nos ocuparemos más tarde, se lanzaron al unísono a criticar al señor Cavadas. Lo tacharon de alarmista, vendehúmos, prepotente, ignorante e incluso muchos trataron de ridiculizar su opinión debido a que no era un experto en pandemias. María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, no tardó en salir al paso en el programa Al rojo vivo el día 31 de enero. Antonio García Ferreras, director del programa, le presentaba el corte de las declaraciones del doctor Cavadas. Esta es la transcripción de un breve fragmento de la entrevista:
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: tiene dudas. Además, él cree que a lo mejor se multiplican por diez o por cien el número de casos.
MARÍA NEIRA: lo que yo le podía decir es que el gobierno chino ha invitado no solo a la OMS que está allí presente, sino que ha invitado también al CDC de Estados Unidos, ha invitado también a los expertos epidemiólogos de la Comisión Europea, con lo cual, en fin, y otra cosa que yo llamaría también la atención, es cierto que China tiene un pasado y hay que tener siempre una alerta con todos los países. […] China ha sido la primera en declarar en mostrar esas imágenes de todo cerrado, todo parado, de mostrar las imágenes de esos hospitales. Si luego quisiera esconderlo le iba a resultar muy difícil.
La información se centraba en dar veracidad a la versión del gobierno lanzada por Fernando Simón u otro tipo de epidemiólogos que negaban la mayor y seguían sosteniendo que esto no era nada grave. En el momento en el que escribo este libro, la página web de La Sexta ha eliminado los programas realizados por Al rojo vivo del mes de enero, febrero y marzo, excepto la sesión de investidura de Pedro Sánchez del día 7 de enero. Las declaraciones en el medio nacional de referencia elegido por los españoles para informarse de temas de actualidad política, que más tarde repasaremos, fueron un claro ejemplo de cómo esos «periodistas» y colaboradores, no son más que marionetas del poder político.
A diferencia de ellos, es bastante factible que el doctor Cavadas sí que hubiese leído, como hicimos muchos, los informes de The Lancet y muy posible que, debido a su gran conocimiento en otros ámbitos, fuera consciente de lo que se venía y simplemente trató de alertar a la población española en contra del criterio establecido por el poder gubernamental y los medios de comunicación. Sin embargo, pronto aparecieron las masas de acoso para desacreditarlo.
El mecanismo de recurrir a las masas de acoso se ha utilizado a lo largo de la historia en multitud de ocasiones. No siempre basta con controlar la información, para poder erradicar cualquier atisbo de lucidez entre la oscuridad de la ignorancia, se requiere un grupo de fanáticos convencidos por la causa, que se lancen contra todo aquel que se atreva a refutar con datos la opinión generalizada y difundida por los medios al servicio del poder político. ¿Cómo actúan esas masas de acoso? Desde tiempos lejanos, siempre se ha utilizado a parte de la población como propósito de acoso a todo aquel que se salía del guion marcado por los poderes fácticos. En primer lugar, se debe establecer bien claro quién es el enemigo. Los encargados de apuntar es el poder político, los encargados de disparar, en la actualidad, los medios de comunicación.
No es nada nuevo, apenas hay cosas novedosas en el mundo actual, incluso una pandemia es de las cosas más antiguas que se recuerdan y, fíjense, hasta la solución que hemos vivido (todos encerrados y prohibido salir) es más propia de la época medieval que de un mundo civilizado y evolucionado. El ser humano tiende a despreciar los acontecimientos históricos que radian conocimiento para comprender el presente. Lo primero que debe hacer cualquiera para conseguir el apoyo incondicional de esos fanáticos es simplificar el lenguaje para que pueda ser comprendido por la masa. No solo el lenguaje, sino también el mensaje. No puede ser un mensaje elaborado dirigido a un público con un alto nivel intelectual y cierta inteligencia. El mensaje lo tiene que entender la masa, compuesta en su mayoría por personas con poco o ningún interés en adentrarse en el maravilloso mundo del conocimiento. A través de un mensaje simple y apto para que pueda ser comprendido por todos, se busca que el esfuerzo requerido por el receptor sea nulo. De esta forma, y otorgando a la masa «el derecho» de poder opinar a pesar de no tener la formación necesaria para ello y, sobre todo, la información, consigues que estos repitan de forma constante el mensaje oficial. Como perros adiestrados, se lanzan, una vez escuchan a su amo dar las ordenes, a por el discrepante.
Esto tiene un efecto demoledor. Muchos observan el linchamiento, la mayoría no son capaces de atravesar la superficie de lo ocurrido y llegar al fondo de la cuestión, lo que permite que muchos de ellos opten por el silencio para no verse sometidos a una situación similar. Ya lo decía Maquiavelo: «En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven». A falta de comprensión, el terror es una de las herramientas a las que se debe recurrir para impresionar a las masas y mandarles un mensaje claro: el próximo puedes ser tú si decides postularte en contra de la versión oficial.
Javier Salas, periodista del diario El País que se ocupa de la sección de ciencia, le dedico un hilo en la red social Twitter el día 31 de enero, que fue retuiteado por miles de personas para desacreditar el mensaje de Cavadas. El hilo rezaba así:
Para terminar, el tal Javier Salas, decidió ponerse el mundo por montera y rematar la faena en su hilo con un artículo publicado en El País al día siguiente utilizando mayores descalificativos contra el doctor Cavadas. Artículo firmado por él mismo. Confieso que tengo la mala costumbre de entrar en Twitter de vez en cuando y guardé este hilo, lamentablemente, sabiendo que posiblemente me serviría para un futuro. También he de confesarles que mantengo ciertas buenas costumbres, como no leer nunca el diario El País. Por ello, desconozco si el señor Javier Salas sigue escribiendo en la sección de ciencia o ha sido relegado al horóscopo semanal. Sección en la que quizás incluso podría acertar más que con la cuestión del coronavirus.
Sin embargo, su hilo es una maravillosa lección de manipulación de masas. En primer lugar, recurre a una supuesta seriedad a la hora de abordar la actualidad política. Recuerden, mensajes claros y directos es lo que necesita la masa: yo sé de lo que hablo, el otro no.
No solo eso, también se atreve a llamar al doctor Cavadas «desinformador», para que así el lector tenga claro que hay un enemigo (Cavadas) y un salvador (él), cuando en realidad, lo único que ha hecho el primero es declarar una evidencia. Por supuesto, recurre al mecanismo de ridiculizar al mensajero, una praxis muy utilizada en un país como España que padece «titulitis», ya se sabe que solamente un inculto se deja impresionar por los títulos universitarios. «Cavadas es un cirujano», es decir, no sabe de lo que habla porque no es un experto en la materia, transmitiendo al lector que hagan caso de lo que nos cuenta nuestro experto oficial, que no es otro que Fernando Simón y nuestro ministro de Sanidad. ¡Confíen en el Estado! Le faltó espetar. Por último, recurre a la manipulación del mensaje. Cavadas no dice conocer la realidad de China porque sus hijas sean chinas, eso es una manipulación en toda regla. Dice literalmente:
Cuando en China aparentan transparencia desde el minuto uno, a mí me da que pensar, a mí me preocupa. […] si en China, precisamente China que junto con otros países como digo no es la transparencia, reconocen un número de muertos y contagiados, no hace falta ser muy listos como para saber que son diez o cien veces más. Cuando se construye un hospital con ochocientas retroexcavadoras de cien toneladas y se construye un megahospital en tres semanas es que no va en broma. Además, esas imágenes se muestran, es que, en vez de un hospital, están haciendo ocho.
Javier Salas decide, sin pudor, buscar el fragmento que pueda ridiculizar al mensajero para que, así, el incauto e ignorante no tome en consideración bajo ningún concepto la opinión de Cavadas. No fue el único que estimuló a las masas de acoso y les otorgó un discurso fácilmente repetible para acabar con cualquier tipo de debate. Fueron multitud los que se sumaron a la campaña de linchamiento tanto en medios de comunicación, hasta el propio programa de Espejo Público, como multitud de artículos y publicaciones que acusaron de alarmista al doctor. Nunca más, al menos hasta la fecha de la elaboración de este libro, el doctor Cavadas ha vuelto a pronunciarse públicamente al respecto de la pandemia del covid-19.
Las masas de acoso siempre han sido un baluarte para imponer la voluntad del régimen. Su utilidad a lo largo de la historia ha quedado demostrada en numerosas ocasiones porque permiten que un movimiento, a pesar de no contar con gran popularidad, pueda imponerse a través de la violencia, ya sea física o verbal, gracias a la intimidación del indeciso que no posee una clara opinión sobre un asunto determinado, pero que tiene claro que no quiere recibir la misma medicina que los opositores. El miedo a disentir es una de las recetas más prácticas para conseguir controlar a la población. En el siglo XX hemos vivido una lección magistral de cómo se consigue imponer el terror en la población. Cuando Vladimir Lenin decidió no negarse a realizar las elecciones que previamente habían sido convocadas por Kérenski antes de exiliarse, y de esa forma, poder comprobar el apoyo real que tenía entre la población, al ver la aplastante derrota por los bolcheviques frente a los socialistas revolucionarios (más moderados), no tardó ni 48 horas en disolver la Asamblea Constituyente. Declaró enemigos de las clases populares a todos sus oponentes y creó la Checa, nombre formado por las iniciales rusas que en español significa «Comisión para combatir la Contrarrevolución y el sabotaje». Nombró a Dzerzhinski líder de la misma y ordenó la ejecución de miles de inocentes simplemente para impresionar a las masas. De nuevo, el recurso lingüístico de apuntar a un enemigo común de las clases populares fue utilizado por Lenin y posteriormente por Stalin, para acabar con cualquier atisbo de oposición al régimen. Pero no fueron los únicos.
El mejor ejemplo lo encontramos en Italia. Benito Mussolini no era un tipo especialmente popular antes de tomar el poder. De hecho, cuando el 29 de octubre de 1922, el rey Víctor Manuel III ordenó a Benito Mussolini crear la formación de un gobierno de coalición nacional tras la famosa marcha sobre Roma, el Partido Fascista tan solo había obtenido 29 549 votos y dos míseros diputados. ¿Cómo consiguió entonces someter a todo un país con tan poco apoyo por parte del electorado? La respuesta la tenemos de nuevo en las masas de acoso que acompañaron la manipulación. En el libro La doctrina del fascismo, escrito por Giovanni Gentile y Benito Mussolini, se deja muy claro que el Estado debe garantizar de forma directa la uniformidad de las masas para poder conseguir inculcar los valores fascistas. Para ello, se tiene que atemorizar a las masas para conseguir ganar adeptos que prefieran estar del lado de los que golpean que del lado de los golpeados:
Hemos constituido el Estado corporativo y fascista, el Estado de la sociedad nacional, el Estado que reúne, controla, armoniza y atempera los intereses de todas las clases sociales, las cuales se sienten todas igualmente tuteladas.[6]
La palabra que más se repite en la «biblia» fascista es Estado. En un discurso pronunciado en la cámara de los diputados Mussolini definió de esta forma el fascismo:
Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.[7]
Un claro mensaje en el que dejaba patente que todo debe pasar por las manos estatales, es decir gubernamentales, para poder controlar con acierto el comportamiento de la masa. Para ello, creó lo que popularmente fue conocido como «los camisas negras». Su propósito principal era intimidar y silenciar a los opositores por activa o por pasiva. No tuvieron ningún problema en llegar al extremo de asesinar a los opositores más relevantes, como el liberal Giovanni Amendola o el propio excompañero de Mussolini, el socialista Giacomo Matteotti. Su modus operandi consistía en pasearse por las calles de Italia y acudir a las fábricas para controlar cualquier intento de sabotaje contra «il Duce». El efecto obtenido fue, a decir verdad, muy exitoso, ya que le permitió conseguir ganar adeptos al cuerpo y también que la población disconforme con la gestión no se pronunciara al respecto, dejando una clara sensación de que nadie estaba en contra de las políticas tomadas por el dictador italiano. La individualización del enemigo permitió amordazar a los críticos y que estos recurrieran a la autocensura para evitar ser castigados por las temidas camisas negras. Quien controla los mensajes que recibe la masa controla el poder. Y si a esto le añadimos las masas de acoso, los opositores se disuelven como un azucarillo, presos del miedo y el linchamiento público. Solamente la derrota en la Segunda Guerra Mundial pudo devolver a los italianos la libertad que habían perdido. No fue la democracia ni las votaciones los que consiguieron terminar con el régimen totalitario de Benito Mussolini, al que no le hizo falta aplicar un régimen genocida, sino puramente una hegemonía de ideas que nadie se atrevía a poner en cuestión.
Los nacionalsocialistas no se quedaron atrás a la hora de unir propaganda-masas de acoso. Las SS (las Schutzstaffel) tuvieron un papel crucial en el triunfo del mensaje de Adolf Hitler. Al igual que Goebbels fue el genio de la propaganda informativa, Heinrich Himmler lo fue a la hora de organizar las masas de acoso. La combinación de la brillantez de Goebbels con la disciplina y pragmatismo de Himmler fue letal para la población alemana en todos los aspectos. El primero se encargó de enviar a la población un mensaje corto y directo que dividía a la sociedad en dos: buenos alemanes o malos alemanes. No es necesario explicar el efecto que tiene en la masa la connotación de la palabra bueno frente a malo. Lógicamente, todos querían estar en la parte de los bravos alemanes que se disponían, según la propaganda del régimen, a reconstruir Alemania a pesar de los enemigos internos y externos que deseaban verla sumida en la miseria. No obstante, Himmler tuvo que lidiar con la parte de hacer entender, por lo civil o por lo criminal, a los ciudadanos cómo se comportaba un buen alemán. En 1929, Erhard Heiden dimitió como jefe de las SS al considerar que el proyecto nacionalsocialista no tenía futuro y se había desencantado con el mensaje del partido. Hitler necesitaba a alguien que no dudara ni un ápice de las ideas del movimiento y estuviera dispuesto a utilizar los mecanismos nazis hasta las últimas consecuencias como nuevo jefe de las SS. Ese alguien era Himmler, quien tuvo en sus manos un gran número de fanáticos dispuestos a cumplir cualquier tipo de órdenes.
Las SS pronto se contagiaron del fanatismo de Himmler y todos aquellos que mostraban alguna reticencia a aceptar las órdenes que él les imponía eran duramente castigados. Es fundamental que las masas de acoso no se cuestionen bajo ningún concepto el mensaje que reciben. De nada sirve contar con personas con autocritica, por muy pequeña que sea esta. Sin la convicción fehaciente de estar en el bando correcto y sirviendo a la causa, el acoso puede agrietarse en el proceso de linchamiento, ya que el plan puede irse al traste por muy pequeña que sea la división que se produce entre las filas de los encargados de liquidar la credibilidad del acusado. Himmler comprendía perfectamente este punto y por ello no dudó en expulsar a los estrechos colaboradores de Erhard Heiden por si se habían contagiado de sus dudas. Llenó las SS de analfabetos y gente sin futuro a los que entregó un motivo por el que vivir. Aprovecharse del resentimiento de los fracasados sociales que habitan en la amargura y el odio constante, fue el mejor aliado de Himmler para crear un verdadero ejército de fieles que atacaran al unísono a todo aquel que trataba de mostrar un mínimo de disconformidad con el régimen nacionalsocialista. La persecución contra judíos, liberales, aristócratas que se negaban a aceptar los planes de Hitler y grandes empresarios que no se sometían a los dictados de la producción que les ordenaba el gobierno nazi fue una constante durante los primeros años. Apoyados por las Sturmabteilung (sección de asalto), y popularmente conocida como las SA, el silencio de la oposición fue prácticamente sepulcral durante todo el gobierno de los nazis. Arrasaron con todos y el mensaje único triunfó en toda Alemania durante más de una década. Aquellos que se atrevían a alzar la voz eran pronto descubiertos, con la inestimable ayuda de la Gestapo (la policía secreta), y enviados a los campos de concentración. Otro concepto clave que debe incluir las masas de acoso es precisamente ese, delatar al «traidor».
Podríamos hablar del Kenpeitai, una organización destinada al control de la población y a labores de inteligencia, que Hideki Tojo convirtió en una organización para buscar disidentes políticos entre la población japonesa copiando a las SS. Se creó un estado de pánico generalizado, ya que se premiaba económicamente a los ciudadanos que dieran información y el miedo a ser delatado se apoderó de la sociedad japonesa, por lo que la autocensura y evitar hacer cualquier tipo de consideración política era lo habitual. Entre el poder de Tojo y la manipulación mediática, los japoneses creían que su emperador Hirohito tenía una condición divina santificada por la Constitución de 1889 como descendiente de la diosa del Sol Amaterasu. Tanto es así, que la primera vez que los japoneses escucharon la voz de Hirohito fue cuando anunció por radio la rendición de su país en la II Guerra Mundial. Solamente supieron la realidad de que se trataba de un ser humano corriente más tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, momento en el que no tuvo más remedio que ceder a su condición divina debido a que fue una de las condiciones impuestas por Estados Unidos.
Qué decir de los Tonton Macoute. Creados en 1959 por François Duvalier (a la sazón el dictador de Haití) más conocido como «Papa Doc» y uno de los más perversos de la historia. Cuando comenzó a desconfiar profundamente del ejército, al que acusaba de estar detrás del intento de asesinato que había sufrido un año antes, decidió crear su propio cuerpo de seguridad personal en 1959. La misión de los Tonton Macoute era silenciar a todo aquel que cuestionara el papel del líder haitiano y pudiera suponer una amenaza para el régimen. Llegaron a ser más de 200 000 hombres los que integraron la banda, en un país que no alcanzaba los 4 000 000 de habitantes. En todas las familias había al menos un miembro infiltrado por los Tonton Macoute. Se dice que incluso los haitianos bromeaban diciendo: si tú no estás espiando a tu padre, tu padre te está espiando a ti. Los requisitos para formar parte de la milicia estaban bien definidos: ser varón, corpulento, tener antecedentes criminales, ser negro y no mostrar ni un ápice de misericordia con el disidente. El miedo, esa gran y útil arma para conseguir que el ser humano acabe haciendo cualquier cosa, convirtió a Haití en un infierno que incluso a día de hoy siguen pagando. El poder de manipulación era tal, que Papa Doc hizo creer a los haitianos (muy ligados a las creencias relacionadas con el vudú) que era la reencarnación de Barón Samedi y era capaz de decidir quién moría y quién resucitaba.
Es inevitable no hacer mención al gran sátrapa de todos los tiempos en cuanto a manipulación-masas de acoso se refiere: Mao Tse-Tung. Solamente los nazis y los bolcheviques de Lenin pueden hacer sombra al terrible y despiadado dictador chino. Como consecuencia de las medidas económicas puestas en práctica por Mao, en el primer trimestre de 1959 más de 17 000 000 de chinos murieron de hambre. A finales de ese año la cifra alcanzó los 30 000 000 de muertos. Liu Shaoqi (la mano derecha de Mao), realizó un viaje por el territorio chino y descubrió que la vida de los chinos, lejos de ser como la que él disfruta en su oasis de Pekín, era un auténtico drama. En el congreso de julio de ese mismo año, delante de los miembros del Partido Comunista Chino, Liu dejó en evidencia el fracaso del plan de Mao. Craso error. Liu terminaría sus días muriendo de hambre en una celda, rodeado de sus propios excrementos.
En 1965, dentro del partido comenzaron las dudas sobre la gestión de Mao y se cuestionaba que fuera el mejor para liderar el país. Mao no tardó en responder y decidió implementar la letal combinación de propaganda y terror creando «La Gran Revolución Cultural Proletaria». Según Mao, el comunismo no funcionaba en China porque la población poseía una mentalidad demasiado capitalista. Su propósito era que más de 600 millones de chinos profesaran una única ideología: la ideología comunista. Tras la traición de Liu, Mao puso sus ojos en su mujer Jiang Qing (también conocida como «Madame Mao»). La mujer de Mao, que se autodenominó «el perro de Mao», comenzó a erradicar la resistencia dentro del partido y obligó a la población china a leer El Libro Rojo escrito por su marido. El Libro Rojo de Mao es la segunda obra más publicada de la historia, solo por detrás de La Biblia. Su éxito radica en que su lectura fue obligatoria para todos los chinos y se repartieron más de 800 millones de ejemplares entre la población. Su mujer, Jiang Qing, fue la encargada de asegurarse de que todas las escuelas, universidades y centros educativos, tuvieran al menos un ejemplar por alumno, los cuales eran obligados a conocer el contenido del libro de memoria.
El objetivo era convencer a los ciudadanos de la existencia de enemigos externos e internos que estaban atacando China y provocando el cataclismo económico, a pesar de que la hambruna que asolaba el país era consecuencia directa de su nefasta gestión económica y las políticas comunistas. Pero ya se sabe que la verdad no importa, lo que importa es lo que creen los ciudadanos que es verdad. Además, El Libro Rojo contiene un gran compendio de pasajes que llaman directamente a la acción para solventar la situación. De este modo, uniendo los enemigos externos e internos que Mao presentaba a los ciudadanos, y otorgándoles un componente de acción, la efectividad estaba prácticamente asegurada para conseguir su propósito.
Las palabras que más aparecen en el libro son: pueblo, partido, guerra, ejército y revolución. Gracias a esta obra, se puede atisbar la importancia de darle a la masa sedienta de venganza un buen motivo para luchar. En el libro, Mao parece describir un mundo de penurias ajeno a China en el que carga continuamente contra el imperialismo, la pobreza, las clases dominantes y, por supuesto, contra el capitalismo. Mao culpa de todos los males del mundo a las clases acaudaladas (a la cual paradójicamente pertenecía él), a las cuales acusa de ser un generador de pobreza y miseria. En un ejercicio de vanidad sin precedentes, Mao se autoproclamó el salvador del pueblo chino. Se vanaglorió de haber erradicado la pobreza y el sufrimiento de sus compatriotas, tras haber eliminado (literalmente) a todos los terratenientes. Los niños, adolescentes y universitarios tenían la obligación de conocer de memoria el contenido del libro. Pero Mao no se quedó ahí. Creó la temida «Guardia Roja», cuyo propósito era aniquilar a los opositores. Centenares de miembros del partido comunista fueron enviados a los campos de concentración. Miles de profesores universitarios fueron asesinados por sus propios alumnos e incluso en los colegios, los niños delataban a sus propios profesores a cambio de una recompensa. Millones de funcionarios públicos son fusilados y padres e hijos se asesinan mutuamente. La Revolución Cultural Proletaria se llevó por delante la vida de más de 40 000 000 de personas.
Cualquiera diría que Mao padecía algún tipo de enajenación mental para definirse a sí mismo como el salvador de China teniendo en cuenta sus actos, pero en absoluto, Mao era un tipo brillante a la hora de moverse en el ámbito político y propagandístico. Detectaba a sus enemigos con una gran precisión, desde compañeros de partido hasta a los más férreos disidentes políticos. Mao controlaba todo y nada se escapaba de su control. Gao Xingjian (actualmente exiliado en Francia y premio Nobel de Literatura no reconocido por China), describió en su obra El libro de un hombre solo, cómo era el día a día de un disidente bajo el mandato de Mao:
Los altavoces empezaban a sonar a las seis de la mañana. Había que ponerse en pie y arreglarse en menos de veinte minutos. Luego tenían que colocarse en fila india delante de una pared en la que había colgado un retrato de Mao. Allí pedían las instrucciones de la mañana (que consistían en leer en voz alta unas cuantas citas de Mao antes de ir a trabajar) y cantaban las citas al son de la música. Mientras enarbolaban en la mano El Libro Rojo, debían gritar tres veces «¡larga vida!» y luego ir al comedor a comer el potaje. Después se reunían para estudiar durante media hora las obras de Mao y, al fin, salían a labrar la tierra con la azada al hombro.[8]
Las recompensas otorgadas por Mao a los disidentes consistían principalmente en unos cuantos gramos de arroz y unos litros de leche.
Pueden parecer surrealistas estos relatos, pero ciertamente cometen un error aquellos que creen que por habitar en este siglo escapan a las manos de la manipulación mediática. Más aún, cuando estos hechos ocurrieron el siglo pasado. Ni siquiera hace cien años. Los nazis hicieron creer a los alemanes que los judíos eran una raza inferior y no merecían los mismos derechos, llegando incluso a justificar su exterminio. Los comunistas rusos consiguieron convencer a la población de la necesidad de vivir por y para el Estado. Los fascistas italianos vendieron a los ciudadanos el resurgimiento de un nuevo Imperio romano, aunque sus campañas militares fueron un fracaso absoluto y apenas pudieron extender sus territorios por un corto periodo de tiempo. Los japoneses creyeron tener durante décadas a una especie de dios como emperador y los haitianos, pensaban que estaban gobernados por un líder inmortal y Mao convenció a la población china de llegar al extremo de matar a sus familiares para salvar «la patria».
Queda claro que el poder de la manipulación mediática unido a las masas de acoso es brutal a la par de enormemente práctico. Evidentemente, el siglo XXI ha introducido cambios considerables, y uno de los más importantes, sin duda, ha sido la tecnología. En el mundo se calcula que hay alrededor de 7700 millones de suscripciones a teléfonos móviles, es decir, hay más aparatos de este tipo que habitantes en el planeta Tierra. Por lo tanto, es lógico que estas prácticas tan violentas no puedan ser utilizadas debido a que cualquiera puede hacer uso de su dispositivo móvil y grabar las tropelías gubernamentales. Si a ello le sumamos las redes sociales, que permiten que puedan ser difundidas al mundo entero en tiempo real y que ese vídeo o fotografía llegue a miles de millones de ciudadanos, los amantes de la manipulación deben guardarse muy bien a la hora de poner en práctica su acoso al distinto.
Ni la televisión, ni la radio, ni mucho menos la imprenta, tienen el poder que tienen las redes sociales. Ninguno de ellos es capaz de enviar una información audiovisual a la misma velocidad. Un ciudadano español puede ver al instante qué está ocurriendo en un remoto pueblo de Nueva Zelanda sentando en el sofá de su casa a más de 19 800 kilómetros de distancia. Uno puede acceder a la hora que quiera a la información que considere oportuna. Si quieres saber qué pasa en China puedes saberlo. Si quieres saber qué pasa en Argentina o en Australia, solamente tienes que recurrir a tu teléfono móvil y en unos segundos llegas a la información. Este cambio ha hecho tambalearse a los medios de comunicación tradicionales. Los periódicos son los que más lo han sufrido. Apenas son unos pocos los que siguen comprando «en papel», prueba de ello es que conforme iba disminuyendo la compra del periódico en formato físico, lo hacía el número de hojas de los diarios. A día de hoy, no hay casi ningún periódico que no haya recurrido a la suscripción digital para sobrevivir, apoyándose en las redes sociales para redirigir el tráfico.
Al comienzo, las redes sociales eran un pasatiempo utilizado en su mayoría para subir fotos personales, chatear con amigos y cotillear el perfil de algún amor platónico. El peso político en las redes era cuanto menos escaso y el interés del usuario por encontrar páginas con temática de actualidad prácticamente nulo. Ni siquiera los partidos políticos prestaban atención a las redes sociales. Conforme fue creciendo el número de usuarios, pronto el poder político comprendió la necesidad de introducir su mensaje a través de las redes y apartar por completo el propósito por el que habían sido creados. Las empresas líderes (Facebook, YouTube, Twitter y de forma más reciente Instagram), no dudaron en aceptar el cambio. Era mucho más rentable que los partidos políticos dejaran una gran cantidad de dinero en campañas publicitarias, que los «likes» depositados por usuarios anónimos a familiares, amigos o parejas. El crecimiento que han tenido ha sido exponencial en los últimos años y eso ha provocado que su control por parte de un ente superior se adentre en los mensajes que se envían a través de las mismas. En el año 2009, Facebook tenía 197 millones de usuarios. Diez años más tarde, cuenta con 2400 millones de usuarios, es decir, cerca del 32 por ciento de la población mundial tiene una cuenta en Facebook. YouTube cuenta con 2000 millones de usuarios. WhatsApp con 1600 millones. Instagram (la más reciente) con 1000 millones de usuarios y Twitter cerca de 500 millones de usuarios.
Jamás ninguna televisión, radio, ni mucho menos periódico, han contado con semejante cantidad de usuarios que consuman su producto. Conforme iba creciendo el volumen de usuarios, mayor era la actividad política que se producía en las plataformas, e incluso las televisiones comenzaban a recurrir a los ya famosos hashtag para adentrarse en el mundo de las redes sociales. Pronto, las televisiones incluso solicitaban a sus televidentes que mandaran, a través de Twitter principalmente, sus preguntas o sugerencias para que fueran contestadas en el programa en directo. También, muchos de ellos dejaron de utilizar el anticuado y costoso sistema de SMS para que el espectador pudiera dar su punto de vista. A partir de ese momento, las opiniones de los telespectadores se hacían a través de tuits que debían incorporar el hashtag del programa. De esa forma, aquellos que utilizaban Twitter y desconocían el programa televisivo podían acudir a verlo. La estrategia es lo que se define como un win-win, es decir, ambas partes salen beneficiadas del acuerdo. Esta simbiosis, aparentemente benévola, pronto iba a suponer el fin de unas redes sociales libres.
Como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, los socialistas y sus diferentes vertientes han comprendido, mucho más rápido que nadie, la importancia de adaptar el avance tecnológico a su mensaje para conseguir tener una mayor audiencia a la que convencer. En España el partido político que empezó a sacudir el tablero político en las redes sociales fue Podemos. El partido liderado en su momento por Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, antes de que el primero les aplicara «los procesos de Galapagar» y los enviara al ostracismo, supo entender como nadie la importancia que tenían las redes sociales.
Gracias a ellas, consiguieron que millones de españoles desengañados y traicionados por los partidos tradicionales optaran por convertirse en fieles siervos del partido. Con una campaña atractiva, mensajes cortos y potentes, acusaciones falsas y el clásico sentimentalismo barato, consiguieron que sus vídeos e ideas tuvieran un amplio público. Estamos hablando del año 2014, cuando el partido todavía no contaba con presencia televisiva. No tardaron en conseguir los 15 000 avales necesarios para presentarse a las elecciones europeas de ese mismo año. Mientras la mayoría de encuestas no le daban representación, ellos aprovechaban el tirón de las redes para seguir convenciendo a personas desesperadas por la situación económica. El enemigo, una vez más, era externo e interno: por un lado, las oligarquías de la Unión Europea que condenaban a la pobreza a los países del sur de Europa (mismo discurso utilizado por Mussolini en sus tiempos y habitual en sus discursos, con la única salvedad que por aquel entonces el término utilizado era la plutocracia), por otro lado, los ricos y grandes empresarios del país que no daban cobijo a las ideas de Podemos porque «los poderosos» les temían. El discurso fue ganando adeptos, sobre todo en la gente joven, que viralizaba con enorme velocidad el contenido del partido y atraía nuevos votantes. En las elecciones, Podemos cosechó 1 253 837 votos, una cifra que le permitió obtener 5 diputados y empezar su ascenso en los platós de televisión. En Madrid obtuvo el 11,38 por ciento de los votos, un porcentaje respetable teniendo en cuenta que era la primera vez que se presentaban a las elecciones y que solamente habían contado con el apoyo de las redes sociales y sus fieles siervos a la causa. Sus apariciones en la televisión habían sido escasas. A los pocos años, este fenómeno se repetiría con Vox que, sin apenas apariciones y menciones en televisión, gracias a las redes sociales consiguió obtener representación parlamentaria en Andalucía siguiendo el mismo mecanismo que en su día aupó a Podemos.
El Partido Popular liderado por Mariano Rajoy, y con el beneplácito de Soraya Sáenz de Santamaría, decidió que era su oportunidad para realizar una gran estrategia de manipulación de masas. Entregaron el canal televisivo La Sexta a Podemos para así desestabilizar a la oposición y generar una división en la izquierda que le permitiera continuar gobernando. Una estrategia que ya fue utilizada por el político francés François Mitterrand para manipular a las masas. El presidente francés hizo lo propio con el Frente Nacional para asegurarse el poder ante la división del votante conservador y, sobre todo, a través del miedo que generaba el discurso del tarado de Jean-Marie Le Pen (infinitamente peor que su hija). El miedo es un sentimiento clave que puede ser utilizado de diversas formas para conseguir el objetivo deseado. Infló al Frente Nacional entregándole la televisión pública, permitiendo que pasara de ser un partido residual apoyado por unos pocos campesinos, a ser un partido de referencia. Ante el estupor de los periodistas cercanos al Partido Socialista Francés, muchos acudieron a pedir explicaciones al primer ministro Pierre Bérégovoy. La respuesta fue que el Partido Socialista Francés necesitaba promocionar al Frente Nacional para así hacer imposible que la derecha pudiera triunfar. Cuantos más adeptos tuviera el Frente Nacional, más votos se irían a los socialistas ante el temor de que un tipo tan radical como Le Pen pudiera hacerse con el poder. No hace falta decir el final de la historia en ambos casos. Fue una estrategia cortoplacista que tanto a Mitterrand como a Rajoy (a este menos tiempo) les permitió ostentar el poder y conseguir el objetivo esperado en las masas.
Las redes sociales desajustaron el tablero de juego y raudos, los partidos políticos tradicionales trataron de colocar sus fichas para no quedarse atrás. Pero se encontraron con un gran problema: la edad de los usuarios. Mientras los partidos tradicionales (PSOE y PP) concentran la mayoría de los votos en mayores de 55 años, los nuevos partidos lo hacen en las franjas de jóvenes, que son los más asiduos a utilizar las redes sociales. A pesar de que con el tiempo son más las personas mayores de 55 años que las utilizan, el desglose por edades de su uso es el siguiente:
El 25 por ciento de los usuarios tienen entre 16 y 24 años. El 29 por ciento entre 25 y 34 años. El 22 por ciento entre 35 y 44 años. El 15 por ciento entre 45 y 54. Y solamente el 9 por ciento pertenecen al segmento de edad ubicado en mayores de 55 años.
El 37 por ciento de los usuarios tiene entre 16 y 24 años. El 34 por ciento entre 25 y 34 años. El 18 por ciento entre 35 y 44 años. El 8 por ciento entre 45 y 54 años. Y el 3 por ciento entre los mayores de 55 años. Es decir, su uso todavía es más bajo en mayores de 55 años que Facebook.
YouTube
El 31 por ciento de los usuarios tienen entre 16 y 24 años. El 30 por ciento entre 25 y 34 años. El 20 por ciento entre los 35 y 44 años. El 13 por ciento entre 45 y 54 años. El 7 por ciento de los usuarios son mayores de 55 años.
En ninguna red social, los mayores de 55 años alcanzan el 10 por ciento de los usuarios, dejando evidente que las redes sociales son el perfecto aliado para los partidos políticos a la hora de manipular a los más incautos e incultos debido, lógicamente, a su corta edad. Si a ello le sumamos el entusiasmo propio de la gente más joven que habita en la ignorancia de desconocer el mundo real y su desarrollo intelectual no le permite absorber mensajes más elaborados, la combinación es perfecta para polarizar a la población a través de las diferentes opciones que ofrecen las redes sociales. Toda manipulación de masas requiere a fanáticos analfabetos funcionales que no son conscientes de lo que están haciendo, pero son férreos defensores de una idea y actúan como activistas a los que no les importa llegar a la discusión dialéctica constante con cualquiera que se atreva a refutar los postulados de su partido. Del mismo modo que los nacionalsocialistas, fascistas y comunistas buscaron analfabetos y resentidos sociales para sumarlos a la causa y reagruparlos en «juventudes» para que así la energía de los jóvenes contagiara de entusiasmo a los más mayores, los populistas de nuestro tiempo hacen exactamente lo mismo, con la única salvedad que la batalla se desarrolla de forma virtual.
Los mecanismos no han variado ni un ápice a lo largo de la historia, simplemente lo hace el escenario. Además, las redes sociales tienen una ventaja que no tiene la televisión. Mientras que una víctima del linchamiento público televisivo no es capaz de captar el alcance en primera persona del impacto, a través de las redes sociales lo sufre en su propio perfil. Basta con darse una vuelta por cualquier perfil de un político poco influyente en las redes sociales para encontrar multitud de respuestas contrarias a sus propuestas y todo tipo de acusaciones. Ahora los llaman «trolls» que, en la jerga de las redes sociales hace referencia a los miles de perfiles cuyo propósito es amedrentar al disidente para que desista en su intento de poder expresar sus opiniones. En realidad, no dejan de ser las masas de acoso modernas. Si a ello le sumamos la posibilidad del anonimato que permite lanzar mensajes más severos y propagar campañas de descrédito, aunque estén basadas en información falsa, el impacto es todavía mayor y, sobre todo, mucho más efectivo que, por ejemplo, lo eran las «unidades motorizadas», un grupo de las SA, que se dedicaba a ir en moto por las calles alemanas pegando palizas y asaltando locales judíos.
A decir verdad, la era de las redes sociales se ha llevado por delante el exhaustivo proceso de búsqueda de la verdad, que ya no parece importar a nadie, o más bien a casi nadie. Pocos son los que realmente muestran interés en informarse, investigar e invertir parte de su tiempo en obtener los datos necesarios para poder forjar una opinión mínimamente respetable. Si a eso le sumamos la falta de escrúpulos y ética de los nuevos medios de comunicación digitales, la combinación resulta mortífera. La degradación del debate político e intelectual ha propiciado el auge de panfletos sensacionalistas que han encontrado en el votante más inculto la forma de propagar el odio y a su vez llenarse los bolsillos. Enemigos de la razón que han convertido la mentira en una forma de vida. Medios digitales que viven del engaño y la manipulación, que no son más que auténtica basura informativa que lanzan mensajes falsos de forma constante con total impunidad.
La mayoría de los usuarios jamás leerán un texto que suponga invertir un par de minutos de su tiempo. Paradójicamente, esos mismos son los que sí destinan horas en defender su opinión e insultar al contrario en las campañas orquestadas por los dirigentes de los partidos que señalan al oponente a batir. Son los mismos que se atreven a hacer pública su ignorancia sin ruborizarse, porque se sienten respaldados por el grupo de «trolls» que los acompañan en su camino.
La debilidad de nuestra razón y la escasa moral que recorre nuestra sociedad se deja sentir todos los días. Las redes sociales nos han demostrado que el fanatismo, como en tiempos pasados, sigue prevaleciendo sobre la razón, a pesar de que esta es la única vía que tiene el ser humano para escapar del adoctrinamiento, de la jauría colectiva y del pensamiento único. «A otros tiempos, otros cuidados», decía Voltaire. Y es evidente que la batalla contra la mentira no se puede realizar con los instrumentos que en su día sirvieron para poder otorgar algo de luz a una sociedad que habita en la oscuridad. El gran público demanda otras fórmulas y la información instantánea que ofrecen las redes y la credibilidad que le dan los ciudadanos a lo que pueda publicar cualquiera por el mero hecho de tener unos miles de «likes» y retuits, son el abono perfecto para manipular al personal. Las redes sociales dan cabida a todo tipo de personajes. Desde brillantes escritores hasta los desechos sociales más siniestros están presentes. Del mismo modo que puedes encontrar artículos brillantes escritos por verdaderos intelectuales, gente culta y preparada que te permite aprender gratis, también puedes toparte con comentarios grotescos y zafios, escritos por los más indigentes intelectuales, incultos e iletrados de nuestro país, pero que pueden alcanzar a muchísimas más personas si están respaldados por el poder político y cuentan con respaldo económico que les permite impulsar campañas publicitarias para aumentar su difusión.
Pero el mayor peligro de las redes, el más importante y el que pocos recalcan, es el efecto que produce en el imbécil la sensación de estar en lo cierto por tener un puñado de «likes» en su comentario. La ignorancia siempre ha sido atrevida, pero ahora, también es respaldada. Entre la distancia física que permite soltar cualquier tipo de improperios consciente de que la respuesta solamente puede ser de forma virtual, el necio si antes tenía un mínimo de reparo en opinar sobre temas que desconocía, ahora, se atreve a participar en el debate. No importa que el tema sea económico, histórico, político o en un momento dado astrofísico. Es curioso como los partidos políticos incitan a este comportamiento de la masa para acosar a los que tratan de arrojar un poco de cordura en la selva virtual. Todos tienen su hueco en las redes sociales y eso permite que se conviertan en un estercolero donde diferenciar lo útil de la escoria resulta, en muchísimas ocasiones, imposible.
Las redes sociales cuentan con la combinación perfecta para la manipulación de masas. La información viaja a una velocidad de vértigo, la mentira es leída por millones de usuarios a los que nunca les llegará el desmentido, el ciudadano anónimo e ignorante tiene el respaldo de los suyos, el mensaje es corto y directo, el sentimentalismo triunfa sobre la razón, y la inmediatez que persigue el usuario le hace querer estar informado sobre temas extremadamente complejos a golpe de tuit o publicaciones de apenas unos cientos de caracteres. Es difícil imaginar un nuevo sistema de información en el que todos estos aspectos estén reunidos y pueda permitir que el discurso falaz triunfe de forma tan rápida. Las redes sociales son el sumun de la manipulación de masas. No es de extrañar que el poder político haya querido meter sus pezuñas para controlar la información que se vierte en ellas y así asegurarse de que el rebaño camina en la dirección deseada.
Actualmente, la mayoría de los países cuentan con lo que ellos llaman «verificadores independientes», cuando en realidad no son más que censores de la información que se transmite. En el caso de España, en el año 2019, Facebook decidió recurrir a la empresa Newtral y Maldito Bulo para que estuvieran al frente del control del contenido que aparecía en sus plataformas, las cuales también incluyen Instagram y WhatsApp. La empresa Newtral fue fundada en enero de 2018 por la periodista Ana Pastor, la mujer de Antonio García Ferreras, el cual dirige Al rojo vivo y estuvo al frente de la dirección de informativos durante muchos años de la Cadena SER. No me resisto a recordar lo sucedido a las diez de la noche del 11 de marzo de 2004, cuando la Cadena SER, cuyos informativos dirigía Antonio García Ferreras, interrumpió la tertulia de Hora 25 centrada en el brutal atentado de Atocha, para dar paso a una información exclusiva que decía así:
Tres fuentes distintas de la lucha antiterrorista han confirmado a la cadena SER que en el primer vagón del tren que explotaba antes de llegar a Atocha iba un terrorista suicida.
La información era falsa, pero poco importó para que la masa se lanzara a rodear la sede del Partido Popular y conseguir cambiar el resultado electoral en favor de José Luís Rodríguez Zapatero.
Pues bien, Ana Pastor, y su equipo, es la que actualmente tiene la potestad de determinar qué contenido puede estar en Facebook, Instagram y WhatsApp. A ella se suma Maldito Bulo, cuyos directores son Clara Jiménez Cruz y Julio Montes Moreno. Ambos han desarrollado la mayoría de su carrera periodística en La Sexta y son habituales colaboradores de los programas que emite el propio canal y también aparecen de forma asidua en el programa de Julia Otero (Julia en la onda, de Onda Cero). La combinación Atresmedia, grupo mediático al que pertenece La Sexta y control de la información en las redes sociales por periodistas ligados a esta cadena es una clara muestra a la hora de saber cómo retuercen los mensajes en las redes sociales para sus propios intereses políticos. De esta forma, mediante la eliminación de mensajes contrarios a los intereses que defienden y perfiles que desmontan las noticias falsas que en muchas ocasiones ellos mismos propagan a través de sus perfiles oficiales, se consigue que el mensaje que llegue al receptor menos ávido sea el mensaje oficial del régimen. No solamente se recurre a la eliminación de cuentas, servidor ha sufrido la censura en numerosas ocasiones e incluso mi página principal de Facebook fue fulminada en menos de 48 horas sin ningún motivo ni explicación. También se utilizan otro tipo de mecanismos para castigar al díscolo que se atreva a poner en duda la información que se ofrece por los medios de comunicación o por los partidos políticos a través de las redes sociales.
Racionar la información a la masa es fundamental, y si a esto le unimos la carta blanca que se brinda a las masas de acoso, el resultado es estremecedor. No es exagerado decir que el tridente formado por televisión-redes sociales-masas de acoso es lo más peligroso a lo que se ha enfrentado el ser humano en los últimos tiempos. Ningún régimen totalitario contó con la posibilidad de diseccionar a la audiencia de forma tan precisa como lo pueden hacer ahora a través de las redes sociales. Cuando compramos un televisor, radio o periódico, nadie nos obliga a dar nuestros datos personales ni tampoco saben dónde vamos a ver la televisión ni qué cadenas vamos a consumir. Sin embargo, las redes sociales funcionan de una forma bien distinta. Cuando nosotros nos creamos una cuenta, no importa la plataforma, debemos aceptar los términos y condiciones que nos presentan las distintas compañías para poder acceder. A partir de ese momento, tienen acceso a conocer tu localización y desde dónde te conectas. No solo eso, sino que también saben cuáles son tus gustos, tus ideas y tus opiniones gracias a los algoritmos que se utilizan para, con la excusa de brindarte el mejor servicio posible, presentarte la información más adecuada.
Observen la manipulación del lenguaje. Llaman «verificadores independientes» a los censores. Llaman «protectores de la verdad» a los artífices de la mentira. Llaman «mejor servicio posible» a utilizarte para ganar más dinero. Todo se resume, una vez más, en eso, en la básica dicotomía de lo bueno y lo malo. «Estoy aquí para ayudarte», te dicen, pero en el fondo te están utilizando para sus propósitos. Algunos pensarán cómo es posible que sea yo el que comente esto cuando una de mis herramientas de trabajo fundamentales son las redes sociales. No se debe confundir maldad con idiocia. Todo lo contrario. Las mentes más brillantes de la historia han utilizado su inteligencia para propósitos nobles (en contadas ocasiones) y para propósitos indignos (en la mayoría de las ocasiones). ¿Qué alternativa tiene un usuario que quiere interactuar y formar parte del club fuera de las redes sociales con mayor número de usuarios? Ninguna. Si no formas parte de las grandes redes sociales, tu mensaje jamás llegara. Se ha creado una especie de oligopolio del cual, el usuario, de forma sutil, está obligado a formar parte. Al menos si se busca llegar al máximo número de personas. Reunido el rebaño, la explotación que se puede hacer es descomunal. A través de los algoritmos y los datos ofrecidos de forma individual por cada usuario, el trabajo de los manipuladores nunca había sido tan fácil.
Basta con nombrar el escándalo «Cambridge Analytica». ¿Qué supuso que saliera a la luz una práctica que era ya conocida por muchos al gran público? ¿Cómo funcionan las entrañas de las redes sociales?
Mientras el usuario de cualquier red social solamente ve la superficie, debajo de cada perfil hay todo un submundo de datos, análisis e información enormemente valiosa. La capacidad de analizar de forma individual a una persona no existía hasta ahora. Las televisiones no saben quién está viendo su programa. Desconoce sus gustos, sus opiniones, sus preocupaciones, sus hobbies, sus tendencias políticas, sus miedos, etc. Con la radio y los periódicos ocurre lo mismo. No así con las redes sociales que sí saben quién está detrás de cada perfil y tienen acceso a esa información, permitiendo que el usuario sea manejado y manipulado sin que se percate de ello. Cuando cada uno de nosotros aceptamos los términos y condiciones al crearnos una cuenta, por supuesto sin haberlos leído, estamos entregando un cheque en blanco a la plataforma. Estos utilizaban al principio esta información para campañas publicitarias individualizadas que permitieran aumentar la eficacia del dinero invertido. De esta forma, las empresas que recurren a las redes sociales para promocionar nuevos productos, consiguen aumentar su rentabilidad segmentando al número de personas que quieren llegar sin la necesidad de invertir muchísimo más dinero. En los medios de comunicación tradicionales, se gasta más dinero para que el nuevo producto alcance al máximo número de personas posibles sin hacer distinción. Sin embargo, con las campañas personalizadas evitas llegar a un público que jamás comprará tu producto. Por ejemplo, a un vegetariano no le llamará la atención un restaurante que sea conocido por sus chuletones, pero sí uno que ofrezca comida para vegetarianos. Con la segmentación y las campañas publicitarias de forma individual, uno puede decidir a qué público se enfoca y conseguir un impacto mayor que se ve traducido en ingresos. A todos nos ha ocurrido que, tras mirar billetes de avión a Roma, posteriormente hemos entrado en alguna página de Internet y se ha mostrado ante nosotros el majestuoso Coliseo o alguna oferta especial en algún hotel de la capital italiana.
Esta nueva forma de trabajar, pronto llamó la atención de los partidos políticos. ¡Una auténtica mina de oro! Ahora se podía hacer lo mismo, simplemente había que sustituir los productos de las empresas por los productos políticos, es decir votos, y así, obtener la mayor rentabilidad posible. El gran problema era cómo acceder a toda esa información. La empresa «Cambridge Analytica», creada por Robert Mercer y Steve Bannon (que posteriormente dirigiría la campaña de Donald Trump) fue de las primeras en entrar en acción. La extinta empresa, con sede en Londres, tenía como objetivo el uso de análisis de datos para desarrollar campañas para marcas y políticos que buscan, y cito literalmente: «cambiar el comportamiento de la audiencia». ¿Cómo? Cada me gusta, cada publicación compartida, cada seguimiento a un perfil, cada comentario, cada interacción que realizamos, deja un rastro que es sumamente sencillo de analizar posteriormente para saber exactamente qué tipo de persona eres y cuáles son tus puntos débiles para manipularte. Según decía su web, la empresa había trabajado en más de cien campañas políticas a lo largo de los cinco continentes y Donald Trump no dudó en contactar con ellos para su campaña del año 2016.
¿Cómo consiguió Cambridge Analytica acceder a los datos de millones de usuarios?
Muchos creen que millones de usuarios sufrieron un «hackeo», pero no es cierto. La empresa accedió a los datos de más de 50 millones de usuarios gracias al profesor de la Universidad de Cambridge Aleksandr Kogan, que previamente había desarrollado un test de personalidad en formato de aplicación de Facebook que le permitía acceder a la información personal y a toda la red de amigos de los usuarios que lo habían realizado. Tan sencillo como eso, un simple cuestionario que uno rellena por puro aburrimiento, supone que todas y cada una de tus acciones, actualizaciones de estado, «me gusta» y hasta mensajes privados las pueda conocer el desarrollador de la app. Por aquel entonces, según las políticas de Facebook, los datos recopilados en su plataforma solo podían ser usados por la misma aplicación y no podían ser vendidos o transferidos. Pero el bueno de Aleksandr Kogan no tardó en vender su gigantesca base de datos a la empresa «Cambridge Analytica». ¿Quién iba a saber cuál era el verdadero poseedor de esos datos? Nadie. A partir de ese momento, el equipo de Trump, sabía cuál debía ser el contenido de los mensajes, el tema y la forma de enviarlos para cambiar la forma de pensar de los votantes, tanto indecisos, afines, como contrarios. A cada uno de ellos se le mandaba, según sus características, un mensaje distinto. Por ejemplo, a los indecisos les llegaban principalmente noticias negativas de Hillary Clinton, para que, de esa forma, se decantara por votar a Donald Trump. Si solamente recibían información nociva de uno de los candidatos, y ya sabemos que el rebaño no tiende a la búsqueda activa, este apostaría por el otro candidato, aunque fuera más desconocido ya que, para el receptor, la imagen de uno era nefasta y la del otro, simplemente desconocida. Otra fórmula era enviando mensajes personales según sus preocupaciones. Por ejemplo, una persona preocupada por su futuro laboral, recibía mensajes antiinmigración porque estos iban a robarle su trabajo, lo que le hacía decantarse por Trump. Resultaba cómico observar a los «analistas» de nuestro desolador panorama mediático, recurrir una y otra vez al voto latino como salvoconducto de Hillary Clinton, cuando, por ejemplo, en Florida, muchos de esos votos pertenecen a los exiliados cubanos que huyeron de la miseria comunista y que, por supuesto, recibían la información de que Donald Trump cortaría los vínculos con Cuba que había promovido la pésima administración de Barack Obama (otro ejemplo más del marketing político). Trump consiguió imponerse en Florida por apenas 100 000 votos gracias, en gran medida, a los mensajes personalizados que recibían los exiliados cubanos a través de las redes sociales. Algunos culturetas piensan que Estados Unidos es Nueva York, porque es lo único que conocen, pero lo cierto es que es un país muy diverso y complejo de analizar. Sin embargo, con el acceso a la información de forma individualizada de los votantes, la situación era mucho más favorable para los asesores de Trump y un sueño que ni el mismísimo Goebbels pudo llegar a imaginar. Qué decir y qué no decir según el estado que visitaba, cuándo endurecer el mensaje y cuándo no, etc., fue determinante para que el Partido Republicano se hiciera con el poder. La manipulación de masas pasaba a ser una manipulación individualizada.
A todos los usuarios de redes sociales nos aparecen recomendaciones de páginas, de perfiles a los que seguir o sugerencias de amistad, gracias al acceso a los datos personales que tienen de nosotros. Esto genera un problema y es que este camino por el cual te hacen transcurrir las plataformas, van dirigidas a la búsqueda de perfiles que reafirmen tu opinión, limita enormemente al usuario conocer visiones diferentes y remarca los prejuicios que uno pueda tener. Reafirmar ideas y, por ende, polarizar a la sociedad. ¿Crees en las teorías de la conspiración? Las redes sociales te indican quiénes son tus gurús. ¿Quieres corroborar tu idea de que la culpa ha sido de la oposición? Lo tienes. ¿Quieres lo contrario? También. Todo está estudiado para determinar tu comportamiento dentro de las redes sociales o como las plataformas dicen en otra sutil perversión del lenguaje: «mejorar tu experiencia».
Seguramente, mientras usted lee estas líneas alguna empresa tiene acceso a todos sus datos personales y está recibiendo, sin que se percate, mensajes para moldear su opinión política y de esta forma, vaya a depositar el día de cualquier elección, el voto que ellos quieren. Nadie puede resistir el aluvión constante de mensajes y menos aún cuando este se produce de forma oscura y sin que el usuario repare en el hecho de la manipulación a la que está siendo sometido.
Teniendo claro el poder que tiene a la hora de manipular al ciudadano la combinación de los medios televisivos, las redes sociales y las masas de acoso, quizás el lector pueda comprender cómo fue posible que el ciudadano español estuviera en la inopia mientras el mundo se tambaleaba y el tsunami de esta pandemia que estaba a punto de arrasarnos, cada vez estaba más cerca. El desastre era inminente y la cuenta atrás había comenzado, pero solamente unos pocos que buscan los pequeños resquicios de libertad que nos ofrece el maravilloso mundo de Internet, pudieron percatarse.
Las noticias falsas son un claro componente de esta nueva «verdad» a la que nos someten. La pandemia que estamos viviendo es un claro ejemplo de cómo la información falaz, pero oficial, consigue encontrar a millones de víctimas que caen en la desinformación. La velocidad a la que viaja la información es espectacular y la plataforma WhatsApp es una de las más recurrentes; y, por supuesto, el control por parte de los poderes fácticos para limitar el alcance de los contenidos que no es conveniente que la masa reciba no se ha hecho esperar. Las redes sociales tienen sus días contados, la libertad cada vez es menor en ellas, pero esta situación ha acelerado el proceso de control por parte del poder político para evitar por todos los medios, que los ciudadanos puedan encontrar la verdad, tras una exhaustiva búsqueda, por sus propios medios. Se impulsan las cuentas que coinciden con el mensaje vertido por el régimen, mientras que a las contrarias se les limita el alcance, se les borra contenido o directamente sufren la liquidación de su cuenta sin una sola explicación, como me ocurrió a mí hace más de un año en Facebook.
Pocos conocen verdaderamente el efecto de las redes e incluso todavía a día de hoy, muchos siguen minusvalorando su enorme poder. Un poder que aumenta cada día y que ha cambiado por completo los mecanismos establecidos hasta el día de hoy de cómo utilizarlas para fines políticos. Según un estudio de Ipsos Global Advisor llevado a cabo en veintisiete países del mundo, los españoles son los europeos que más se creen las «fake news» y a nivel mundial ocupan el quinto puesto. Brasil lidera la tabla. Paradójicamente, ese mismo estudio indica que uno de cada dos españoles (en concreto el 53 por ciento) afirma ser mejor que el resto de sus conciudadanos a la hora de identificar una noticia falsa. Y el 57 por ciento cree que sus conocimientos sobre la realidad social de nuestro país son superiores a los del ciudadano medio. Analizando los datos, podemos observar cómo los españoles creen ser más inteligentes que sus vecinos, amigos y familiares. Lo cierto es que no son más que parte del rebaño al que le han inculcado que su opinión es tan respetable como la de un catedrático que ha dedicado toda su vida a estudiar ciertos temas extremadamente complejos.
La igualdad, ese término tan utilizado en estos tiempos oscuros, ha hecho que el más tonto crea tener el derecho de competir contra el más inteligente. En una carrera que a todas luces es desigual, como no podría ser de otra manera, el poder político se ha encargado de recoger a los analfabetos funcionales para realizar una masa compacta que, como si de una avalancha se tratara, arrase la intelectualidad de las redes sociales. En contra de la naturaleza humana, se hace pasar por informadores serios y rigurosos a personajes que solamente obedecen las instrucciones de su amo, que es a fin de cuentas el que les pone el dinero. La naturaleza humana nos ha dejado claro desde el principio que en este mundo hay gente inteligente y gente tonta, altos y bajos, guapos y feos, mentes brillantes y mentes carcomidas, pero el rodillo mediático ha enterrado esta evidencia. No interesa hacer pensar a la gente. Interesa convencerles de que están en lo cierto, subir a cualquier mentecato a los altares masificando su mensaje a través de campañas de marketing y que el incauto que circula por las redes caiga en la trampa y engulla la letal dosis de mentira. Además, de nada sirve alertarle del peligro. A un yonqui de la desinformación, por mucho que le digas que la sustancia que injiere le va a provocar la muerte y la destrucción de su intelecto, le da igual. Aunque sepa que es nocivo para él y para todos los que le rodean, está dispuesto a acarrear con las consecuencias con tal de sentir el subidón que le provoca ver como su publicación aumenta en número de «likes» y «compartidos». Los camellos encargados de proporcionarles el letal componente son los partidos políticos, que los utilizan para convertirlos en masas de acoso virtuales, pero con la misma misión de siempre: amedrentar sin cesar, insultar y amenazar al disidente. El poder político ha encontrado el negocio perfecto para hacer claudicar a cualquiera. El desamparo en el que se encuentra el hombre civilizado frente al bárbaro es estremecedor. Pocos son los que resisten las hordas fanáticas acosándolo sin descanso. Pero todo este proceso de descrédito y censura, debe hacerse con disimulo para evitar que la masa perciba la realidad de las redes sociales y limiten su alcance a un público ya convencido, por lo que, de momento, hasta no tener a todo el mundo con el cerebro lavado, se permite a la disidencia que pueda expresarse para mostrar una imagen de pluralidad y libertad. De no ser así, pocos serían los que acudirían al matadero de forma voluntaria.
1 de febrero: Apple anuncia el cierre de sus 42 tiendas en China por el avance del nuevo coronavirus.
— El primer ministro de China, Li Keqiang, solicita a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que facilite la llegada de suministros desde Europa al país asiático para poder combatir el virus.
— Médicos de Hong Kong piden sumarse al bloqueo de la entrada de viajeros procedentes de China, sumándose a Estados Unidos, Japón, Australia, Pakistán, etc. Amenazan con ponerse en huelga si no se cierra la frontera con China.
— La prestigiosa revista Forbes publica un artículo advirtiendo del peligro económico que supone este nuevo coronavirus. El titular del artículo no deja lugar a dudas: ¿Por qué el coronavirus es una mayor amenaza a la economía global que anteriores epidemias? En el mismo artículo, refleja los datos de la economía china que ya empieza a notar los efectos.
— Pedro Sánchez, preguntado ante el primer caso confirmado en España, responde:
PERIODISTA: ¿Le preocupa el caso de coronavirus en España?
PEDRO SÁNCHEZ: Preocupar, preocupa. Pero, sobre todo, creo que tenemos un sistema de salud fantástico, hay que dar confianza a nuestro personal técnico y desde luego estamos en buenas manos.
2 de febrero: el banco central de China anuncia que inyectará 173 800 millones de dólares en el mercado.
— Filipinas registra la primera víctima fuera de China.
3 de febrero: las bolsas de Shanghái y Shenzhen se desploman un 7,72 por ciento y un 8,45 por ciento respectivamente. La mayor caída desde el crac del año 2015.
— Turquía cancela todos sus vuelos con China.
— Estados Unidos confirma el segundo contagio local del país.
— China inaugura el hospital de Wuhan. Construido en diez días, cuenta con 25 000 m2 y 1000 camas.
— Las autoridades chinas ordenan el cierre de carreteras y restricciones de movimiento en la ciudad de Wenzhou. La primera ciudad que se encuentra fuera de la provincia de Hubei. Se suman 9 millones de personas a los 51 millones de habitantes de la provincia de Hubei.
— La entidad financiera estadounidense Morgan Stanley advierte de que el 30 por ciento del PIB mundial depende del crecimiento de China y de los efectos económicos que puede provocar el nuevo coronavirus.
— El conseller de Políticas Digitales, Jordi Puigneró, y el primer teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, afirman que no hay riesgo a la hora de realizar el Mobile World Congress.
— El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCF) y el Instituto #SaludsinBulos advierten sobre la proliferación de bulos vinculados con el brote del nuevo coronavirus (2019-nCoV) surgido en China, y mandan un mensaje de calma.
— La periodista Esther Samper publica un artículo en el medio digital El Diario titulado: «La mayoría de las mascarillas no aseguran la protección frente al coronavirus». Este artículo es compartido por el director del medio, Ignacio Escolar, en todas las redes sociales.
— El ministro de Sanidad de Singapur (Gan Kim Yong) se dirige al parlamento singapurense para informar de la realidad del covid-19. En su intervención deja claro:
Esta declaración parlamentaria de Gan Kim Yong fue clave. Por primera vez, un gobierno distinto al chino, explicaba al mundo cómo funcionaba este nuevo virus, los riesgos que suponía y el peligro de las personas asintomáticas. Hasta la fecha, eran informes científicos, pero no era un gobierno el que informaba al mundo. El mismo día que en España se publicaban artículos contrarios al uso de mascarilla, se recalca su imperiosa necesidad para evitar propagar el virus. Además, Singapur comienza a dar datos fiables que demuestran que las personas jóvenes también pueden infectarse y desarrollar la enfermedad de forma grave, aunque la letalidad es muy baja. No solamente eso, también los niños pueden ser infectados, aunque la probabilidad de que estos fallezcan es prácticamente nula. Los más afectados son las personas mayores de 70 años, cuya letalidad se dispara en comparación con los menores de esa edad, a diferencia de lo que ocurrió con la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009-2010, la cual era más letal para los menores de 60 años.
4 de febrero: Corea del Sur activa medidas extraordinarias para frenar al coronavirus. Entre ellas, se encuentra la prohibición de permitir la entrada de ciudadanos que hayan estado en Hubei. Los expertos surcoreanos, solicitan que la prohibición se extienda a todo extranjero que haya estado en cualquier zona de China.
También Hyundai paraliza su producción en Corea del Sur por el coronavirus y la compañía LG anuncia que no irá al Mobile World Congress de Barcelona.
— Japón pone en cuarentena el crucero Diamond Princess con 3711 personas a bordo, por sospechas de coronavirus. La medida se adopta después de que uno de los pasajeros que desembarcó en Hong Kong diera positivo y haya ocho personas con fiebre dentro del crucero. Las autoridades japonesas envían a personal médico para realizar tests a los viajeros.
— La embajada de China en España critica la discriminación a su población en territorio español. Las autoridades responden haciendo un llamamiento contra cualquier discriminación hacia la comunidad china, pero ni rastro de medidas para evitar que se propague en nuestro país. Los viajeros procedentes de China siguen entrando al país sin ningún tipo de control.
— El programa Al rojo vivo conecta en directo con el jefe de sección del Servicio de Salud Internacional del Hospital Clínic, José Muñoz, para que explique la diferencia entre epidemia y pandemia. José Muñoz declara lo siguiente:
Básicamente la diferencia es cuando tenemos un brote de una enfermedad infecciosa, como es en este caso una enfermedad nueva, que está limitada a un país. Yo creo que en este caso el coronavirus nuevo está limitado a China con casos importados a Europa, Estados Unidos, Australia y a otros sitios.
Esta información que fue vista por millones de espectadores era falsa. Ya se habían confirmado los primeros casos de transmisión local fuera de China.
5 de febrero: la OMS solicita a todos los países miembros un fondo de 613 millones de euros para hacer frente al nuevo coronavirus.
— El máximo responsable del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Toshiro Muto, muestra su preocupación por la situación y teme que pueda afectar la celebración de los mismos.
— Las autoridades de Wuhan convierten en hospitales provisionales 11 infraestructuras ya existentes, incluidos varios gimnasios y centros de exhibiciones, para aumentar a 10 000 el número de camas hospitalarias disponibles.
— Japón confirma que al menos 10 pasajeros del Diamond Princess han dado positivo y han sido trasladados al hospital.
— El programa Al rojo vivo, con Antonio García Ferreras, intensifica sus ataques contra todos aquellos que tratan de alertar sobre la realidad del nuevo coronavirus. Para ello, recurre, como se ha explicado antes, a la empresa de su mujer (Newtral) para desmentir los bulos:
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: por favor, cuidado, hay un montón de información falsa que está provocando el miedo. Aquí incluso se han producido casos de discriminación con niños chinos en los colegios. En el Caribe un crucero al que no se le dejaba atracar por miedo al coronavirus y hay nuevas informaciones falsas. Y la mentira triunfa cuando no se le combate. Newtral.es, Lorena Baeza, esas fotografías no.
LORENA BAEZA: sí, fotografías y además alertas de nuevos casos de coronavirus que no son ciertas. […] Esa fotografía no es actual, es del año 2014 y en Alemania.
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: hay gente, hay gente que mentalmente es despreciable, eh, y siguen intentando utilizar el coronavirus para generar alarma. Incluso en España.
Reparen en el hecho de cómo se manipula fácilmente y se ridiculiza a aquellos que alertaban del riesgo del nuevo coronavirus. Recurren a un bulo que incluye una fotografía en la que se ven decenas de personas tiradas por el suelo. La fotografía es, en realidad, un homenaje artístico a las víctimas del Holocausto, pero el objetivo no es desmentir esa burda manipulación que cualquiera con un mínimo de raciocinio sería capaz de detectar como falsa. El objetivo es caricaturizar a cualquiera que diga que esto es una amenaza y equipararlo con los tarados que se dedican a difundir noticias falsas, para que, de ese modo, el espectador englobe en el mismo grupo a todos los que no creen las noticias que vienen de China y que sí están leyendo los informes publicados en otros países. ¿Quién quiere formar parte del grupo de los «alarmistas» en un momento en el que son linchados públicamente? Evidentemente nadie. Informes que por supuesto, jamás son citados para evitar que el espectador pueda enterarse por su cuenta.
Ese mismo día, el programa El intermedio presentado por El Gran Wyoming, conecta en directo con María Neira (directora de salud pública de la OMS) para realizarle una entrevista. Las preguntas las formula la colaboradora del programa, Sandra Sabatés. Esta es la transcripción literal de un fragmento de la entrevista:
SANDRA SABATÉS: para despejar las dudas sobre este virus y tratar de desmontar muchos de los bulos que se han extendido en los últimos días, en El intermedio contamos con la directora de salud pública de la OMS, María Neira, que se encuentra en Ginebra. […] ¿En qué punto se encuentra la expansión del coronavirus?
MARÍA NEIRA: creo que todavía continuamos, con eso que decíamos los primeros, esos últimos días, de que vamos a poder controlar el virus. Así que yo diría que estamos en esa fase.
Hagamos hincapié en el papel de la OMS en todo este proceso. Muchos son los que siguen manteniendo cierta confianza en estos organismos internacionales que, en el fondo, no dejan de ser un club de inútiles burócratas llenos de intereses políticos y que son manejados por potencias para sus propios intereses. Reconozco que la primera búsqueda que hice en relación a la OMS fue ese mismo día, el 5 de febrero, cuando vi que la mayoría de los medios de comunicación españoles recurrían a ella para trasladar un mensaje de tranquilidad a la población española y sobre todo cuando veía que en ningún momento se nombraban los informes que por aquel entonces había comenzado a leer procedentes de Singapur y de expertos independientes que ofrecían datos inquietantes que no aparecían en ningún momento en los canales de televisión. No me llevó mucho tiempo encontrarme con una desagradable sorpresa que confirmaba mis sospechas acerca del rol que había desempeñado la OMS en todo este asunto. Su director, al que el mundo observaba con atención una vez a la semana, es Tedros Adhanom. A los ojos de la mayoría, era ese agradable etíope que hacía chascarrillos cuando se le escapaba alguna tos en mitad de una conferencia y nos vendía que China estaba dando datos reales y que la epidemia estaba bajo control, a pesar de los numerosos informes publicados que afirmaban todo lo contrario.
Pues bien, Tedros Adhanom pertenece al «Frente de Liberación Popular de Tigray», un partido etíope de ideología marxista. El gobierno etíope, a la sazón dirigido por Hailemariam Desalegn, presidente señalado continuamente por Human Rights por hostigar a la población e implantar un régimen autoritario y sobre el que pesan delitos contra la humanidad, nombró a Tedros Adhanom como ministro de Sanidad en el año 2005, cargo que ocupó hasta el 2012. Posteriormente fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores hasta el año 2016. Mientras él estaba en el gobierno etíope, tres brotes de cólera asolaron el país llevándose por delante la vida de miles de personas. Sin embargo, cuando era ministro de salud, decidió ocultarlo y llamarlo «AWD» (diarrea acuosa aguda). En el momento, pocos fueron los que alertaron de la terrible situación que estaba atravesando Etiopía, y los periodistas que lo hicieron fueron expulsados del país. Los funcionarios de las Naciones Unidas dijeron que podría haberse entregado más ayuda a Etiopía si se hubiera dicho la verdad y de esta forma, haber salvado miles de vidas.
El escándalo salió a la luz cuando comunicó su candidatura para dirigir la OMS. Las denuncias de etíopes exiliados que no podían creer lo que estaban viendo, que se había puesto al zorro a cuidar el gallinero, permitieron a los periódicos The New York Times, The Guardian y The Washington Post, escribir varios artículos en referencia a quién era el favorito de China para ocupar el puesto. A decir verdad, Barack Obama también apoyó su nombramiento porque suponía que Tedros sería el primer africano de la historia en dirigir la organización internacional. Propaganda al poder. Y así fue, Tedros se hizo con el control y una de sus primeras decisiones fue nombrar nada menos que al criminal Robert Mugabe embajador de buena voluntad de la OMS. Robert Mugabe, fallecido en septiembre de 2019, fue el dictador de Zimbabue durante casi tres décadas. Bajo su mandato, la miseria y el hambre se extendieron por el país y por supuesto, siguiendo las políticas socialistas que tanto admirada Mugabe, consiguió convertir a Zimbabue en uno de los países con mayor inflación del mundo. Tanto es así, que era más barato limpiarse con billetes que con papel higiénico. Una frase que pronunció el propio tarado criminal durante un funeral de Estado de un ministro del gabinete en el año 2003, puede ayudar al que desconocía de su existencia a entender qué tipo de persona era:
Yo sigo siendo el Hitler de nuestro tiempo. Este Hitler tiene un solo objetivo: justicia para su pueblo, la soberanía de su pueblo, el reconocimiento de la independencia de su pueblo y sus derechos sobre sus recursos. Si ese es Hitler, entonces dejadme ser Hitler diez veces. Diez veces, eso es lo que buscamos.
La presión internacional hizo que Tedros Adhanom reculara y retirara el nombramiento a su admirado genocida. Pero no han sido las únicas perlas que ha regalado un tipo que debería ser juzgado por crímenes de lesa humanidad. Durante su mandato, Tedros ha estado aplaudiendo el papel de la dictadura cubana y por supuesto, sus vínculos con China se han reforzado. ¿Por qué ningún periodista publicó esta información que cualquiera con un mínimo de interés podía encontrar?
Ahora sabemos que Taiwán avisó por escrito a la OMS en diciembre de 2019 de la presencia del coronavirus de Wuhan y que se transmitía entre humanos. La alerta fue ignorada por Tedros Adhanom, debido a que Taiwán no es miembro de la OMS porque China vetó su entrada por los conflictos políticos que sostienen. Taiwán es un ejemplo de buena gestión, una pequeña isla de 24 millones de habitantes y una densidad de población tremenda, que consiguió detener el Covid-19 gracias a no fiarse, con buen criterio, de las informaciones de China y de la OMS, tomando medidas preventivas. A fecha de hoy, cuentan con 440 casos y 7 muertes. La OMS, por el contrario, es un ejemplo de mafia legalizada financiada con el dinero del contribuyente. Donald Trump ya ha anunciado que va a dejar de financiar al inútil y corrupto organismo. En esa línea, también se han pronunciado Alemania, Francia y Reino Unido, que ya van tomando posiciones estratégicas para el nuevo mundo que vamos a conocer y que supondría un nuevo eje económico mundial que dejaría fuera de la ecuación a China y, por supuesto, al director de la OMS. España, ni está ni se le espera.
6 de febrero: muere de coronavirus el doctor Li Wenliang, uno de los primeros que alertó de su existencia el 30 de diciembre de 2019. Li Wenliang había sido previamente detenido por las autoridades chinas por «difamación y perturbar severamente el orden social» tras difundir por WeChat (una app muy popular en China) la existencia de un virus muy similar al SARS que había afectado a varias personas en Wuhan. Las autoridades lo castigaron y le hicieron firmar una carta de reprimenda. Tras infectarse del nuevo coronavirus el 31 de enero, falleció a la edad de 34 años. No me resisto a transcribir la entrevista que le realizó el New York Times una semana antes de fallecer y que publicó a modo de homenaje el día de su fallecimiento:
P.: ¿Cuándo te diste cuenta de que este nuevo virus era altamente contagioso? Al parecer no habías tomado ninguna precaución cuando te contagiaste.
R.: Lo supe cuando la paciente con la que tuve contacto contagió a su familia, y yo me contagié justo después. Así descubrí que era altamente contagioso. La paciente no presentaba síntomas y me descuidé.
P.: El 31 de diciembre, cuando hablaste a las personas en el grupo de WeChat acerca del «virus parecido al SARS», ¿lo hiciste porque conocías el alto riesgo de la transmisión entre humanos?
R.: Lo sospechaba, y siempre es mejor ser cauteloso y tomar medidas preventivas.
P.: ¿Por qué tenías tantas sospechas en ese momento? ¿Ya habías recibido alguna noticia o escuchado algo?
R.: Porque ya había pacientes que estaban siendo tratados en cuarentena.
P.: ¿Eso fue a finales de diciembre?
R.: Sí.
P.: ¿Hubo más médicos que compartieron la información y aconsejaron a otras personas que se protegieran de esta neumonía misteriosa?
R.: Hubo discusiones entre nuestros colegas.
P.: ¿De qué hablaban todos? ¿Cómo evaluaron la situación en ese momento?
R.: Se pensaba que el SARS podría regresar. Necesitábamos estar mentalmente listos para eso. Tomar medidas de protección.
P.: Mirando en retrospectiva lo sucedido, ¿crees que la situación sería muy diferente en la actualidad si el gobierno de Wuhan no te hubiera impedido compartir la información y alertar a otras personas? ¿Crees que hubiera sido mejor que la información hubiera sido más pública y transparente, para la gente y los doctores?
R.: Si los funcionarios hubieran divulgado antes la información referente a la epidemia, creo que todo habría sido mucho mejor. Debería haber más transparencia y apertura.
P.: ¿Cómo te sentiste cuando la policía te acusó de difundir rumores?
R.: La policía creía que este virus no había sido confirmado como SRAS. De verdad creían que yo estaba difundiendo rumores. Me pidieron que reconociera que estaba equivocado. Yo sentí que estaba sufriendo una injusticia, pero tuve que aceptarlo. Evidentemente yo estaba actuando de buena voluntad. Me entristeció mucho ver a tanta gente perder a sus seres queridos.
P.: ¿Cuándo decidiste convertirte en doctor? ¿Qué te enorgullece de esa profesión? ¿Puedes decir algo sobre tu familia?
R.: Pensé que era un trabajo muy estable. Últimamente, las relaciones médico-paciente se han deteriorado. Soy feliz siempre y cuando mis pacientes estén satisfechos con sus tratamientos. Mi hijo mayor tiene 4 años y 10 meses. El más pequeño nacerá en junio. Extraño a mi familia. Hablo con ellos por videoconferencia.
P.: ¿Cuánto te tomará recuperarte? ¿Qué planeas hacer después?
R.: Empecé a tener tos el 10 de enero. Me tomará alrededor de otros 15 días recuperarme. Me uniré al personal médico en la lucha contra la epidemia. Allí es donde están mis responsabilidades.
Ni siquiera su fallecimiento, noticia que corrió como la pólvora por todo el mundo, hizo ver a las autoridades que la información que estaba trasladando China al mundo era completamente falsa y que la OMS simplemente se dedicaba a seguir las pautas de Pekín. El doctor Li alertó hasta el final del riesgo de contagio, de la posibilidad de ser infectado por un asintomático, de que este virus no solamente afectaba a personas mayores y que llevaba más tiempo en Wuhan que lo que contaban las autoridades chinas.
— Japón confirma, al menos, veinte casos de pasajeros infectados en el Diamond Princess.
— Reino Unido informa de un nuevo caso de coronavirus. En este caso, a diferencia de los otros dos, se trata de un hombre que no había estado recientemente en China y se cree que fue en Singapur donde contrajo la enfermedad, pero las autoridades son incapaces de confirmarlo.
7 de febrero: científicos chinos identifican el pangolín como «huésped transmisor» del coronavirus.
— Iberia anuncia que prolonga su cancelación de vuelos a China.
— El catedrático en Microbiología César Nombela, declara en Onda Madrid: «La envergadura de la extensión del coronavirus en China podría ser tres veces mayor».
8 de febrero: las autoridades chinas deciden ponerle nombre provisional al nuevo coronavirus para que el mundo deje de llamarlo «neumonía de Wuhan». El nuevo nombre provisional es: Novel Coronavirus Pneumonia.
— Francia confirma cinco nuevos casos, cinco turistas británicos que se infectaron en su chalet del este del país.
— En España, el esfuerzo de las autoridades y medios de comunicación sigue volcado en evitar la discriminación hacia la comunidad china que empieza a notar que la gente no compra en sus centros.
9 de febrero: confirmado el segundo caso de coronavirus en España. Fernando Simón comparece de nuevo y declara: «Esto no implica un incremento de riesgo para nuestro país, puesto que no ha habido transmisión en España».
— El nuevo coronavirus supera (con los datos proporcionados de China) oficialmente al SARS en número de muertes a nivel mundial.
10 de febrero: desaparecen Chen Qiushi y Fang Bin, dos periodistas chinos de Twitter y YouTube que estaban informando al mundo de la realidad que se vivía en los hospitales de Wuhan por Twitter y YouTube, desaparecen. Sus familias denuncian que el gobierno chino los ha detenido y no saben nada de ellos desde hace más de 48 horas. En el momento en el que escribo estas líneas, el paradero de Chen Qiushi y Fang Bin sigue siendo un misterio. Tampoco el gran trabajo de investigación que hicieron estos dos periodistas, mostrando hospitales colapsados y pacientes extremadamente graves, puso en alerta a las autoridades sobre el verdadero problema que suponía este nuevo virus.
— El reputado epidemiólogo chino Zhong Nanshan, asesor principal de la epidemia del virus del gobierno chino, informa que el periodo de incubación del virus podría ser de hasta 24 días y no 14, como se pensaba hasta la fecha. Esta información hace tambalear los protocolos de cuarentena que estaban aplicando otros países sobre posibles pacientes infectados.
— Amazon anuncia que no acudirá al Mobile World Congress de Barcelona. La Generalidad de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona aseguran que no se iba a suspender por el nuevo coronavirus.
11 de febrero: la OMS bautiza como «Covid-19» al nuevo coronavirus.
— Comienza a sonar el término «superpropagadores» haciendo referencia a personas que son capaces de infectar a un número muy superior al habitual. El Ro (índice de contagio del Covid-19) hasta ese momento se estimaba en torno a 2-3.
— Se produce una avalancha de empresas que anuncian que no acudirán al Mobile World Congress. Sony, LG, NVIDIA, Ericsson, Amazon, Umidigi, Ulefone, NTT DoCoMo, Gigaset, Intel, Vivo, ZTE y TCL no estarán en Barcelona.
A pesar de ello, ese mismo día, el ministro Salvador Illa afirma: «No hay ninguna razón de salud pública para suspender o aplazar el Mobile World Congress».
— Alemania confirma dos nuevos casos, elevando a 16 la cifra.
12 de febrero: China anuncia el lanzamiento de una aplicación que te indica si has estado cerca de una persona con coronavirus.
— Son cada vez más los expertos que ponen en duda las cifras que reconoce China de forma oficial.
— Singapur anuncia que ha superado los 50 casos, se convierte en el país más afectado después de China, y preocupa la existencia de transmisión local.
— Los organizadores del Mobile World Congress no tienen más remedio que anunciar su cancelación apenas 24 horas después de las declaraciones del ministro de Sanidad, Salvador Illa, que afirmaba que no había riesgos.
— Fernando Simón sale al rescate ante el jarro de agua fría que supone la cancelación del Mobile World Congress y la alarma que ha generado en parte de la población y afirma:
Lo cierto es que la incidencia de la gripe es muy muy superior a la que pueda tener el coronavirus. Por lo tanto, aunque puede aparecer algún caso, eso es obvio y se ha dicho repetidamente, lo cierto es que la probabilidad de que todas esas posibles señales de riesgo sean positivas es muy muy baja.
Hace años que estamos trabajando en nuestras capacidades de preparación de respuesta para precisamente situaciones como esta.
13 de febrero: China trata de acallar los rumores sobre la falsedad de los datos que ofrece y anuncia un cambio en la forma de contar a los afectados del Covid-19. Las cifras se disparan.
— Australia anuncia la extensión de la prohibición de entrar al país de ciudadanos procedentes de China. El gobierno chino condena la decisión.
— La vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ante los informes que analizan el impacto económico del Covid-19, declara:
Me parece totalmente prematuro hacer estimaciones del posible impacto que, en todo caso, sería bastante indirecto en nuestro país.
Ese mismo día, Salvador Illa comparece en la reunión extraordinaria del Consejo de Sanidad de la UE y afirma: «España tiene suficiente suministro y personal de emergencia».
— Fernando Simón participa en un coloquio y afirma:
En España no se ha producido ninguna transmisión de este virus porque los dos pacientes que hay actualmente se contagiaron en otros países y por lo tanto en España no tenemos coronavirus. No tenemos coronavirus de este. Hay que entenderlo y yo creo que la población tiene que entender que aquí no hay transmisión y hasta ahora no hay riesgo de infectarse.
14 de febrero: el director del Consejo Económico Nacional de Estados Unidos, Larry Kudlow, critica la falta de transparencia de los datos ofrecidos por China y pide mayor claridad.
— China vuelve a recalcular las cifras y resta más de 100 víctimas.
— La Universidad Nacional de Singapur (NUS), la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU) y la Universidad de Administración de Singapur (SMU) anuncian que cancelan sus dos mayores eventos presenciales del año.
— El ministro singapurense Lawrence Wong vuelve a recordar que el Covid-19 es altamente más contagioso que el SARS, aunque su letalidad es menor. Recalca que, a diferencia del SARS, todo apunta a que el coronavirus está claramente emergiendo y no remitiendo.
— En España, los dos contagiados de Palma y La Gomera reciben el alta. «España libre de coronavirus», afirman RTVE y La Sexta.
15 de febrero: China envía más médicos a Wuhan para combatir el virus.
— Japón anuncia 70 nuevos casos positivos en el crucero Diamond Princess, elevando la cifra a un total de 355 personas. Al menos el 10 por ciento de los pasajeros están infectados. El dato llama la atención de la comunidad científica ya que demuestra la fácil propagación del virus y su alta capacidad de contagio.
— La Casa Blanca afirma que no se cree las cifras chinas.
— Francia confirma la primera muerte en su territorio por el Covid-19. Se trata de la primera víctima mortal en Europa.
16 de febrero: Fernando Simón acude al programa El objetivo, dirigido por Ana Pastor, en La Sexta. Esta es la transcripción literal de una parte de la entrevista:
ANA PASTOR: a Fernando Simón, que le hemos visto durante estos días, también con la crisis del Ébola, siempre tengo la duda de ¿cuánto le sorprende ver el nivel de miedo, alarma, eh, preocupación, inquietud? Teniendo en cuenta que los datos, lo hemos visto antes, lo vamos a ver después con Mario Viciosa, los datos de la gripe normal, matan a mucha más gente, quizá lo que cambia es que es un bicho diferente ¿no?
FERNANDO SIMÓN: las cosas nuevas que no se conocen siempre dan más miedo y yo entiendo que la gente se pueda poner más nerviosa. También entiendo que en el mundo actual que está completamente interconectado, que las cosas se mueven de un sitio a otro a una velocidad, que hace solo unas pocas décadas, ni se nos pasaba por la cabeza pudiera pasar, la gente ya no percibe que China esté en la otra punta del mundo. La gente percibe que China está a unas pocas horas de avión y puede llegar en cualquier momento. Y eso hasta cierto punto es cierto. […] Yo entiendo que haya preocupación, pero sí que es verdad que me sorprende este exceso de preocupación (risas).
Tras finalizar la entrevista, Ana Pastor recurre a un miembro de su propia empresa (Newtral) para seguir manipulando a las masas:
ANA PASTOR: aquí nos preocupan mucho los datos y está por aquí, como decía Mario Viciosa, compañero de newtral.es, experto también en ciencia y en investigación, y nos decía, Mario buenas noches, qué importante es recordar algunas de las epidemias que hemos vivido, compararlos con otros brotes para poner en contexto y que la gente entienda que quizá se está exagerando un poco.
MARIO VICIOSA: claro, porque aquí podemos compararlo con la gripe. Lo venimos haciendo desde el comienzo del programa. Hemos creado esta especie de contador figurado, puede parecer macabro, porque habla de muertes, pero nos pone sobre relieve, si esto fuera corriendo minuto a minuto, a la izquierda tenemos el Covid-19, esta segunda versión del SARS, a la derecha, la gripe a nivel mundial, son muertes que según la OMS incluso podrían ser mucho mayores. Claro, evidentemente, no solemos preocuparnos tanto por ellas.
ANA PASTOR: insistimos como tú decías, a nivel global el coronavirus de ahora ha dejado mil, no llega, 1700 muertes, casi 650 000, la gripe normal.
Quedaba justo un mes para que los españoles viviéramos el mayor encierro de nuestro tiempo y tuviéramos prohibido salir de nuestras casas. Sorprende que el señor Fernando Simón dijera estas declaraciones. Si las analizamos, él mismo reconoce que hoy en día el mundo va a una velocidad distinta. Pero, además, ya había casos de contagios de transmisión local tanto en Francia como Alemania. No solo eso, sabiendo que el foco era China ¿por qué se permitió que los viajeros procedentes de ese país entraran sin ningún tipo de control en España? Solo hay dos razones: o es un absoluto incompetente o no dice la verdad. Los datos, que ya conocíamos muchos ciudadanos, unos en mayor o menor profundidad, ya estaban provocando cierta alteración en el orden social. Muchos ya habíamos visto las terribles imágenes de cadáveres amontonados en las entradas de los hospitales de Wuhan y las calles vacías de megaurbes como Shanghái. Nadie en su sano juicio, podía seguir comparando esto con la gripe común o incluso, decir que el Covid-19 no era tan letal. Sin embargo, el objetivo del Gobierno era vendernos que no pasaba absolutamente nada y que los españoles no íbamos a tener que sufrir lo que ya estaban sufriendo otros países. A ese mensaje falso se unió la mayoría de medios de comunicación y por supuesto Ana Pastor y su empresa Newtral no se quedaron atrás. ¿Desde cuándo una gripe hacía construir hospitales a toda velocidad, cerrar países y realizar controles exhaustivos para detectar los infectados?
— Esa misma noche, Ana Pastor cuenta en el plató con María Neira (a la que muchos escuchaban con gran atención porque formaba parte de la OMS y, víctimas del complejo de inferioridad propio de los españoles, creían a pies juntillas). Esta es una breve transcripción literal de la entrevista:
ANA PASTOR: ¿Hay zonas más peligrosas que otras? En concreto, lógicamente China, hay cancelaciones de todo tipo, de viajes, de eh, nos encontramos por los pasillos con Mikel Erentxun que entraba esta tarde a «Liarla Pardo» y es que decía, tengo una gira en Tokio, dentro de nada. Mmm, claro esto está afectando a Europa y está afectando también a los países asiáticos.
MARÍA NEIRA: bueno, vamos a intentar que afecte el virus, pero que no nos afecten las otras consecuencias porque realmente son muy desproporcionadas, fuera de contexto. La OMS desde el principio ha dicho que no haya restricciones ni de viajes ni de comercio ni de intercambios.
ANA PASTOR: ¿Es exagerada la cancelación del «Mobile Congress» y de otros eventos que se están empezando a cancelar a partir de ahora? Ya no digo en China, en Europa.
MARÍA NEIRA: Nosotros no podemos juzgar a nadie que tome esas decisiones, lo que sí es cierto es que nosotros no hemos dado ese tipo de criterios para que se haga gestión de riesgo y se llegue a esa conclusión. Nosotros hemos dicho que no es necesario ni cancelar, ni evitar la movilidad ni el comercio.
¿Cómo podían los medios de comunicación dar pábulo a la representante de la OMS? ¿Nadie se dignó a investigar de forma independiente la realidad? Mientras los médicos de Hong Kong habían amenazado con ponerse en huelga si no se cerraban las fronteras con China, aquí seguíamos consumiendo la versión de la corrupta OMS. El programa de ese día fue seguido por nada menos que 813 000 espectadores. Resulta imposible cuantificar cuántos de ellos se hicieron eco de las declaraciones a través de las redes sociales, pero la cifra seguramente fuera incluso mayor que los espectadores que siguieron el programa en directo.
17 de febrero: Taiwán confirma su primera muerte por el coronavirus.
— Sale a la luz que el presidente chino Xi Jinping sabía de la gravedad del coronavirus desde el 7 de enero, pero lo ocultó dos semanas antes de hacerlo público.
— China ordena a los bancos del país desinfectar el dinero en efectivo para contener el coronavirus.
— Un informe especial emitido por la firma de investigación de negocios global Dun & Bradstreet afirma que el Covid-19 en China afecta a 5 000 000 de empresas hasta la fecha. España cuenta con 1255 filiales o sucursales de empresas cuya sede se encuentra en las 19 provincias chinas con mayor número de casos detectados de coronavirus.
— Muere a causa del Covid-19 Liu Zhiming, el director del hospital principal de Wuhan. Empiezan a sonar con más fuerza voces que confirman lo que se preveía, la gran cantidad de personal sanitario que estaba siendo infectado en los hospitales chinos.
— YouTube anuncia que todos los vídeos que traten el tema del Covid-19 sean desmonetizados. Uno de tantos usuarios que sufrió no solamente la desmonetización, sino incluso la eliminación de parte de los vídeos fue un servidor.
— La OMS, en su tónica de mensajes contradictorios, afirma que las medidas tomadas por China han conseguido reducir la transmisión del virus en el país.
19 de febrero: China revela que el nuevo coronavirus (Covid-19) se puede transmitir cuando alguien estuvo expuesto a altas concentraciones de aerosol en un ambiente relativamente cerrado durante mucho tiempo.
— El FMI (Fondo Monetario Internacional) alerta de que el nuevo coronavirus puede hacer descarrilar la recuperación económica.
— Irán anuncia sus primeras dos víctimas.
— El Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCDC, por sus siglas en inglés) publica el que es, hasta ese día, el mayor estudio sobre el coronavirus Covid-19, en el que se han investigado más de 40 000 casos confirmados. En el informe se deja constancia de que las más afectadas son las personas mayores, pero también deja constancia de que hay un riesgo real de que a personas jóvenes fallezcan, aunque con menor probabilidad.
El único país con posibilidades de realizarlo hasta ese momento con una muestra válida era China.
— Salvador Illa, ministro de Sanidad, declara: «Las medidas que hemos tomado son suficientes para garantizar la salud de todos los ciudadanos españoles». Se escuda en las recomendaciones de la OMS (que muchos países, incluso de Europa, afortunadamente no estaban siguiendo). Se muestra tajante y afirma: «Trabajamos siguiendo las recomendaciones de la OMS, que no ha emitido ninguna en el sentido de restringir ni el tráfico de mercancías ni el de personas».
— En España, el interés mediático se lo sigue llevando «la mesa de diálogo» entre Pedro Sánchez y Joaquim Torra.
20 de febrero: Corea del Sur anuncia un aumento significativo de casos que ascienden a 110. Se localiza un grupo religioso como foco del brote, en concreto una señora que se identifica como «superpropagadora» y a la que se le acusa de haber infectado a 50 personas. Las autoridades coreanas advierten al país y declaran: «Estamos ante una crisis sin precedentes» y solicita a los ciudadanos que no salgan de sus casas y opten por el teletrabajo. Ese mismo día confirma su primera víctima mortal por Covid-19.
El secreto de Corea del Sur, tan alabado posteriormente reside principalmente en la rápida acción. Cuando tenían una sola víctima y apenas 100 casos, comenzó una campaña divulgativa a toda la población del riesgo que suponía el nuevo Covid-19.
— Japón anuncia que dos pasajeros del Diamond Princess han fallecido repentinamente mientras estaban en cuarentena en el interior del barco.
— Se suman más expertos a denunciar la opacidad del Gobierno chino. Entre ellos, Caitlin Rivers, profesora asistente de epidemiología en el Centro Johns Hopkins.
— En España, Salvador Illa se centra en endurecer la ley antitabaco y el Gobierno no hace referencia al riesgo del nuevo virus.
21 de febrero: Pakistán se niega a traer de vuelta a más de 1000 estudiantes de la provincia de Hubei.
— Las ventas de coches en China se desploman un 92 por ciento.
— Corea del Sur anuncia casi el doble de casos en menos de 24 horas, 209 y se convierte en el país más afectado por detrás de China.
— El nuevo coronavirus sorprende a Europa y golpea a Italia. Declaran 17 contagiados y 250 personas en cuarentena. Anuncian el cierre de los pueblos afectados, un total de 10, y 50 000 personas son encerradas en sus casas. Tratan de encontrar desesperadamente al paciente «cero».
— Fuera de China se confirman 1152 casos en 26 países, que en conjunto contabilizan ocho muertes.
— La OMS cambia radicalmente de discurso y anima a los países a actuar. «El tiempo se está acabando», afirma Tedros Adhanom.
Hasta la fecha, la OMS había seguido la política de alabar a las autoridades chinas y restar importancia al nuevo coronavirus. Incluso alentaba a los países a no cerrar sus fronteras con China y que los pasajeros procedentes de China continuaran viajando por el mundo. Hasta que el día 21 de febrero los anuncios de Corea del Sur e Italia dejaron constancia, desgraciadamente, de que los informes de los expertos independientes publicados estaban en lo cierto. El virus ya se había descontrolado fuera de China y era urgente actuar de inmediato si se quería detener su propagación.
22 de febrero: Italia anuncia dos víctimas, una de ellas en Milán y ascienden a 51 los infectados. El doble en 24 horas. Las imágenes de calles desiertas, colegios, restaurantes y comercios cerrados ya se ven en Europa. Las mascarillas comienzan a ser utilizadas por el personal sanitario de la zona del norte de Italia más afectada. El Comité Regional de Fútbol Aficionado de Lombardía pospone los encuentros de fútbol.
—El primer ministro, Giuseppe Conte, moviliza al Ejército y plantea tomar medidas nacionales contra el coronavirus.
— El miedo en la población española va en aumento, pero los medios hacen caso omiso en 48 horas críticas. Ni rastro de Fernando Simón ni de ningún miembro del Gobierno.
23 de febrero: el Gobierno surcoreano eleva la alerta por enfermedades contagiosas a «rojo», el máximo nivel de su escala, ante el aumento de contagios del nuevo coronavirus. Son ya 602 personas infectadas, lo que supone que los casos se han multiplicado nada menos que por 17 en los últimos cinco días. Las víctimas aumentan a 6.
— Portugal confirma su primer caso.
— Italia prohíbe por decreto entrar y salir de los focos del coronavirus. Las imágenes de gente con mascarillas comprando en los supermercados se convierten en una tónica general. Se reconocen 157 casos y 3 muertos.
— Fernando Simón comparece en una breve rueda de prensa y afirma:
El virus en España no está. No se ha detectado ningún otro caso y ahora mismo no tenemos ningún caso en investigación, pero sí que es cierto que nuestro intercambio con Italia sí es más alto que nuestro intercambio por ejemplo con Irán.
Incomprensiblemente, los vuelos procedentes de Italia no dejaron de llegar durante semanas y a los turistas no se les practicaba ningún tipo de control. Del mismo modo, sorprende la soberbia con la que Fernando Simón despachaba las preguntas de los periodistas, a pesar de que países como Corea del Sur habían pasado de no tener casos a contar con más de 600 en apenas una semana. España ni siquiera escucha las recomendaciones de la corrupta OMS. «En España, ni hay virus, ni se está transmitiendo la enfermedad. Ni tenemos ningún caso actualmente», sentencia.
24 de febrero: la OMS alaba, ahora, las medidas draconianas adoptadas por China para frenar la expansión del Covid-19.
— Italia anuncia 220 casos detectados y 4 víctimas mortales en las últimas 24 horas, sumando un total de 7. En menos de 48 horas, el número de infectados se ha multiplicado por 4. Milán se convierte en una ciudad fantasma. El alcalde de la ciudad, Giuseppe Sala, anuncia que la capital económica de Italia cierra todas las escuelas, cines, museos y teatros. Sala fue el primero. Luego se sumaron a la iniciativa el resto de regiones afectadas.
Venecia suspende los dos últimos días del Carnaval después de que se registrasen dos positivos en la ciudad. En Lombardía, Véneto y Piamonte cierran todos los centros educativos, de infantil a la universidad. Se prohíben manifestaciones deportivas y culturales y se cierran cines y teatros.
— Las autoridades de isla Mauricio mantienen en cuarentena a los pasajeros de un vuelo de Alitalia procedente de Roma por miedo al contagio.
— Las bolsas europeas se desploman. La Bolsa española cae un 4,07 por ciento, la mayor caída desde el referéndum sobre el Brexit celebrado en junio de 2016. La bolsa de Milán se desploma un 5,43 por ciento; la de Londres un 3,34 por ciento; la de Fráncfort un 4,01 por ciento; y la de París un 3,94 por ciento. El nuevo coronavirus comienza a hacer estragos en el ámbito económico europeo.
— Se reúne la Ejecutiva Federal del PSOE y la presidenta del partido, Cristina Narbona asegura: «No creemos que debamos entrar en una actitud de excesiva angustia. Confiamos en que podamos responder bien».
Salvador Illa comparece en rueda de prensa y afirma:
Básicamente ya les avanzó ayer el coordinador del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias (Fernando Simón), pensamos que en estos momentos lo que hay que hacer es reforzar todas las medidas de detección precoz y de sensibilidad. Estamos trabajando en todo un paquete de medidas para ampliar información en puertos, en aeropuertos y para tener toda la red sanitaria preparada para detectar, a la mayor brevedad, posibles casos y descartarlos o darles la terapia que está prevista en nuestros protocolos.
Yo quiero transmitir este mensaje de tranquilidad. Estamos activos desde el primer día que tuvimos noticia de esta situación del coronavirus.
Los españoles estaban a menos de tres semanas de vivir un infierno y el personal sanitario, de pagar las consecuencias de la negligencia del Gobierno que se negaba a controlar los viajeros procedentes de Italia que seguían llegando a borbotones sin ningún tipo de problema. España se iba a convertir en el paraíso del nuevo coronavirus, que dejará un reguero de muerte, desesperación, angustia, crisis económica y un personal sanitario infectado hasta el tuétano.
25 de febrero: el director de la OMS advierte de una potencial pandemia por el nuevo coronavirus: «Este es un momento para que todos los países, comunidades, familias e individuos se concentren en prepararse. Debemos concentrarnos en la contención, mientras hacemos todo lo posible para prepararnos para una posible pandemia».
— La psicosis aumenta en la población española que se lanza a la compra de mascarillas y gel desinfectante. Los pedidos aumentan un 10 000 por ciento
— Italia anuncia 322 casos y 11 muertos. El Covid-19 ya ha llegado al sur del país. Incluso a Sicilia.
— Confirmados 4 casos de coronavirus en España, 1 en Barcelona, otro en Castellón y 2 en Tenerife. En Canarias, se confina a un millar de personas dentro de un hotel, después de que se confirmara que un huésped italiano y su mujer padecen el Covid-19.
— Decenas de aficionados del Valencia, que habían viajado la semana anterior nada menos que a Milán, denuncian tener síntomas del nuevo coronavirus.
— Aparece Salvador Illa en rueda de prensa y declara:
No hay transmisión comunitaria acreditada hasta el momento en nuestro país y por tanto seguimos pensando que estamos en un escenario de contención del coronavirus en España.
No hay una prohibición decretada por parte de las autoridades internacionales ni por parte de las autoridades españolas de viajar a ninguna parte.
Hago un llamamiento a la ciudadanía para que no caigamos en el alarmismo. […] En todas las Comunidades Autónomas hay capacidad de hacer test y con una solvencia total. El sistema sanitario está preparado para hacer frente a la situación.
Sobre el uso de mascarillas, asegura que «no es necesario» para prevenir el contagio frente al Covid-19.
La maquinaria del fango se pone en marcha para ocultar la evidencia y es que España, ante la falta de controles de viajeros y nulas medidas de prevención, es una bomba de relojería a punto de estallar. El vocero Antonio Maestre, persona con escasa preparación intelectual publica un tuit que dice lo siguiente y que es retuiteado por miles de personas:
Es más probable morir atropellado porque la mascarilla para protegerte del coronavirus se mueva y te tape los ojos que por el propio virus.
Pablo Echenique también se suma a la campaña y publica en sus redes sociales:
En las portadas y en las tertulias, el coronavirus corre desbocado y es una peligrosísima pandemia que causa pavor. En el mundo real, el coronavirus está absolutamente controlado en España.
«Ojalá un día el sistema mediático tenga la mitad de calidad que el sistema sanitario» añadió, haciendo referencia a la conexión en directo con Lorenzo Milá ya comentada y que tanto furor causó en millones de ciudadanos que fueron víctimas de la desinformación. Las próximas 48 horas se convertirían en un ejercicio de manipulación de masas sin precedentes que cambiaría la historia de España.
* * *
26 de febrero: España anuncia el primer caso de un hombre que da positivo en Sevilla por Covid-19 y no había viajado al extranjero ni mantenido contacto con ningún ciudadano chino o italiano. Apenas 24 horas antes, el Gobierno había anunciado que en España no había riesgo de transmisión comunitaria.
— El programa dirigido por Antonio García Ferreras (Al rojo vivo) conecta en directo con el director del Instituto Salud Global de Barcelona, Antoni Plasència. Esta es una breve transcripción literal de la entrevista:
GARCÍA FERRERAS: profesor Plasència, una recomendación, o dos o tres recomendaciones, para los espectadores que están viéndonos ahora y dicen jo ¿qué hago?
ANTONI PLASÈNCIA: bien muchas gracias, la primera es, que se sigan informando, que sigan atentos, pero sin obsesionarse por la información y agradecer a los medios de comunicación vuestro papel en ese sentido, a pesar a veces, de la sobreexposición informativa de cualquier detalle. Lo segundo es que estar confiados de que las personas y las instituciones que tienen que hacer cosas las están haciendo.
— España eleva el riesgo por coronavirus de bajo a moderado. Comparece Fernando Simón y declara:
Lo cierto es que en las zonas donde no se han identificado casos, no hay ningún riesgo. Por lo tanto, yo creo que la población tiene que entender los riesgos a los que se expone, los riesgos reales, no los ficticios a los que se exponen y ahí yo creo que sí que hay detalles que nos pueden ayudar para ir normalizando la situación, allí donde hay que normalizarla y donde se tienen que hacer medidas extras, no se preocupen que salud pública de cada comunidad autónoma, las hará.
El uso de las mascarillas sí que puede ser interesante en los pacientes con sintomatología. Pero no tiene sentido que la población ahora mismo este preocupada por si tiene o no tiene mascarillas en casa. ¡Ninguno! Por tanto, es importante, que la población no asuma mecanismos de protección que pueden no tener sentido.
España, yo creo que ya se lo hemos dicho en múltiples ocasiones, no recomienda medidas de cribado en los aeropuertos.
No contento con su intervención, aparece ese mismo día en el telediario de TVE y responde de esta forma:
PERIODISTA: ¿Estamos alarmándonos en exceso?
SIMÓN: Yo creo que ya lo he dicho en varias ocasiones. Obviamente esto es una enfermedad, la gente tiene que preocuparse, tiene que tratar de no enfermar, pero sí estamos teniendo una preocupación excesiva a nivel poblacional.
— El Ministerio de Sanidad, redobla su ataque y comienza la campaña de desinformación más brutal en las redes sociales. Publica un tuit que reza:
Al llegar de una zona de riesgo puedes hacer vida normal. Si tras 14 días no tienes ningún síntoma, no es necesario tomar medidas. #CoronavirusESP.
Los medios de comunicación se jactaban de ser los que estaban informando correctamente, mientras que aquellos que alertábamos de las noticias que circulaban alrededor del mundo del Covid-19 y nos llevábamos las manos a la cabeza ante la pasividad del Gobierno éramos tachados de «alarmistas». Ridiculizar al mensajero y etiquetarlo, una vez más, era el objetivo de los medios de comunicación que, apoyándose en las redes sociales, hacían llegar un mensaje falso a la población española que continuaba, en su mayoría, viviendo ajena a la hecatombe que se avecinaba. Se conocía el riesgo de los asintomáticos, se sabía que el crecimiento de contagios era exponencial y, por supuesto, se sabía que las restricciones y controles en aeropuertos eran fundamentales para evitar la propagación del virus en nuestro país. A pesar de ello, el mensaje oficial repetido por los voceros del régimen consistía en tachar de locos a los pocos que tratábamos el tema.
Ese mismo día, el 26 de febrero, compareció, ante la alarma generada en la población valenciana, Hermelinda Vanaclocha (subdirectora general de Epidemiologia y portavoz de Sanidad de la Comunidad Valenciana). Esta es la discusión entre un periodista y la responsable principal de controlar la expansión del Covid-19:
HERMELINDA VANACLOCAH: Nosotros nos enteramos ayer de que el Valencia había jugado un partido de futbol en Milán. Lo siento, no me gusta el fútbol y estas cosas no las sé. Somos sanitarios no tenemos por qué saberlo.
PERIODISTA: Es que es alucinante que no sepan ustedes, o sea, lo saben en toda Valencia.
HERMELINDA VANACLOCAH: Yo no.
PERIODISTA: ¿Ustedes no saben que el Valencia jugó la semana pasada?
HERMELINDA VANACLOCAH: Yo que soy la responsable no.
27 de febrero: Italia confirma 650 casos y ya son 17 los muertos. Corea del Sur anuncia 1595 infectados y 12 fallecidos.
— España confirma 2 nuevos casos de coronavirus en Madrid sin vínculos con Italia ni China, uno de los cuales es el primero grave en España. Los casos confirmados superan la veintena. En el resto del país se registra el tercer positivo en Cataluña, el sexto en la Comunidad Valenciana y los dos primeros de Castilla y León, sumando 25 casos.
— El programa Al rojo vivo reúne a sus colaboradores para trasladar un mensaje común y unidireccional a los ciudadanos. Estas son algunas de las frases literales que se vertieron en el programa:
JORGE BUSTOS: «Esta mañana venía de la farmacia y me explicaba la farmacéutica que entran constantemente pacientes reclamando mascarillas y geles de asepsia, para para, y ella no se cansa de explicarles a todos los que vienen en demanda de ese tipo de productos que no hay razón de verdad».
IGNACIO CEMBRERO: «La magnitud del problema no es diferente de una gripe vulgar y corriente».
«El riesgo es para países con un sistema sanitario débil como puede ser, por ejemplo, que prácticamente hay muy pocos casos, en África por ejemplo o en algunos países de América Latina».
«El alarmismo es excesivo, el alarmismo de la sociedad, el alarmismo de algunos políticos, el propio alarmismo yo me atrevería a decir del director de la Organización Mundial de la Salud».
JAVIER AROCA: «Irán no cuenta con un sistema sanitario como el que tenemos nosotros. Pero el sistema sanitario español, el andaluz en este caso, es maravilloso. Yo confío en ello».
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: «Yo tengo la sensación de que en Italia hay un cierto desorden en la gestión».
«Las mascarillas son para los sanitarios o para los que están ya enfermos».
SANDRA LEÓN: «Tenemos que confiar, creo que el ministerio está haciendo un buen trabajo […] Bajemos las alarmas y mantengámonos contenidos».
GASPAR LLAMAZARES: «Hay que transmitir tranquilidad y el peor enemigo en estos momentos es la sobreactuación y el miedo, y en ese sentido la comunicación del ministerio y de los expertos, creo que está dando seguridad a los ciudadanos».
— El presentador de La Sexta Noche (Iñaki López) publica un tuit que dice lo siguiente:
El sábado en @SextaNocheTV información y expertos para luchar contra la coronahisteria. Datos, certezas y falsedades de una epidemia con una mortandad menor de la gripe común.
Lo acompaña con una fotografía de un cartel colocado por una farmacia que se hace viral y en la que se puede leer:
CORONOHISTERIA: ¡No tenemos mascarillas! Y no las necesitáis. Las mascarillas de farmacia no servirían para el coronavirus.
¿Algo nos están ocultando? Lo único que están intentando es aislar el lugar donde se inicia y a todos los posibles contactos.
Y ¿por qué los aíslan?
Por lo que os decíamos, si dejamos morir el virus no se vuelve una enfermedad crónica.
¿Vamos a morir todos?
En España, en 2019, fallecieron 6000 personas de gripe. El porcentaje por coronavirus varía entre un 2-4 por ciento en China, y un 0,7 por ciento fuera, según la OMS.
La campaña orquestada era perfecta. Contaba con todos los requisitos para que la manipulación de masas fuera efectiva. Se recure a palabras como «expertos», que otorgan una figura de autoridad y veracidad al receptor, mientras que los otros son simples «alarmistas». Se utilizan las palabras «datos», «certezas», «información» para presentar al que no acepta el mensaje oficial como un burdo mentiroso que solamente quiere generar miedo. Por último, se recurre a rebajar el riesgo del Covid-19 haciendo la comparación con la gripe estacional, para que, de este modo, el ciudadano no tenga miedo. Es decir, el mensaje falso va destinado a aliviar los sentimientos de pánico en el receptor, mientras que el mensaje veraz genera todo lo contrario. Evidentemente, son muchos los que optan por el mensaje que les propicia más tranquilidad y, además, ese sentimiento es reforzado por «expertos» y figuras políticas a las que el ciudadano español medio, otorga una alta credibilidad. ¿Cómo iba a mentirme el Gobierno y la inmensa mayoría de medios de comunicación con un tema tan serio? Se autoconvencían para habitar en la falsedad a cambio de calma.
A pesar de que se conocía el crecimiento exponencial que había sufrido Corea del Sur, que cualquiera que conozca mínimamente su funcionamiento y cómo se las gastan con la clase política incompetente los ciudadanos, todo lo que escuchaba en España era referente a Italia o Irán países que a los ojos del ciudadano medio son considerado inferiores. Incluso se apelaba al sistema sanitario español como barrera infranqueable para el Covid-19 y se acusaba a países como Italia de estar teniendo problemas por mala gestión y por un sistema sanitario débil, lo cual era absolutamente falso. Paradójicamente, el brote estaba en aquel momento en la zona de Lombardía, que cuenta con uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. ¿Cuántos ciudadanos españoles eran conocedores de este dato? ¿Cuántos ciudadanos españoles entraban a leer el informe publicado diariamente por el Ministerio de Sanidad y Bienestar del país asiático? ¿Por qué nadie conocía en este país al brillante ministro de Sanidad de Singapur Gan Kim Yong que explicaba con todo lujo de detalles los avances sobre el nuevo coronavirus? Ni un solo medio de comunicación hizo referencia a las informaciones que auguraban el desastre en España.
¿Singapur, Corea del Sur? Países muy lejanos que ni siquiera muchos ciudadanos saben ubicar en el mapa. Solamente comenzó a aumentar la preocupación cuando nuestra cercana Italia empezó a tener problemas y sus casos se disparaban. Ni siquiera eso hizo a los españoles exigir que se tomaran medidas para evitar que España se convirtiera en un país duramente golpeado por el Covid-19. El Gobierno seguía haciendo caso omiso a los golpes de la realidad y el pueblo español estaba a menos de dos semanas de comenzar a sufrirla, víctima de su incultura.
28 de febrero: aumentan a 31 los casos infectados en España.
— Fernando Simón vuelve a comparecer en rueda de prensa. Las preguntas van encaminadas a conocer qué va a hacer el Gobierno tras confirmarse que en España ya hay transmisión local. Fernando Simón responde:
El Gobierno no se está planteando dar en un plazo determinado, ninguna recomendación nueva. Ahora mismo el escenario no plantea una situación de suspensión de actos públicos. […] España ahora mismo no está tomando ninguna medida de distanciamiento social ni de prohibición de eventos de masas.
— El programa presentado por Susana Griso (Espejo Público) entrevista a un tal Jesús, que había grabado todo su viaje de Madrid a Milán para asistir a una boda. «Sin miedo al coronavirus», titulan el corte que se viraliza por redes sociales.
No conforme con ello, suman al programa a Héctor Castiñeira. Un enfermero del Hospital 12 de Octubre de Madrid, que en Twitter se hace llamar «Enfermera saturada», después de que se hayan hecho virales varios de sus tuits se hayan hecho virales en contra de la adquisición de mascarillas que, según él, no iban a necesitar los ciudadanos españoles.
Ese mismo día, Al rojo vivo utiliza a dos tipos que dicen ser humoristas, llamados Edu Galán y Darío Adanti, para parodiar a los que están preocupados por el avance del Covid-19: «Estamos hartos del alarmismo, la conspiranoia y los vendehúmos», concluyen mientras se ponen una mascarilla.
— Francia prohíbe los eventos cerrados con más de 5000 personas.
— Ecuador anuncia su primer caso, una anciana que había viajado a España.
— Estados Unidos anuncia su primera víctima por el nuevo coronavirus.
— Ascienden a 58 los infectados registrados en España. Fernando Simón comparece en rueda de prensa y afirma:
Ahora mismo no hay información que nos indique que tengamos que suspender ningún evento como las Fallas.
Lo que sí le puedo asegurar es que un lavado frecuente de manos, una higiene adecuada y una buena limpieza de superficies, habitual, como hacemos, reducen el riesgo de transmisión.
— El programa referencia de actualidad política de los españoles durante el fin de semana, La Sexta Noche, continua con la manipulación de masas. Se realizan dos entrevistas. Por un lado a Iñaki Gabilondo y por otro lado a la directora de Salud Pública de la OMS (María Neira). Un rostro ya conocido por muchos españoles en aquel momento.
La entrevista a Iñaki Gabilondo se centra, como ya advirtió en su tuit Iñaki López, en luchar contra la «coronahisteria». Esta es una breve transcripción literal:
IÑAKI LÓPEZ: Iñaki Gabilondo un placer como siempre tenerte aquí con nosotros en La Sexta Noche.
IÑAKI GABILONDO: Hola, tocayo.
IÑAKI LÓPEZ: ¿No te ha cogido esto de la histeria del coronavirus? No sabía si traer máscara para hoy.
IÑAKI GABILONDO: (risas) Procuro no caer en esa histeria ni en ninguna otra, no. La preocupación debe convertirse en actividad para responsables sanitarios. Yo creo que los demás debemos intentar mantener la calma.
IÑAKI LÓPEZ: Hemos vivido otra serie de pandemias, esta todavía no lo es, aunque es cuestión de tiempo que sea declarada la pandemia, que habla más de la extensión que la gravedad.
IÑAKI GABILONDO: Solo de la extensión.
IÑAKI LÓPEZ: Correcto. Pero hemos vivido otras epidemias de este tipo, ¿por qué esta ha resultado tener todo este poder mediático y ha generado todo este miedo?
IÑAKI GABILONDO: Todas suelen tenerlo. Recuerda lo de las vacas locas, por ejemplo, se cargaron el sector cárnico español y hubo al final muy pocos casos. […] El mundo global introduce también unos factores de descolocación. Ha venido de Italia o cogí un avión, me fui a China, todo el mundo se mueve mucho más que antes se movía eh. Pero bueno, hay que mantener la situación. La sociedad es un poco infantil, de todas maneras, en general, no solo en este caso, sino en general no.
Mofas y risas por parte de Iñaki López y más insultos, esta vez por parte de Iñaki Gabilondo, a los contrarios al pensamiento impuesto por el Gobierno. «Hemos vivido otras epidemias de este tipo», decía Iñaki López. El día 29 de febrero ya había más de 82 551 infectados y 48 países contaban con casos. Salvo que Iñaki López tenga el don de la inmortalidad y se conserve en un estado permanente, hasta la fecha solamente la gripe de 1918 tenía similitud con lo que estaba pasando. Quizá él y el experto en terroristas suicidas del 11-M al que entrevistaba, sabían más que los informes de The Lancet, Imperial College, Ministerio de Sanidad de Singapur, Japón y Corea del Sur. Megaurbes desiertas, cuarentenas forzosas, chorreo constante de cadáveres, equipos sanitarios equipados como si de una guerra nuclear se tratara y un crecimiento de casos exponencial daban muestra de ello.
Tras el paso de un reconocido y prestigioso periodista para muchos ciudadanos, acto seguido llegaba el turno de la autoridad experta en el asunto. María Neira, ante los ojos del ministro de Sanidad que se encontraba presente en el plató de La Sexta Noche, declaraba:
Quiero aprovechar para felicitar al sistema sanitario español porque está reaccionando de una manera muy adecuada y que está respondiendo con mucha proporción y mucho sentido de evaluación de riesgo en función de la situación.
Previamente, Salvador Illa había afirmado: «Seguimos con preocupación la situación del coronavirus, pero no hay que caer en alarmismos».
Ante la pregunta: ¿por qué en España no se han suspendido eventos por los casos de coronavirus registrados y sí se han cancelado en otros países?, el ministro respondió: «La valoración de riesgos que tenemos nos lleva a concluir que debemos seguir estando en una fase de contención».
Los ciudadanos españoles se iban a dormir con un mensaje claro. El Gobierno lo está haciendo bien, el mundo está loco y está sobreactuando, mientras tanto, nosotros no tenemos motivos para ello. Los españoles no sabían lo que les iba deparar el mes de marzo y cómo iban a cambiar sus vidas en apenas dos semanas.
1 de marzo: Italia confirma 1577 contagiados, un aumento del 50 por ciento en las últimas 24 horas. De las 20 regiones del país, ya estaban afectadas 16.
— Francia anula la semimaratón de París y cierra por anticipado el Salón Internacional de la Agricultura.
Suiza prohíbe los acontecimientos públicos con más de 100 personas, cancela el Salón del Automóvil de Ginebra, el Carnaval de Basilea y los partidos de liga local.
— España confirma 84 casos, cinco de ellos graves. Se suman dos médicos infectados que habían tenido contacto con el primer caso en Sevilla. Ya están afectadas 13 de las 17 comunidades autónomas.
— Arrancan las Fallas en Valencia. La mascletà diaria congrega a más de 58 000 personas de media y se dispara sin ningún problema ni ninguna medida de prevención. Este espectáculo continuaría hasta el 10 de marzo.
— La Sexta continúa con su campaña «antialarmistas» y recurre a una farmacéutica para explicar que las mascarillas no son necesarias: «Hay una verdadera psicosis. No tenemos que ir con una mascarilla por la calle».
Para que el lector tenga constancia del impacto que tiene el poder mediático sumado al poder de las redes sociales y cómo ese mensaje es capaz de calar en la población, independientemente de su sesgo ideológico, pondré un ejemplo vivido en primera persona. Ese mismo día, el 1 de marzo, publico un artículo advirtiendo de la locura que supone no cancelar las Fallas en Valencia. Estas son algunas de las respuestas que recibí por parte de mis lectores, que no son sospechosos en su mayoría de ser votantes del PSOE o Podemos:
«Parece que estés intentando prevenir el contagio del ébola»
«No debes ser tan alarmista con este tema!!! Es serio, pero no para cambiar la vida diaria. Cuantas cosas habría que cancelar entonces…»
«Q exageración»
«Pues en vez de suspenderlas, que no venga nadie de otros lados y au»
«Tampoco es para tanto yo creo»
«Lo que más me sorprende es este alarmismo de ti»
«Me gustabas por tu forma de pensar políticamente. Me has defraudado después de esto»
«Como médico no puedo estar de acuerdo contigo. Creo que se están sobrepasando algunos límites y destrozando economías. Esto no es el Ébola y la población está advertida y no son tan idiotas. Tenemos el mejor sistema sanitario público del mundo, dejemos hacer más a los profesionales»
«PERO Q ES UNA GRIPE POR DIOS, q no nos vamos a morir q exagerados como coño van a cancelar las fallas por una gripe madre mía»
«No podemos dejar de vivir».
2 de marzo: Italia supera los 2000 infectados y ya son 52 los muertos.
— España registra más de 120 infectados. El Gobierno sigue sin aplicar ninguna medida especial.
— El sector turístico advierte del descenso de turistas y avisa que la temporada será difícil.
— Carlos Herrera entrevista a Fernando Simón, el cual responde de esta forma sobre la suspensión de actos multitudinarios:
No por juntarse aparecen las enfermedades. Si estamos en una fase de contención e identificamos correctamente las cadenas de transmisión, no debería ser un problema grave celebrar eventos multitudinarios.
Los medios cambian de táctica. En España ya no hay infectados, sino positivos, un sutil cambio en el lenguaje, pero mucho más cercano al objetivo deseado de generar tranquilidad a la población que a través de las redes sociales comienza a vislumbrar la catástrofe. No quedan exentas las redes sociales de la campaña contra la «coronahisteria». La actriz Anabel Alonso, una obediente ciudadana, decide publicar un tuit que se convierte viral:
#ViolenciaMachista 14
#COVID19 0
Todos los titulares siguen siendo para el segundo.
El Gobierno y los medios a su servicio cambian de estrategia debido a que no consiguen que el porcentaje deseado de la población española obedezca al mensaje único y decide apostar por centrar sus esfuerzos en la manifestación del 8-M y evitar que el miedo pueda desinflar el show de masas más importante para la política socialista. Algunos empiezan a cuestionar la celebración del 8-M, teniendo en cuenta que Italia, Francia, Suiza, Austria, etc., habían prohibido las concentraciones de personas, mientras tanto, aquí 600 000 personas iban a salir a la calle creando una bomba biológica sin parangón. Era evidente, desde hacía semanas, que el Covid-19 presentaba una alta transmisibilidad y severidad (casos que requieren hospitalización). Esta realidad ya estaba causando estragos en los hospitales del norte de Italia y provocando contagios en el personal sanitario y saturando los sistemas de salud. Sorprende cómo el ciudadano español comenzó a sentirse más amenazado cuando nuestra vecina Italia empezó a verse afectada. Había pasado de 157 casos a superar los 2000 en apenas 8 días. ¿Qué esperaba el Gobierno español que iba a ocurrir aquí?
3 de marzo: Italia cancela todos los eventos deportivos y recomienda que se disputen a puerta cerrada. También incluye los espacios interiores como cines, teatros o museos. Los casos aumentan a 2263 y los muertos a 79.
— España suma 160 infectados. Salvador Illa comparece y anuncia que el Valencia-Atalanta (previsto para el 10 de marzo, se dispute a puerta cerrada debido a que el club italiano procede de la zona más afectada de Italia). Para el resto de eventos deportivos, declara:
No hay transmisión sostenida de la enfermedad en ningún punto, solo controlada. No hace falta suspender partidos y ningún partido entre clubes españoles está sometido a riesgo de medidas excepcionales.
— Se informa de la primera víctima por coronavirus en España. Inexplicablemente, el fallecimiento se produjo el 13 de febrero en la Comunidad Valenciana. Se filtra la información y Sanidad no tiene más remedio que reconocerlo. Esta noticia es rápidamente silenciada y los esfuerzos se centran en trasladar un mensaje contra el miedo a la población que, gracias a las redes sociales, está empezando a darse cuenta del riesgo que supone el nuevo coronavirus.
— Se duplican los casos en la Comunidad de Madrid.
4 de marzo: Italia anuncia el cierre de todos los colegios y universidades. La cifra de infectados aumenta hasta los 3000 y ya son 107 los muertos.
— España registra 200 infectados y dos fallecidos.
— Fernando Simón comparece en rueda de prensa y afirma: «No es necesario cerrar colegios o universidades porque no ayudaría a frenar la expansión del coronavirus».
— RTVE española redobla sus ataques ante el pulso que están perdiendo en las redes sociales. El virus ya afecta a más de 60 países. Son muchos los ciudadanos que empiezan a dudar de la información oficial y realizan un especial informativo cuyo título es: «Coronavirus. Combatir el miedo».
En el programa, de nuevo, aparición estelar de Fernando Simón. La presentación corría a cargo de Rosa María Molló, que arrancaba el programa con la siguiente frase: «Las cosas ya no pasan en la lejana China».
Prosigue diciendo: «Esta es la primera gran crisis sanitaria global de la era digital. Y probablemente, parte de ese miedo y desconcierto se debe a la cantidad de información que tenemos que se mezcla con bulos e información falsa. Así que vamos a separar el grano de la paja».
¿Ya no pasan en la lejana China? Ya eran 60 los países afectados y Europa tenía más casos diarios que China. La población es estúpida, pero hasta cierto punto, y por supuesto, las redes sociales se escapan, aunque cada vez con mayor dificultad, al control de los poderes políticos. De nuevo se recurre a palabras como bulos o información falsa, para desprestigiar a todos los que estaban tratando el tema con la seriedad que se merecía. Otra vez se recurre a expertos y en aquel momento, Fernando Simón (muchos ya denunciábamos sus mentiras y su negligencia), se presenta al gran público como el sumun de la buena gestión. En su intervención, Fernando Simón afirma:
La propuesta a nivel nacional después del consenso con las comunidades autónomas es que el seguimiento de los contactos se puede hacer de forma activa, sin necesidad de cuarentena.
La fase de contención puede cambiar mañana mismo o no puede cambiar nunca.
Es decir, les contaba a millones de españoles que nosotros íbamos a ser capaces de contener la pandemia sin recurrir a medidas estrictas que ni tan siquiera la todopoderosa y experimentada Corea del Sur había sido capaz de evitar. Siguió con una retahíla de afirmaciones basadas en la mentira y la manipulación que quería trasladar el Gobierno, una vez más se recurrió a Lorenzo Milá y María Neira. El resumen sobre este nuevo coronavirus era: todo va estupendamente y España va a ser la excepción mundial.
En la parte final del programa, la guinda la puso una pobre señora llamada Isabel Aranda que dice ser doctora en psicología. Rosa María Molló quería terminar el show por todo lo alto:
ROSA MARÍA MOLLÓ: a lo largo de la noche ha salido la palabra «miedo» varias veces. A lo mejor los medios de comunicación debíamos haber hecho las cosas diferente para favorecer a la calma. ¿Por qué la emoción en la crisis está prevaleciendo a la razón? —preguntaba con asombro y un tono de tristeza a la doctora.
ISABEL ARANDA: Hemos podido observar cómo respondemos las personas, un 15 por ciento aproximadamente responden con mucha intensidad a la noticia de que el virus está aquí. Otro 15 por ciento lo llevarían bastante bien y el 70 por ciento restante está ansioso de información, necesita que se le diga cómo gestionar las cosas, que se le diga que todo está bajo control. La siguiente fase es donde estamos entrando, con las noticias de los fallecimientos, que es la situación de emergencia que sentimos como colectivo. El estrés es muy alto y sostenido y nos vemos seriamente afectados en el bienestar psicológico.
Después de esta maravillosa explicación de cómo la falta de información por parte de los medios de masas estaba causando estragos, Rosa María Molló le pedía consejo para tratar este asunto sin generar pánico en la población:
ROSA MARÍA MOLLÓ: los medios de comunicación tenemos que hacer algo mejor. Rápidamente, un consejo para nosotros.
ISABEL ARANDA: relativizar la información. Dar los datos relativamente. Hay unas cifras, pero se convierten en titulares, y si los relativizamos hacemos mucho favor al bienestar psicológico.
En resumen, que los ciudadanos españoles no tomaran en consideración que su padre, su abuela, su hermano, su madre, su hijo o su mujer, eran candidatos a terminar asfixiándose y morir por falta de recursos. No obstante, la psicóloga da un detalle sumamente importante: «relativizar la información».
¿En qué consiste exactamente eso?
En la mayoría de las ocasiones una información puede ser tratada desde diferentes perspectivas. Por un lado, desde el uso de la razón que te permite evaluar con certeza el riesgo, las consecuencias y la solución del problema y, por otro lado, desde el uso de las emociones. Mecanismo muchísimo más eficaz y práctico si lo que deseas es conseguir que la masa acuda a tu regazo. Eso es lo que estaban haciendo el Gobierno y los medios de comunicación. Tratar el nuevo coronavirus como una nueva gripe que apenas se llevaría, en el peor de los casos, a unos cuantos ancianos, como si la vida de estos fuera menos importante que la de un joven robusto. He ahí otra clave. Relativizar el valor de la vida de un ser humano. Los medios apelaban constantemente a que esto solamente afectaba a la gente mayor, lo cual era evidentemente falso, y que por ello no debíamos de preocuparnos. Deshumanizar a los ancianos como si fueran trastos viejos que molestan en nuestras casas y no sabemos dónde colocarlos porque nos sabe mal tirarlos a la basura por puro apego emocional. Relativizar la gravedad y restarle importancia, solamente se puede hacer a través del uso de las emociones. Algunos creerán que no, que con la razón es posible, pero es falso. Incluso el que supuestamente dice apelar a la razón para lograrlo, en el fondo está utilizándola para llegar al mismo punto que es manipular al receptor a través de la emoción. Obviamente, y más en una sociedad infantil, maleducada (en términos culturales) y caprichosa como la occidental, se busca dejar de lado cualquier tipo de mensaje que sea negativo, cuando lo cierto es, que la realidad en la mayoría de las ocasiones es cruel. Si tu mensaje está lleno de verdad, pero provoca una sensación de ahogo y desconcierto, pronto el ser humano preferirá habitar en la mentira porque a cambio, el mensaje falso les alivia su sensación de miedo, angustia o pánico.
Este recurso de manipulación de masas lo pueden ustedes extrapolar a cualquier situación y cualquier ámbito. Cuando el banquero de origen alemán Paul Warburg advirtió en 1928 de la inminente quiebra del sistema bursátil en Estados Unidos nadie le tomó en cuenta. Eran los felices años veinte en Estados Unidos. Todos eran ricos y sacaban tajada invirtiendo en Bolsa, aunque para ello tuvieran que endeudarse. Nadie le hizo caso porque su mensaje rompía con la falsa felicidad de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses. Falsa, sí, pero felicidad al fin y al cabo.
5 de marzo: Italia anuncia 3296 infectados. Las víctimas mortales ascienden a 148, tras incrementarse en 41 personas en las últimas 24 horas.
— El número de infectados en España asciende a 253. Se produce una nueva muerte.
— El ministro Salvador Illa comparece en rueda de prensa.
Estamos a tiempo, estamos coordinados. Insisto, estamos en fase de contención. Si seguimos las medidas de higiene personal, de si uno tiene síntomas, aislarse y llamar a las autoridades sanitarias. Si seguimos estos consejos, estamos en fase de contención.
Los españoles no lo sabían, pero ese mismo día Sanidad prohibía la celebración de un congreso religioso que iba a tener lugar en Madrid en dos semanas, porque la cita era un enorme riesgo para la salud pública. A pesar de ese diagnóstico, el Gobierno no se negó a que, solo tres días después, una multitud recorriera las calles españolas para la manifestación feminista del 8-M y permitió que se celebraran todo tipo de actividades que congregaban a un gran número de personas.
— Fernando Simón sigue su periplo televisivo, en esta ocasión le toca visitar el plató de Antena 3, otro fiel aliado a la causa que acude al rescate cuando el sector del grupo mediático que comparte con La Sexta (Atresmedia) es incapaz de ganar la batalla de la manipulación. En un nuevo especial declara:
Yo creo que la gente tiene que entender que los datos tienen que enfocarse de manera relativa. Hay 90 000 casos en el mundo, no en mi pueblo. Tenemos una letalidad que es no desdeñable, que es menor, bastante menor que en los casos graves de gripe.
No queremos que nuestra gente se muera, no queremos que nadie se muera, pero tenemos que entender la letalidad de este virus dentro de lo que es. Eso, por un lado, relativizar los datos […] No por decir a gritos o ponerlo de color rojo y goterones de sangre, tres casos son más de tres casos. Tres casos son tres casos, doscientos son doscientos por mucho rojo y por muy llamativo que lo queramos hacer.
La incidencia de la gripe, cada semana del periodo epidémico, es de entre 100 y 400 o 500 casos por cada 100 000 habitantes. Nosotros ahora mismo de coronavirus, tenemos, medio caso por cada 100 000 habitantes. Es cierto que puede haber un problema porque este coronavirus genera una tensión y unas connotaciones, digamos asociadas a miedos a pánicos, digamos inquietud más grande que la gripe. Pero lo cierto es que, si somos capaces, nuestros hospitales son capaces de soportar la presión que todos los años nos genera la gripe. Si se mantienen los mismos sistemas de contingencia que para la gripe, nuestros hospitales deberían ser capaces de soportarlo.
En esta ocasión, la manipulación consistió en atraer los ojos de aquellos que, por su cuenta y siguiendo a personas independientes a través de las redes sociales, se estaban informando. El ojo de la masa debía de nuevo ser redirigido y por ello los programas especiales contaban con ese propósito. Con este método, lo que no puedes tapar ni combatir porque la realidad es tozuda y siempre acaba mostrándose, se trata de crear una nueva realidad para que el individuo crea estar informado sin tener que recurrir a búsquedas exhaustivas a través de Internet.
De nuevo, se trata de comparar el coronavirus con una enfermedad conocida por todos y que no genera alarma como es la gripe común, para así transmitir tranquilidad a la población. Es obvio que Fernando Simón y el Gobierno sabían que este virus no era una gripe cualquiera. ¿Qué gripe provoca que se cierren colegios, universidades, centros comerciales, pequeños negocios, etc.? ¿Qué gripe provoca el confinamiento de millones de personas? ¿Qué gripe provoca que decenas de médicos fallezcan de forma repentina por atender a un paciente infectado? El impacto que estaba teniendo en el personal sanitario el Covid-19 era demoledor. Eran ya cientos los médicos y enfermeros que habían fallecido por el Covid-19. Los hospitales eran el mayor foco de contagio e incluso con medidas, el personal sanitario estaba falleciendo y se contaban por miles los infectados en el mundo. Ni siquiera se estaba preparando a los hospitales para poder enfrentarse a una enfermedad que estaba fulminando a una velocidad espectacular a ancianos y médicos que no eran octogenarios precisamente.
6 de marzo: Italia anuncia 1340 nuevos casos, lo que hacen un total de 4636 infectados. Las víctimas ya son 200.
— En España se elevan a 385 los infectados, un incremento del 25 por ciento en las últimas 24 horas, 8 muertos y Madrid lidera la tabla de casos. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cierra los centros de ocio para mayores y jubilados.
— La población española, que no tomaba en consideración lo que ocurría en los países asiáticos, viendo lo que ocurre en la cercana Italia empieza a temer que las medidas de confinamiento que va a aprobar Italia en las próximas horas se lleven a cabo en España. Por supuesto, la celebración del 8-M es cuestionada; sin embargo, Fernando Simón deja cuatro frases para el recuerdo:
«No hay transmisión comunitaria generalizada».
«Los centros de día no se tienen que cerrar. No podemos generalizar para todos los centros».
«No hay que cambiar la vida social».
«Tomar muestras a personas asintomáticas no tiene mucho sentido. Lo que no hay que hacer es tomar muestras a todos los contactos porque no aporta información».
Ese mismo día, Al rojo vivo no pierde la oportunidad de incitar a millones de españoles al contagio masivo y vuelca su esfuerzo en animar a participar en la manifestación del 8-M. La batuta la lleva, una vez más, García Ferreras:
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: La gente puede decir, yo tengo alguna persona que me ha preguntado, ¿oye la manifestación es segura? ¿Es segura no es segura?
CRISTINA ALMEIDA: Cuanta más gente esté junta, más riesgo puede haber, pero yo no me importa arriesgarme por una reivindicación que va mucho más allá del riesgo personal. Entonces, yo iré y como van otros porque me parecen que celebrar esto mucho más que enfrentarme al virus.
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: ¿Por qué es importante estar en esa manifestación Cristina?
CRISTINA ALMEIDA: Bueno pues porque, yo creo, es un día, el otro día cuando decía la comunidad o la Cayetana esa, a mí nadie me dice cuándo me tengo que manifestar ni a qué hora.
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: Ayuso, en ese caso era Ayuso.
CRISTINA ALMEIDA: Ayuso sí, sí. Y digo pues si es que esto es una manifestación universal que se hicieron por la ONU el día internacional de la mujer. Pues entonces nos manifestamos. Pero yo sobre todo quiero hacer ya que estoy aquí y que viene el 8 de marzo, hemos tenido un virus durante siglos que ha sido el machismo, pues de verdad.
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: ¿Cómo que hemos tenido? Tenemos.
CRISTINA ALMEIDA: Y tenemos, pero por eso como lo seguimos teniendo, es mucho más peligroso y más nocivo y más desigual que el propio coronavirus. Por tanto, os llamo para irnos a la manifestación del 8 de marzo.
ANTONIO GARCÍA FERRERAS: Con mascarilla o sin mascarilla. Cristina va a ir sin mascarilla, la mayoría van a ir sin mascarilla.
CRISTINA ALMEIDA: Pero ya sabéis que nos podemos poner un pañuelo morado, con unos nuditos y vamos.
Se suman personajes como Susanna Griso para alentar a las masas y envía un mensaje que es difundido a través de las redes sociales, que ese día y el posterior, coparían el monopolio de la información dejando de lado la grave situación que atravesaba España desde hacía más de una semana:
«Este año el 8 de marzo cae en domingo, pero que ni el festivo ni el coronavirus sea una excusa para que salgamos a revindicar nuestros derechos», espetaba la presentadora visiblemente afectada por la opresión de la sociedad que le ha permitido ser millonaria y una referencia, para desgracia de España, de la información.
Las cabezas visibles del Gobierno, también animan a los españoles a colaborar en el show de masas del año. Carmen Calvo responde de esta forma a la pregunta de una periodista:
PERIODISTA: ¿Qué le diría usted a una mujer que está dudando en ir o no a la manifestación del 8-M?
CARMEN CALVO: Que le va la vida, que le va su vida.
Ciertamente, la señora Calvo fue premonitoria.
7 de marzo: Italia anuncia el cierre de Lombardía, Parma, Piacenza, Rimini, Reggio-Emilia, Modena, Pesaro e Urbino, Venezia, Padova, Treviso, Alessandria y Asti para contener la expansión del coronavirus. Más de 16 millones de personas confinadas. Un hecho insólito en Europa. Solo se podrá entrar y salir de la zona por graves motivos no aplazables.
— Se confirman 441 casos en España. Sale a la luz, que más de 60 personas se contagiaron del Covid-19 en un funeral. Ese mismo día el Gobierno afirma que «no hay razón para suspender la manifestación masiva del 8-M». La comparecencia de Fernando Simón arranca entre risas con los periodistas:
¿Ya podemos empezar? (risas).
La valoración es que la situación no cambia, sino que, de hecho, en algunas zonas se mejora. Dicho esto, en algunas otras se están detectando situaciones preocupantes, creo que todos eran conscientes de una situación que se ha producido a en La Rioja, asociada al brote que allí están teniendo y que ha requerido la implementación de algunas medidas.
Una periodista le pregunta respecto a la polémica suscitada entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno respecto al cierre de los centros de ocio para mayores que, el Gobierno y Fernando Simón, habían desaconsejado.
PERIODISTA: ¿Esa medida parece ir un poco a diferencia de lo que habías dicho tú? No parece que van en la misma línea.
FERNANDO SIMÓN: Hombre no es lo mismo que dije yo, eso está claro, pero no es tan disparatado ni tan diferente. Yo entiendo que en estos casos que no tiene un impacto importante en la vida social de las personas, son centros de ocio como bien has comentado, hablando de personas frágiles siempre es mejor sobreactuar un poco que quedarse corto. Sí que es cierto que probablemente muchos de los centros no estarán en ningún riesgo y que probablemente, no sería necesario […] Es una decisión que ha tomado la Comunidad de Madrid, me parece que es correcta, quizás no sería lo necesario en algunos de ellos, pero desde luego sí que va a reducir el riesgo para las personas, para uno de los grupos que pueden estar más afectados y sobre el que más impacto puede tener la enfermedad. No voy tampoco a discutir, son pequeñas diferencias que tampoco sea muy importante valorar.
PERIODISTA: No sé si la manifestación de mañana es una situación.
Simón interrumpe y responde:
FERNANDO SIMÓN: La manifestación de mañana es una convocatoria para nacionales en la que en principio participan nacionales, no quiere decir que no pueda haber algunos extranjeros. […] Obviamente la manifestación de mañana no es comparable a la maratón.
PERIODISTA: Yo quería hacer hincapié en el foco del entierro, si se ha investigado, si ya se sabe un poco más. ¿Cómo se produjo ese contagio masivo? Y luego hay muchos médicos que hablan de ya mucha tensión sanitaria, que hay gran cantidad de problemas.
FERNANDO SIMÓN: Tenemos en España 441 casos distribuidos prácticamente en todas las comunidades autónomas. […] Si se fijan en los datos que les acabo de dar, la palabra avalancha es un poco excesiva. Por lo tanto, me parece que los datos y la información hay que ajustarla a la realidad. Dicho esto, el entierro este, ha producido un brote importante en La Rioja, somos conscientes de ello, se han tomado medidas muy drásticas en La Rioja para garantizar que se consigue controlar. […] La forma de transmisión es la misma, es por las secreciones de los pacientes, en principio gotas y todo lo asociado a los contactos a partir de las gotas que se producen al toser, al estornudar y obviamente, en una situación de un entierro donde hay mucho contacto personal, la transmisión es mucho más fácil que en otra situación.
PERIODISTA: ¿Usted a título personal, le recomendaría a miembros de su familia por ejemplo o amigos, que fueran mañana a la manifestación o que se quedaran en casa?
FERNANDO SIMÓN: Yo no le recomiendo a nadie nada relacionado con la manifestación, yo creo que cada uno tiene que expresar sus ideas como considere y si considera que tienen que estar en la manifestación que estén, si consideran que no tienen que estar que no estén. Si mi hijo me pregunta si puede ir, le voy a decir que haga lo que quiera.
En una rueda de prensa vergonzosa, el máximo «experto» no desaconsejaba acudir a la mayor concentración anual de personas que se realiza en España, al mismo tiempo que aseguraba que el brote producido en un funeral, se había producido por el estrecho contacto personal. ¿Acaso hay más hacinamiento en un funeral que en una manifestación? ¿Cómo podía mentir tan descaradamente a la ciudadanía española? Si les soy sincero, tras haber analizado todas y cada una de las ruedas de prensa del señor Fernando Simón, me atrevo a decir sin ningún pudor, que disfrutaba, y sigue haciéndolo, siendo uno de los protagonistas de la manipulación de masas. Un hombre que no se negó a participar del proyecto del Gobierno, a pesar de que debería haber sabido que sus recomendaciones y mentiras a los ciudadanos, iban a suponer decenas de miles de víctimas.
Antes de que se produjera la celebración del 8-M, el mitin de Vox y decenas de partidos de futbol de primera y segunda división con las gradas a rebosar ese mismo domingo, cualquiera que hubiera invertido un mínimo de su tiempo en estudiar los múltiples informes publicados por muchos países desde el mes de febrero sabía que:
A pesar de ello, a los españoles se les incitó al contagio y resulta imposible determinar cuántos fallecieron víctimas de acudir a esos espectáculos de masas. ¿Cuántos de ellos contagiaron posteriormente a su padre, hermano, marido, abuela o hijo? ¿Cuántos de ellos pagaron con la muerte su ignorancia y confianza ciega en los expertos y Gobierno? ¿Estaban locos los surcoreanos, japoneses, singapurenses, vietnamitas, malayos, taiwaneses, griegos, checos, polacos, portugueses, húngaros, austriacos, italianos, etc.? Además, Italia ya se había colocado como el principal foco de la pandemia y nos dio la enorme oportunidad de actuar con rapidez y evitar que España fuera el país más afectado del mundo. Sin embargo, llegaban a diario, incluso de la zona más afectada (Lombardía) miles de viajeros sin ningún tipo de control a nuestro territorio. Se estima que más de 6 500 000 personas provenientes de países que ya contaban con infectados en su territorio llegaron a España en los meses de febrero y marzo. ¿Cuántos han pagado con su vida por esta falta de control del Gobierno?
8 de marzo: los casos de coronavirus en España se elevan a 589. El 34 por ciento se concentra en Madrid. El número de víctimas mortales se eleva a 10. Comparece el ministro de Sanidad, Salvador Illa y declara:
En un día como hoy, donde habrá manifestaciones importantes, quiero recalcar la importancia de que aquellas personas que presenten síntomas no asistan a las manifestaciones.
¿Cuántos asintomáticos acudieron a la manifestación? Posteriormente, gran parte de la cabecera acabaría infectada. Imposible calcular cuántos se infectaron en esa manifestación, pero no resulta difícil suponer que miles de ellos. Si algo ha demostrado este virus es que es muy democrático.
— Tiene lugar la manifestación del 8-M. Se congregan más de 600 000 personas por toda España para celebrar el show de masas. A la cita no faltan representantes de Ciudadanos y del PP, que acuden a la marcha celebrada en Madrid, que reúne, según la Delegación del Gobierno, a más de 120 000 personas.
— Vox trata de contratacar con otro acto propagandístico celebrando su mitin en Vistalegre. Congregan a 9000 personas, lanzan sus soflamas para jalear a sus fieles y se marchan satisfechos de semejante irresponsabilidad. Posteriormente Santiago Abascal, Javier Ortega Smith, Macarena Olona y otros diputados acabarían dando positivo por el nuevo coronavirus y quién sabe cuántos de los asistentes al mitin de Vox fueron contagiados y propagaron la enfermedad. A los pocos días, acabarían emitiendo un comunicado pidiendo perdón.
9 de marzo: el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, anuncia el confinamiento en todo el país y prohíbe la movilidad. Italia es el primer país en declarar el confinamiento en Europa.
— Los casos en España ascienden a 1231 y ya son 16 los fallecidos. Casualmente, tras la manifestación se da a conocer a los españoles que los casos se duplican en 24 horas, siendo la Comunidad de Madrid y el País Vasco las más afectadas. Fernando Simón vuelve a comparecer en rueda de prensa y tras ser preguntado por la cancelación de las Fallas y la Semana Santa, afirma: «No tiene sentido proponer medidas que no vayan a ser implementadas».
Respecto a la negada existencia de transmisión local que fue el arma que utilizó el Gobierno para proseguir con todo tipo de actividades y así poder celebrar el 8-M, Simón cambia de discurso y dice: «España es un país identificado de transmisión local, aunque sea desde casos importados».
— El Ministerio de Sanidad publica un vídeo en el que se puede ver a Pedro Sánchez acudir a la reunión del Comité de Evaluación y Seguimiento del Covid-19. En él, se puede ver al presidente, al ministro Salvador Illa y a Fernando Simón charlar entre risas. El vídeo es acompañado de una música bucólica de fondo propia de la pestilente propaganda nazi. ¡El Führer ha venido a salvarnos!
Ese mismo día comparece Pedro Sánchez y anuncia un plan de choque contra el Covid-19:
Hace ya un par de semanas, el Gobierno de España se ha puesto a elaborar un plan de choque que vamos a poner en marcha cuanto antes. Quiero lanzar, en consecuencia, un mensaje de unidad de serenidad y de estabilidad.
Tenemos un sistema sanitario robusto, dotado de excelentes, extraordinarios profesionales.
— El caos se apodera de España y los ciudadanos corren a los supermercados para adquirir víveres. Las imágenes de supermercados desabastecidos recorren el país y el miedo se apodera de la población.
10 de marzo: España suma 1622 infectados y 35 muertes.
— El Gobierno prohíbe los vuelos directos desde Italia, suspende los viajes del Imserso por periodo de un mes y veta los actos de más de 1000 personas en Madrid, La Rioja y las localidades vascas de Vitoria y Labastida. Los eventos deportivos deberán disputarse a puerta cerrada. La Asociación de Futbolistas Españoles no está de acuerdo con la medida y pide la suspensión de los partidos de todas las categorías por riesgo de contagio.
— Las colas y la histeria vuelven a los supermercados. Estos emiten un comunicado para calmar a la población y aseguran que no hay riesgo de desabastecimiento.
11 de marzo: los casos del nuevo coronavirus en España se elevan a 2152 y son ya 50 los fallecidos. La Comunidad de Madrid concentra alrededor de la mitad de todos los contagios (1024), con el 66 por ciento de los fallecidos y el 81 por ciento de todos los pacientes que están en la UCI.
— Se suspende la celebración de las Fallas y se cierran colegios (aquellos que el Gobierno aseguraba que no tenía sentido cerrar para evitar la propagación del virus).
— Fernando Simón comparece y afirma: «Ahora mismo 14 días de implementación de medidas especiales que podrían prorrogarse».
El Gobierno seguía mintiendo, querían dejar pasar más días hasta declarar el estado de alarma para que no fuera tan evidente hacerlo apenas 72 horas después del 8-M. En esa misma comparecencia, Simón comenzó a reírse cuando hablaba de la probabilidad de trasferencia de grandes grupos de población, en el momento que movía las manos.
12 de marzo: España alcanza los 2968 infectados y los 84 fallecidos.
— Las ministras Montero y Darias dan positivo por coronavirus. Apenas 3 días antes, Irene Montero había estado en contacto con miles de personas sin ningún tipo de protección y dando besos, esparciendo el virus. Pablo Iglesias, debe cumplir 14 días de cuarenta, sin embargo, no tardaría en saltársela en diferentes ocasiones.
— Se filtra a la prensa, que las marchas del 8-M se celebraron en contra del criterio de la agencia europea.
— Pedro Sánchez se niega a aplicar el estado de alarma a pesar del clamor popular.
13 de marzo: se disparan a 4231 infectados (casi la mitad, 1990, en Madrid), y 121 muertos. El colapso sanitario es ya una evidencia y los médicos tienen que empezar a decidir a quién dejan morir.
— Comparece Pedro Sánchez y anuncia que el Estado de Alarma será aplicado al día siguiente. Moviliza al ejército y todos los recursos disponibles pasarán a manos del Gobierno, dejando a las comunidades autónomas sin competencias.
14 de marzo: España suma 5753 contagios por coronavirus, 1500 más en apenas 24 horas. Los fallecidos aumentan a 136.
— España declara el estado de alarma. Los españoles son obligados a confinarse en sus casas y se les prohíbe la salida excepto para acudir a farmacias o supermercados. La medida llega tarde y no evita que, según estimaciones, más de 45 000 personas fallezcan y miles de personas mueran asfixiadas en sus casas por no poder ser atendidas.
Desde que se declaró el estado de alarma han sido distintas las batallas dialécticas. La realidad es que España se ha convertido en el país del mundo con más infectados y víctimas por millón de habitantes, si sumamos los muertos de las residencias, a causa del Covid-19. Víctimas que el Gobierno se niega a incluir en la estadística oficial para que los sectarios tengan la posibilidad de exponer que es Bélgica quien lidera la tabla, como si ser subcampeones fuera un motivo para vanagloriarse. El desprecio a las víctimas, el trato vejatorio a los ancianos, el abandono del personal sanitario que tuvo que recurrir a realizarse sus propios EPI con bolsas de basura, plásticos y otro tipo de materiales, es imperdonable. Nadie excepto un fanático con escaso juicio, puede defender lo que ha vivido España en términos sanitarios. Un infierno que ha dejado un reguero de dolor en el que decenas de miles de ciudadanos no han podido despedirse de su padre, madre, hermano, abuela, abuelo, hijo, hija, marido, mujer, nieto, nieta, etc. La realidad y la muerte no entienden de ideologías y han sido todos los ciudadanos los que han pagado las consecuencias.
Hay que ser profundamente corto, fanático, sectario y mala persona, para defender la gestión realizada por Pedro Sánchez y su tropa. Nadie con un mínimo de amor por sus semejantes puede afirmar tal cosa. Primero porque los números no engañan y demuestran que hemos sido el peor país del mundo (que se dice pronto). Segundo, porque es evidente que se engañó a los españoles durante meses para ocultar la realidad y tercero, porque contamos con el personal sanitario más infectado del mundo. De hecho, en un nuevo desprecio al pueblo, se negó a declarar el luto nacional cuando contábamos con más de 20 000 muertos. El objetivo es tapar por todos los medios que este Gobierno es responsable directo de la muerte de aproximadamente 45 000 personas y que la inmensa mayoría de esas muertes podrían haberse evitado simplemente poniendo la salud de los ciudadanos por delante de la ideología. Desgraciadamente no fue así y el Gobierno decidió que lo importante no era nuestra seguridad, sino su propaganda política acompañada por los miserables medios de comunicación que también tienen una responsabilidad directa por haber llegado hasta aquí.
Ahora la consigna es desviar la atención y de nuevo recurren a retorcer el lenguaje, para decir que Estados Unidos o Rusia cuentan con más muertos que España. Es lógico que un país como Estados Unidos, cuya población es de 326 millones de habitantes, va a tener más infectados y defunciones que España. Pero la comparación en números absolutos, para cualquiera que tenga un mínimo de raciocinio y no pertenezca a la masa aborregada, es estúpida y absurda. España cuenta con 591 muertos por millón de habitantes, mientras que, en Estados Unidos, la cifra es de 275. Es decir, España duplica, insisto, duplica, a Estados Unidos en víctimas.
Los hechos están ahí. La verdad asoma al fondo de la oscuridad y deja entrever sus rayos resplandecientes. Por desgracia, nadie parece querer ir hacia ella. Los medios de comunicación continúan dando las consignas que les dicta el Gobierno español. La verdad siempre puede ser hallada, solamente hace falta voluntad y, sobre todo, inquietud. Valores de los que la masa carece por completo y por eso se siente más cómoda bailando al son de los medios de comunicación que les marca sobre lo que hay que debatir, sobre lo que importa, lo que es verdad y lo que no.
El siglo XXI debería haber supuesto el fin de la manipulación de masas. El acceso a la información es más fácil que nunca y todos los ciudadanos cuentan con la mayor biblioteca de la historia de la humanidad en sus bolsillos (el teléfono móvil). Ni las fastuosas y extintas bibliotecas de Alejandría o la Imperial Constantinopla, ni las actuales, contaron jamás con tanta información como la que podemos adquirir nosotros desde el sofá de casa. Sin embargo, la necedad del ciudadano ha hecho que sea todo lo contrario y esa gran oportunidad la estamos desperdiciando. El mero hecho de ver una urbe como Shanghái reconvertida en una ciudad fantasma debería haber preocupado enormemente a la población española. Desgraciadamente, esas imágenes no alertaron a casi nadie. A pesar de que estamos hablando de una ciudad con 24 millones de habitantes, tres veces más que Nueva York (ciudad con la que el español está más familiarizado), la incultura del ciudadano medio le hizo creer que esto era cosa de chinos.
España está viviendo un cambio de régimen encubierto por los medios de comunicación, esos embusteros que obedecen al que paga y que son activistas, no periodistas. La crisis económica que vamos a sufrir no tiene parangón. El Gobierno de Sánchez ha decidido que, para conseguir imponer este nuevo modelo en el país, debe eliminar por completo a la clase media y asfixiarla económicamente. Son cientos de miles las empresas que van a desaparecer en España tras esta pandemia. Los españoles olvidan que el 95 por ciento de nuestras empresas son pymes que cuentan con 10 o menos trabajadores. Gente honrada y trabajadora que ve cómo su negocio se ha ido a pique porque el Gobierno no les protegió, y que tiene que cerrar la persiana entre lágrimas al mismo tiempo que debe despedir a sus empleados de toda la vida porque está arruinado. Los números hablan, quizás por eso el Gobierno del PSOE y Podemos propone eliminar la asignatura de matemáticas para los estudiantes de Bachillerato que se decanten por la rama de Ciencias y Tecnología o por la de Humanidades y Ciencias Sociales. ¿Y qué nos dicen los números? Más allá del terrible resultado en la gestión sanitaria, los números demuestran que el confinamiento generalizado y la paralización masiva de la producción durante tanto tiempo son un error. Pero adviértase que era nuestra única posibilidad para detener la propagación del virus debido a la inacción del Gobierno a la hora de tomar medidas preventivas. Se tenía que recurrir a esa terrible decisión para evitar que el número de víctimas fuera mayor, porque los números también nos dicen que, de no haberlo hecho, estaríamos hablando de aproximadamente 220 000 víctimas. Sin embargo, (escribo estas líneas el 2 de mayo de 2020), prorrogar las restricciones económicas suponen millones de víctimas que, una vez más, podemos evitar.
Palabras como hambre, frío, pobreza, disturbios, inseguridad, revueltas, etc., son palabras de diccionario para la inmensa mayoría de los españoles, que muy pronto se convertirán en una realidad si el pueblo no se une y busca regresar al sentido común que se ha perdido en los últimos años. Aquellos que abracen las ideologías extremistas simplemente estarán colaborando al cambio de régimen que se llevará por delante a todos, sin importar a quién vota uno u otro. El último objetivo es liquidar la monarquía en España. Felipe VI es el último bastión de la España democrática que conocemos con sus múltiples defectos y virtudes. A pesar de no ser un ferviente monárquico creo que la figura del rey es fundamental para tratar de otorgar un mínimo de estabilidad en nuestro país. Desde que arrancó esta crisis, han sido más de 150 actividades las que ha mantenido entre visitas, mensajes, reuniones, gestiones, audiencias, llamadas y videoconferencias, todas relacionadas con la pandemia del Covid-19. Sin embargo, ¿qué porcentaje de la sociedad española se ha enterado? He aquí un nuevo ejemplo de desinformación.
El estado de alarma no debe volver a ser aplicado por esta pandemia. Los ciudadanos deben ser los que decidan libremente su destino. El miedo a morir no puede acabar con la ilusión de vivir. El estado de alarma se ha utilizado para fines políticos que refuercen la manipulación de masas a través de la eliminación de los contrarios en redes sociales. El aumento del control del contenido en las redes ante el espectacular auge vivido de su uso, como era lógico en una situación de confinamiento para la inmensa mayoría de los ciudadanos, debería ponernos en alerta. Ya lo afirmó el día 19 de abril de 2020 el jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil: «Trabajamos para minimizar el clima contrario al Gobierno». Las instituciones públicas sirviendo a los intereses particulares de un gobierno y no a los ciudadanos. ¿Se puede considerar eso una democracia? Evidentemente no, y por supuesto es muy preocupante la censura informativa que hay en España. Exceptuando la radio y los pequeños lugares libres que quedan en Internet, un país que carece de contrapesos al poder político no puede definirse como un país democrático. La justicia, la educación, la información no pueden ser aliados del gobernante de turno, al contrario, deben ser los contrapesos naturales al abuso de poder que en un momento determinado el presidente de turno quiera llevar a cabo. Quien piense que esto no va con él está enormemente equivocado. Ese razonamiento estúpido fue el mismo que tuvieron los italianos, alemanes, rusos, cubanos, venezolanos, argentinos, griegos, españoles, turcos y un sinfín de ejemplos. La defensa de la libertad y el derecho irremplazable de ganarnos la vida por nosotros mismos es una cuestión de todos. El célebre poema escrito por el pastor luterano Martin Niemöller basta para explicarlo:
Primero vinieron a por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron a por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron a por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron a por mí, y no quedó nadie para hablar por mí.
Niemöller fue arrestado en 1937 por su oposición al control estatal nazi sobre las iglesias y enviado a los campos de Sachsenhausen y posteriormente de Dachau, hasta que fue liberado en 1945. La denuncia de la cobardía de aquel que calla mientras ve cómo se atropellan los derechos fundamentales del distinto, lo convierte en cómplice de la tiranía y en un verdadero cáncer para el progreso social y económico de sus ciudadanos e incluso para el suyo propio, porque antes o después le llegará su turno.
Lo triste es que antes de que esta pandemia asolara nuestro país, sí que sabíamos cómo podíamos conseguir evitar esta sangría de víctimas si tomamos medidas preventivas y el Gobierno se negó porque impuso la desinformación y la propaganda política por encima de la salud de los ciudadanos. Eran conocedores de lo que iba a ocurrir si no tomaban medidas preventivas tal y como recoge el informe del Ministerio de Sanidad, firmado por el propio Fernando Simón, el 10 de febrero. El Gobierno español sabía a qué nos enfrentábamos, lo cual hace de su inoperancia un acto de mayor gravedad. Un gobernante, ante un riesgo que desconoce hasta qué punto puede aniquilar a la población, debería haber tratado por todos los medios de proteger su bienestar tanto en términos económicos como sanitarios. Desgraciadamente no se hizo y decenas de miles de personas han pagado las consecuencias. Ahora todos los españoles, sin distinción, pagarán las consecuencias económicas.
Al no tomar medidas preventivas que sí tomaron otros países, tuvimos que pasar del blanco al negro (algo muy propio de España). Pasaron de decirnos en apenas 48 horas que tosiéramos en el brazo y nos laváramos las manos, a obligarnos a quedarnos encerrados en nuestras casas porque podíamos morir. De la calma al caos en cuestión de horas. Así funciona España, como si se tratara de una corrida de toros en la que la misma tarde se abuchea al torero en su primer toro y luego se le eleva a los altares en el segundo de su lote. Aquí pasamos de la risa al llanto, de la tranquilidad al caos y del progreso a la quiebra a una velocidad de vértigo. Ciertamente, pocos son los países que pueden decir eso.
El confinamiento le ha servido al Gobierno para corroborar que el español es obediente y extender el totalitarismo déspota de los nuevos gobiernos que han encontrado una excusa perfecta para poder ampliar los límites de su poder y gozar prácticamente de poderes absolutos más propios del rey Luis XIV de Francia. Una sociedad atemorizada, cobarde, dócil y desinformada les permite erradicar los resquicios de libertad que tenemos en nuestro país. Hasta la fecha en la que escribo estas líneas, son más de 209 normas las que ha aprobado este gobierno sin apenas consenso político. Todo ello ha sido posible gracias a la complicidad de los medios de comunicación que han omitido en su mayoría el derroche económico en la compra de test falsos, mascarillas sin licencia, respiradores a un precio desorbitado y todo tipo de tropelías que la Justicia deberá aclarar. Obviamente las redes sociales serán uno de los primeros objetivos. El control de la información es crucial y así lo hemos visto durante este estado de alarma en el que se han limitado los mensajes contrarios a la gestión gubernamental. Pero esto también les ha servido para confirmar que a la masa social poco le importa ser humillada, vejada, insultada y engañada. Carente de amor propio y un mínimo de respeto, los trapicheos en la compra de productos sanitarios para luchar contra esta pandemia, han sido una constante que apenas ha indignado a los españoles que eran despedidos y condenados a la miseria por la negligencia gubernamental.
¿Qué es lo que le interesa a la masa social? Es innegable que si hay una masa que es sumamente fácil de domar actualmente, es la española. La inmensa mayoría limita sus intereses a una comodidad basada en:
Si, además, se puede permitir cambiar de coche cada cierto tiempo, trato hecho. Firman dejar de lado su dignidad humana, sus ansias de crecer intelectualmente, sus ganas de aprender y conocer por sí mismos, a cambio de disfrutar de esos «placeres». Placeres a los que todos en algún momento recurrimos, pero debería ser mayor el rechazo que nos produce que el amor que algunos sienten hacia ellos. Siempre me ha resultado curioso observar cómo muchos de mis conciudadanos se preguntan por qué triunfó el franquismo en España durante tanto tiempo sin tener que recurrir a brutales prácticas como sí hicieron otras dictaduras para apuntalar su poder. La respuesta es sencilla: la masa tenía lo que le interesaba. El Plan de Estabilización aprobado el 1959 les otorgó todo aquello que era necesario para dejar de molestar al dictador y que este siguiera imponiendo a los españoles la agenda cultural, social, económica y por supuesto, religiosa. Cuatro gatos, que diría el castizo, cargados únicamente del amor por la libertad, eran los que protestaban. «¡Rojos!», les llamaban las masas de acoso para desacreditarlos.
Entre agitadores sociales de tercera, patanes que se suman al juego de las etiquetas y politicastros que solamente piensan en cómo retener su nómina pública, España va a sufrir una de sus mayores debacles económicas de la historia. El Gobierno condenó el presente para salvar supuestamente el futuro. Sin embargo, condenó el presente y ha condenado el futuro de millones de ciudadanos, de generaciones enteras que sufrieron la crisis del 2008 y cuando apenas estaban levantando la cabeza han sufrido un KO sin que nadie acuda a su rescate. La masa es ignorante, pero es por todos sabido que es la que quita y pone gobiernos. Por ello, siempre se la había tratado con cierto cuidado, pero con la desinformación mediática y las campañas con una efectividad absoluta el desprecio de los políticos hacia ella nos arrastra al abismo. No hay nada más peligroso que una masa fanática y arruinada. La desesperación del pueblo es mala compañera para el desarrollo de un país, puesto que no tardan en aparecer los buitres carroñeros disfrazados de políticos para sacar partido de la situación. Si hay algo que caracteriza los países democráticos actuales, dejando de lado el concepto de democracia acuñado por Clístenes, es la concienzuda tarea de convivir los distintos. En España, desde hace más de una década, esa tarea ha sido abandonada porque el rédito que se saca en una sociedad polarizada es muchísimo mayor. Algunos partidos políticos han entrado al juego de etiquetar al distinto para generar fidelidad en el votante cazurro e inculto. Lo mismo ocurre actualmente con los medios de comunicación. Más vale atraer un porcentaje de esa masa fanática y fiel a la causa que tratar de conseguir que sean libres y abandonen el rebaño.
¿Hemos aprendido algo?
Todos los expertos, periodistas, tertulianos, políticos, presentadores, etc., que difamaron a los que alertaron del riesgo, siguen ahí. Pero no me refiero a su puesto laboral, sino que siguen ahí, alentando la mentira, la desinformación e inculcando el mensaje oficial recurriendo a los medios de masas para que lo transmitan a la ciudadanía española. En los momentos en los que me encuentro escribiendo estas líneas, mi temor ante un estallido social que va a ser utilizado para tratar de imponer un régimen totalitario en España y la búsqueda de la destrucción de la debilitada clase media de nuestro país, me provoca una sensación de desesperanza y profunda tristeza viendo el camino escogido por mi país. Pienso en el gran Stefan Zweig. El escritor austriaco y judío tuvo que ver cómo el país en el que había nacido, sus amigos, sus colegas de profesión e incluso familiares, le daban la espalda cuando comenzó a surgir el apoyo al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Acosado por la presión de la aviación nazi, que arrojaba panfletos sobre la ciudad de Salzburgo, decidió marcharse a Reino Unido para evitar la barbarie que, posiblemente, iba a costarle la vida. Al empezar los bombardeos sobre Reino Unido por parte de la Luftwaffe, decidió marcharse a Estados Unidos y posteriormente a Brasil, donde en 1942 tras ver la destrucción en la que estaba inmersa su admirada Europa, decidió suicidarse junto con su esposa. Jamás comprendió cómo la masa fue capaz de sucumbir a esos niveles de fanatismo. Advirtió hasta el último día, pero nadie le escuchó. Sin pretenderlo, se convirtió en un símbolo del suicidio de Europa.
Me pregunto si la sociedad española cambiará después de esto. Ciertamente, tengo muy pocas esperanzas de que eso ocurra. La masa solamente desea diversión y no quiere problemas. Nunca nadie ha logrado fascinar a las masas sin eslóganes y falsas promesas. Ni siquiera la gran contrariedad de nuestros tiempos ha permitido que la confianza del ciudadano hacia sus «informadores» disminuya. Siguen, como si de enfermos del síndrome de Estocolmo se tratara, admirando y creyendo a aquellos que les dijeron que no iba a pasar nada y que esto era una exageración de cuatro locos que se dedicaban a escribir artículos repletos de mentiras para generar miedo. Ellos saben el poder que tiene el miedo y por ello siguen interesados en que el ciudadano no encuentre salida a esta situación, para convertirlos en presas del pánico y el desamparo que solamente ellos, el Estado y sus tentáculos mediáticos, son capaces de solucionar. Muchos españoles han desarrollado esa tara que les hace amar a su captor, impidiendo que traten de buscar la verdad por ellos mismos.
La educación, un pilar fundamental en todo este proceso, es otro de los puntos en los que el español se encuentra atrapado. Solamente a un inculto le pueden asombrar los títulos universitarios, y desgraciadamente en España, son muchos los que creen ser gente formada y preparada por el mero hecho de haber estudiado una carrera de chichinabo que no requiere un gran esfuerzo ni un elevado nivel de inteligencia. Son pocos los ciudadanos exigentes con ellos mismos, los que sienten la necesidad de aprender cada día y mejorar su capacidad intelectual. Son muy pocos los que tienen inquietudes por conocer mejor el maravilloso mundo que nos rodea y abrazar ideas y realidades distintas a las nuestras. La masa no exige más que una rutina simple, rodeada de las caras de siempre, del entorno que ha conocido y solamente busca recuperar la posibilidad de dar rienda suelta a los instintos más primarios del ser humano. No hay intención de cambiar. No hay ambición por mejorar. A la masa se le ha acostumbrado a sobrevivir, no a vivir. Recuerdo esa magnífica anécdota de Miguel de Unamuno cuando entraba al Café Novelty de Salamanca. Saludaba al personal con la siguiente frase: «Buenas tardes. No sé de qué están hablando, pero me opongo rotundamente». Era su peculiar forma de demostrar al resto que antes de aceptar la opinión mayoritaria, él estaba en contra. Una actitud que al genial intelectual le hizo ganarse el rechazo de fascistas, socialistas, comunistas, franquistas y todo tipo de amantes del pensamiento único. Y es que seguir la opinión mayoritaria en muchos casos no deja de ser un síntoma de debilidad cultural y escasa formación. En la época de las redes sociales, el triunfo de la posverdad se ha acelerado, llevándose por delante el debate intelectual y condenando al ostracismo a los grandes válidos de nuestro tiempo, que se niegan, como es lógico, a participar en la gran farsa y buscan lugares donde se sienten más cómodos.
Aceptar los dogmas vertidos por los medios de desinformación, las instituciones educativas públicas y los partidos políticos, conlleva la destrucción de una sociedad crítica, convirtiéndola en una sociedad enferma y fanática preparada para la manipulación de masas. Una situación que ya se dio a principios del siglo XX bajo los regímenes socialistas que aprovecharon esa situación para eliminar cualquier resquicio de libertad individual y recortar paulatinamente todos los derechos de los ciudadanos para convertirlos, como decía Mussolini, en una masa única. En esa peligrosa vorágine se encuentra nuestra sociedad. Más aún, cuando la sociedad española es profundamente inculta, paleta y alelada. En un mundo donde cada vez dedicamos menos tiempo al estudio y la reflexión, la victoria del vacuo sentimentalismo nos ha llevado a tener una clase política compuesta por cretinos a izquierda y a derecha, carentes de ideología, valores y liderazgo, cuyo único afán es enriquecerse gracias a esa masa botarate que sigue sus postulados con fe ciega y camina conjuntamente hacia el abismo.
La polarización de la sociedad nos retrae a tiempos oscuros. Jamás un país enfrentado y dividido, ha sido capaz de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. El español está huérfano de sentido común, de realidad, de verdad, de libertad. Habita en la mentira y la manipulación constante de masas, no es más que un simple peón en un tablero de ajedrez que los poderes fácticos utilizan a su antojo para ponerlo como barrera protectora y que haga el trabajo sucio mientras ellos les dirigen y, por supuesto, no dudarán en sacrificarlo. Decía Voltaire que cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable, y para la desgracia de mi amada España, me temo que estamos viviendo el ocaso. Ojalá mis compatriotas puedan ver algún día el amanecer de esta larga noche.
BERNARD DIEDERICH, Al Burt, Papa Doc et les Tontons Macoutes: la verité sur Haïti, Editions Henri Deschamps, 1986.
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JANO GARCÍA (Valencia, 1989) es graduado en Economía y Comercio Internacional. Hace dos años comenzó su andadura por la divulgación histórica y económica a través de las redes sociales tras regresar de sus estancias en Londres, Chile y Nueva Zelanda. Actualmente dirige el programa En Libertad que se emite de forma independiente a través de iVoox y YouTube, con más de 500.000 oyentes mensuales. Fue en este programa donde advirtió de la importancia que tenía el Covid-19 durante el mes de febrero y principios de marzo. En los últimos meses, se ha ganado el reconocimiento de muchos gracias a sus conocimientos estadísticos que le han permitido predecir con sumo acierto las fases que atravesaría la curva de la pandemia.
Cuenta con más de 400.000 seguidores en las redes sociales (Instagram, YouTube, Facebook y Twitter), donde publica sus artículos sobre historia, política y economía. En los últimos tiempos se ha convertido en un referente de las ideas de la libertad individual y el pensamiento propio. Crítico con el comportamiento generalizado de la masa social, ha llamado la atención de las universidades españolas realizando numerosas conferencias.
Asimismo, es autor de la exitosa saga El siglo del socialismo criminal, de la que ya ha publicado dos volúmenes.
[1] Lenin, V., ¿Qué hacer?, Madrid, Akal, 2015, p.48. <<
[2] Casenave, L., Los otros niños del pijama de rayas: los ángeles del Holocausto, Barcelona, Robinbook, 2009. <<
[3] Instituto Nacional de Estadística. <<
[4] Véase este enlace y también este enlace. <<
[5] Véase este enlace. <<
[6] Mussolini, B. La doctrina del fascismo. <<
[7] Op. cit. <<
[8] Xingjian, G., El libro de un hombre solo, Barcelona, Debolsillo, 2012. <<